viernes, diciembre 14, 2007

LETRA VIVAo el gusto del reencuentro
Estar en una parte distinta a la materna, la acostumbrada, vivir en ella, apropiársela, nunca es tan igual ni distinta a la original pero, a fin de cuentas, o al paso de los años es la fotocopia impresa del original, (copiado a mano) que seguirá editándose día a día para efectos, por lo menos, de ser legible y fiel copia del traspaso a otro territorio.
Cuesta digerir ese país original, ese que el tohner de los sucesos acontecidos, deslavo y borró de algún modo todo el interés por leerlo. Que la distancia y la ventura transformó en sosa copia y sobre todo porque cuesta entender esta otra mala copia del destierro y que, sin duda, se lee mejor por un asunto netamente de costumbre.
Tratar este tema atrae. Son tensiones y fracturas del hueso errante, una suerte de rotura interna que se externa o expone en la cotidianeidad de un lejano contexto impuesto por las circunstancias del exilio y eso, sin duda, tanto duele como, también, enriquece y da forma a un nuevo modo de mirar la vida, de adentrarse en la encrucijada del aprendizaje para sobrellevar ésta. No fracturar, desgajar o romper la ruta original por aquella otra impuesta, sería una especie de desgano. Aprender, en cambio, usos y costumbres de otra patria o tierra, dan un resultado final que a simple vista es distinto. Fue sin siquiera pretenderlo una invitación a girar completamente el cuerpo y mente en pos de lo que fuimos, e incluso, de lo que quisimos ser para terminar siendo lo que somos.
Practicar este ejercicio no pretende más que adentrarse en uno mismo, aprovechar las instancias por lo menos para escribirlo y transformarlo en letra, letra muerta podría ser, letra agónica para la neurona errante, tal vez, o una mala letra con errores de forma que se estilan deformando el sentido. Se trata de letras que en principio se deben a sí mismo, letras de cobro, débito que se paga en moratorias de tiempo pero, finalmente, al contado.
Aburrirme de escribirlas no creo; algo saldrá en limpio al tratar de establecer una suerte de método sucio, algo así como elongar hasta que cruja la tecla, darle toda la extensión de accidentes y desgarros a la letra escrita aquí: descrita e inscrita en los parámetros o formas de escribir un texto de esta naturaleza.
El espacio adecuado para desarrollar este proyecto existe, lo da el tránsito chilenomexicano, se ofrece generoso. Trataré de disfrutarlo convergiendo en algo sencillo, como siempre. Es ahí donde uno vuelve con sus enunciados que son pequeñas metáforas de vida como extensión de un hacer vida cotidiana, analogías de paso y repaso, sinónimos y antónimos de conciencia y de memoria; tránsito cronológico conveniente de hacer letras, mala letra, cursiva, en ocasiones, pero al punto final de cuentas, letra con sudor a intra historia propia y a punto seguido, transpiraciones de otras.
Al llegar a un país siempre se conjuga la edad con la que se cuenta, los procesos internos que allí suceden y, obviamente, los internacionales; atravesar un continente entero cierto año, año además de la muerte del dictador Franco, en España, se transformó en un primer indicio de lo que más tarde sería una forma de observar y plantearse el mundo. Qué se podría saber a una edad temprana sobre aquel comején andaluz y su negro historial de fuego. Miles de hispanos, al igual que otros exilios, tenían bien en claro los motivos de alegría por tan magna noticia. Esa fue la primera oportunidad de sentirse atraído por un tema y que sin duda, bastante euforia significó para quienes en nuestro continente sufrían los embates de represión y que para la ocasión, mostraba su más cruel garra.
México fue el sitio presuroso para muchas familias del sur del continente, encontrando en él cierta paz y tranquilidad ante tanto embiste ideológico fabricado en la cobija de la guerra fría. El pau de arara y otras parrillas calentaron el convulsionado ambiente, friccionando de paso a miles de cuerpos con los penosos y ya conocidos resultados. Ese fue el sitio además de re-encuentro para tanta pérdida sentimental y emocional de aquella diáspora de dispersos y, a veces, desaparecidos familiares. Muchos hijos, pocos padres, demasiados tíos, escasas madres fue el lema en esos años.
De allí los primeros pasos en esta nueva tierra que se abre generosa al destierro, pese a las múltiples contradicciones que el tiempo se encargaron de clarificar y, de ese modo, desterrar el mito de la tan loable hermandad y solidaridad de los territorios, supuestamente, libres del continente. Clarificar –digo- a punta de uñazos, pala, chuzo y variadas herramientas que sirvieron para corregir los malos surcos de la realidad que nos tocó arar.
Uno de los temas de mayor preocupación para nuestros padres fue el hecho de insertarse a un territorio novedoso y con una historia fulminante a base de pura carabina, revoluciones y traiciones, en contraste con su país originario de marcado acento provinciano pese a su revolución en las urnas y, obviamente, de las traiciones y cobardías que afloraron criminales por aquel entonces.
Se descubren nuevas etapas o formas de relaciones que ajustan aquel determinado instante de tiempo. De hecho, aprender un idioma, dando forma y enriqueciendo el lenguaje primario, ampliando la variante de significados conduce, sin duda, a establecerse con toda propiedad en un entorno. Apropiarse de los usos y costumbres y sus ejemplos clásicos como lo son los himnos a la patria provocan, por ejemplo, adentrarse en una catarsis y desdoblamiento del desarraigo gracias al recuerdo de los campos de flores bordados y su copia feliz del edén.
A veces se siente el rechazo hacia el de afuera, robarle el aire o comerse la comida de los mexicanos, en este caso, son curiosos platos típicos que acostumbran quienes seguramente, de verdad, sienten la presencia indeseable del extranjero errante gracias al patrocinio de las fuerzas de marcado desprecio nacionalista que se fermentan como aguamiel pulquero en nuestras sociedades de consumo y de la defensa a las pertenencias e intereses de toda nación.
Fueron varios meses de vivir jugando a la inserción y que no, necesariamente, se siente frontalmente compleja, para los menores, a pesar de lo antes mencionado. Sin embargo los más viejos llevaron ese sufrimiento a cuestas que a cada instante lo retraían a su natal; el único deseo fue marcharse de ese espacio de dificultades e ingresar a aquel otro, el materno, que gritó durante muchos años al hijo ausente enmudeciendo al ver su rostro de fotografía sin colores colgada en la pared de los retratos hermosos por culpa de la tonalidad bastarda del encierro y la obsturada expulsión a la que fueron sometidos.
Las cosas no se van dando como se esperaba. El retorno se transformó en requisito básico para quienes no estuvieron dispuestos a aceptar su condición de apátridas, más aún, cuando esa condición se tramitó a partir del maltrato y la humillación en alguna mazmorra del poder dictatorial y que también ahora negaba toda condescendencia de inserción en tierra ajena impuesta, que duda cabe, sin consentimiento alguno y sin, lo más importante, deseo de quienes lo sufrieron en carne propia.
Ser o sentirse parias, que menos, descompusieron el ánimo y caldearon demasiadas expectativas, arruinando el sueño en mucho de los casos. Las maletas siempre listas para la vuelta fueron el botiquín lleno de remedios para esta desesperanza. Tres o cuatro veces al año anunciaron el deseado regreso. Tres o más veces también, curaron la herida abierta de la prohibición. El desgaste de la valija llena condicionaron, definitivamente, toda posibilidad de buscar el obvio refugio y hallar, destrabando la combinación de amarres de la petaca viajera, los modos necesarios de acomodar el cuerpo a esta otra forma de vivir.
Tantas veces el núcleo familiar encadenó las ausencias y la memoria en el closet de los recuerdos; para de ese modo darle cabida a las letras de la enseñanza a futuro, de procurarnos el espacio adecuado en el desarrollo inmediato y por supuesto crecer con nuevas responsabilidades. También sirvieron para reiterar la fuerza y esperanza en quienes hacían de cabecera de playa para estos menesteres, renovar los sueños y deseos del grupo humano fue misión de padres que, curtidos y responsables en el manejo de crisis, tuvieron la capacidad de expresar sabiduría, comprensión y mucho cariño para los críos que se multiplicaron de crecimiento, no quedando dudas respecto a la capacidad de transformar traspiés y convertirlos en antecedentes para el mañana y los días venideros. Así fueron ellos, serán siempre letra viva ante la presencia de la goma de la ausencia que todo lo borra.
El desvelo viejo se duplicó y por sobre todo se exigió al máximo con la finalidad única de velar el descanso de la tribu. Acarició suave, maravilloso a la prole indefensa. Aconsejó hasta el cansancio a la chamacada puber en señal alerta de cariño. Reflexionó, a más no poder, la discusión exacta que la adolescencia requiere. Maduró, junto a los suyos, como un repaso de la historia y de la memoria, el rol que nos tocaría ser.
Así fueron y son estos padres, amigos sin pretexto, entrañables y generosos. Qué palabra existe siquiera para regalarles eternamente. ¿Qué gesto se eleve hermoso y único para tocar su más sensible sentido?. ¿Cuántos gestos faltarían para increparles, a gritos, todo el cariño que se merecen?. Se les echa de menos por siempre y, es más, a pesar de la mucha ausencia, están todos los días, nunca faltan, puntualmente entregando algún recomiendo y consejillo exacto, de esos buenos para el alma y otros tan buenos para el espíritu y su corpus borracho en ideas que seguirán por siempre su atinado rumbo.
La decisión de optar por México como país de acogida fue la más acertada, a la letra me remito, pese a no contar con demasiadas opciones al respecto; entre la ex-Yugoslavia o la tal Rumania se barajaron reales intenciones de afincarse en el destierro errante, sin embargo, la opción por el más parecido y real a los pagos, ¡fue certera!. Recordar un México solidario, amigo, extraordinariamente acogedor (pese a los rechazos, la distancia y treinta y un años a cuestas) sigue siendo del todo vigente y parte cotidiana de la inolvidable memoria que se traslada por siempre en la mochila vaga.
Después de todo, volver a pisar tierra mexicana, en esta ocasión por un período de tres años, me hacen acreedor de dos retornos, dos re-encuentros, que más parecen una porfiada y, por supuesto, inestable capacidad de volver a la casa prestada, casa nuestra sin duda, y que nos dio permiso, esta vez, de procrear una nueva hija, alojada por siempre en la doble identidad de este andar a patadas con la desinteresada no pertenencia territorial. Algo así como escribir e ir tachando las propias borraduras. Acuso recibo entonces de dieciocho años fuera y dentro, indistintamente, de mi terreno.
Viejos amigos y tantos por seguir regando en la maceta del cariño, son juramento y a veces un riesgo debido al pulular que da la vagancia eterna. Cuántos de ellos ya no se riegan, cuántos otros se niegan a secarse e insecables, porfiados eternos, florecen con su hermano y solidario compromiso. En suma. Cuánta señal de cerrar ciclos. Te vas y quedas, vuelves y llegas. Cuánto contraer y expulsar. Estas tierras te suman y restan, agitan lo positivo y te niegan a veces el desplazamiento. Así, constante traspié que no puede evitarse. Pero siempre te disparas contra la tierra, algo así como un misil sin rumbo cierto que siempre rebota y da en el blanco preciso y, a la vez, en el menos indicado.
En fin, aprovechar entonces éste espacio escrito en dos partes al mismo tiempo, en dos polos gemelos, al norte y al sur, a dos manos, y en dos aires complementarios. Ejercicio de los modos y también del esófago, derramando acontecimientos, malas palabras y una que otra flatulenta y ágil infidencia. Poniendo en el justo lugar el entrecruce de una historia y una mirada personal para dar cuenta de un nuevo período, abrir otro ciclo, demostrar la intra historia entintada de acontecimientos, sus diferentes contextos y espacios, entre ellos, la serie de escritos crónicos que muchas veces a puro diente apretado se compusieron y que en ocasiones mostraron la caries torpes de construirse absolutos.
Sin duda la sonrisa de cien a cien, aquella que caga de la risa a las muelas del juicio conjugaron definitivamente esta encía de dichos y que a continuación se vienen cronológicos para de seguro anestesiar, sin más remedio, el borrón y cuenta nueva a la que nos quieren someter tanto los hocicones y bocones de la mecánica en desmedro del deseo y armonía que contagiaron estas crónicas letras. Seguir viajando entonces y especular sería el cometido final y con ellos no morirse de la realidad. En realidad.




DE MARX A KLINSMANo cómo se procura el hombre nuevo
De Filosofía alemana hablaban quienes vivazmente comentaban los pormenores del fútbol copero y que, aprovechando la mayor concentración comunicacional jamás antes vista en este tipo de eventos, desdoblaron su lengua malgastada y en desuso, por la escasa actividad deportiva local, para mostrarnos lo entusiasmados que estaban para enfrentar a sus rivales espectadores, quienes a bostezo, y uno que otro cabeceo, soportaron estoicos la andanada de aburridos juegos relatados desde la antigua hamburguesa alemana, tan reunificada ella y capitana élite de la clasista y, a veces, demasiado podrida solución final denominada unión europea.
Y ya que la unión hace la fuerza, entre pared y pared se referían a la mentalidad teutona y del resto de países de esta gigantesca área chica que según ellos deleita con su buen manejo de la pelota social, política, económica e incluso la deportiva, en beneficio de la, a veces, fanática y atontada neurona simpatizante que colma por estos días dicho país. Portador además, pareciera, del aneurisma menos solidario de la vieja Europa con Alzheimer, gracias al concurso de ingreso al desarrollo, sorteado en la bipolar lotería de la repartición del mundo, en donde inflar el pecho es sinónimo de ostentar poderío ganado en la rifa egoísta e inhumana forma de ver el mundo.
Tanta bondad y generosa acogida vista en estas semanas (logró casi desbordar los márgenes defensivos del mismísimo Rhin), se huele, palpa y toca regalona al visitante mientras éste no intente enfilar por la banda inmigrante, de lo contrario, el manejo defensivo de la pureza local embiste más raudo que Schumacher, arrancando de la Stassi , ahogando de cabeza, en el cristalino y balsámico río, toda pretensión naufraga con la consabida operación rastrillo, tan buena para rasurar y destazar a toda presa ilegal mal peinada que lo amerite.Sin arrugar el pellejo rubio siquiera, nuestros parnasos de palmazos locutores gozaron a rabiar del colorinche anti juego de las potencias de turno y que para quienes acostumbramos tan solo la gambeta y a veces el tinto con el rico choripan, más pareció un hierro insoportable ver tanta patada injusta que, sin miramientos, aplastó a los infelices hijos de la aniquilada vía del desarrollo prometida y tan acostumbrado a dormir el sueño errante de llevar a su tierra pobre, alguna disfrazada remesa de alegría campeona, pese al vil ropero prusiano, escandinavo y sajón allí presente, hechos a imagen y semejanza de los troncos milenarios, expertos en contornear su eje aliado puro y mecánico, gracias al patrocinio de la pelota de suásticas, astutamente ocultas y que gentilmente ofrece la negrera y esclavista Adidas.
Sin ideas claras para la ocasión mundialera, estos merolicos del balompié local, hociconearon de lo lindo su torpeza ganada en los campos de guerra sucia cercanas a la tribuna Andes y que sirve como pantalla gigante a lo largo y ancho del país, para recordarnos la derrota eterna del fútbol local y de paso, nobleza obliga, a nunca jamás olvidar la pésima rivalidad impuesta a partir de tan ruin y cobarde estrategia cuartelera por parte de los fusileros ya bien entrenados en las fuerzas inferiores del fútbol club west point y que hizo sus primeros aprontes, sin pena ni gloria, en la cancha central del merito estadio nacional chileno, famoso en el mundo entero por su historial de campo de práctica y fogueo para el exterminio de opositores políticos, utilizando para ello, en eternas jornadas de precalentamiento, el hediondo camarín de locales y visita, donde la tortura y el asesinato que, junto con transformarse en deportes de extrema cobardía, detuvieron definitivamente el reloj del partido para dar paso a un eterno minuto de silencio en recuerdo de miles de compatriotas tendidos y muertos en aquel césped de la ignominia.El cielo de Berlín, que a propósito, hasta el día de hoy recuerda la muerte, cenizas y campos de concentración, ¡ah que no!, da para todo durante estos días de campeonato. El dominio de la imagen y el negocio deportivo acosan cual vil tropa cara pálida SS para preservar tan rentable actividad gracias al sesudo esfuerzo de los führers organizadores, que juran colgados del arco de la hipocresía y con el brazo enguantado bien extendido, que nunca habrá xenofobia e intolerancia racial en esas tierras de generoso nascismo.
Seguramente esta justa será dominada por algún tronco equipero, de aquellos aleccionados en la doctrina del más fuerte, poderío económico del euro incluido, todo en beneficio de la unificación racial y siempre a la espera del contragolpe definitivo, apoyado en la mecánica del zapatazo egoísta que permita dominar cuanta población india, económicamente pobre lo requiera y que siempre sueña la migaja del poderoso.
Todo esto reflexionábamos quienes por azares de la resaca ante tanta tarjeta roja acumulada injustamente en el desempleo y a veces en la cesantía, gentilmente obsequiadas por aquel árbitro saquero que se viste y arropa del modelo imperante, aquel de la supuesta igualdad para sus hijos vagos y esquivos, distendidos, generosos, implacables, disfrutaron de un campeonísimo bife, gracias al desarraigo que nos toca vivir tanto al hincha pelotas y fans de Messi, Riquelme y Crespo, que auspició tan solo y maravillosamente la hermandad de los pueblos en cuestión, y que incluyó para la ocasión varios invitados, como aquel representante alemán bueno en las artes de la cebada, la longaniza y veterano en la orientación profesional necesaria para quienes quedaran deprimidos por tanta cháchara y malos resultados del equipo favorito.
O aquel otro, un cubano francés que solicitaba explicaciones técnicas de las reglas del juego por tanta costumbre beisbolera arrastrada en su rostro amistoso, revolucionario que traduce al idioma de la igualité, la fraternité, la liberté y la bageté con harto mojito de ron isleño si se puede. Por último aquel amante empedernido de la exquisita comida mexicana, de los inolvidables caldos tlalpeños , los recordados taquitos de carne, de las variadas salsas de pasto verde y que apenado por tanto disfrute culinario, resignó la suerte de su equipo, raramente adquirido en la esfera del desarraigo, para otra ocasión menos alemana, tan desteñida ella por la farándula de comerciales, el espectáculo de luminarias y el desgarre del músculo futbolero en atrofiadas selecciones que para lo único que sirvieron fue para dejar bien en alto el sabor amargo de la derrota latina, bien compensada eso sí, con unos ricos porotos con mazamorra, que dieron rienda suelta a la inflamada amistad, la hinchada igualdad, el eructo reiterado del cariño, la sonadera de tripas del respeto mutuo y mucho (demasiado más bien) aroma de la decencia en beneficio de este equipo ideal de callejeras estrellas.
Para rematar el jolgorio deportivo y mundialero hecho al parecer para hombres sin destino, debimos soportar y mamarnos por estos mismos días la miserable final del secundario campeonato local, a propósito de tercer mundo, jugada por los fanfarrones caciques de Colo-Colo -que destaca entre sus afiliados y como socio emérito y número uno al matador garra blanca pinochet- contra los reprobados y nunca bien ponderados universitarios de la chile, club más conocido en los bajos mundos de la pichanga, como los de abajo, quienes en un arranque casi a la altura de los países bajos, disfrazaron su torpeza futbolera y de mucho arribismo futbolista, para no ser menos, en tic, taras, artificios y adornos similares a los utilizados por sus inalcanzables ídolos: colegas franceses, italianos, alemanes, portugueses, esperando concentrados, en el taca-taca de soldaditos de plomo, algún ademán del mercado de la oferta y la demanda, que en definitiva doblen las campanas y los eleve por sobre los estadios nacionales, para vestir la camiseta armónica de la oportunidad y comprar, entre otros tantos accesorios, la camioneta doble cabina tan anhelada por esta nueva raza de prohombres superiores.
También, debimos concentrarnos en la fuerza de la protesta para soportar la presencia cotidiana de tanto mafioso, saqueador y representante de nuestras tierras, quienes en insoportables actos de fair play congratulan, condecoran y celebran sus estrategias políticas con cuanta banderita sucia del populismo encuentren en los tiros de esquina del campo de flores bordado y de otras tantas que flamean oportunas al viento del cielo azulado socialdemócrata, tan lacayo éste del poder que otorga el dinero pese a la serie de derrotas que día a día le impone la protesta obrera, estudiantil y otras que se alistan a un costado de la cancha rayada de la desigualdad, pintada con el yeso caradura sexenio tras sexenio. Eso si, pedorros y con la panza bien ácida, por tanta comida y trago amigo que surtió la jornada mundialera, nos quedamos atajando penales y preocupados de los pelotazos recibidos en estos días desde diversas ligas locales; de la mexicana, esa del juego de pelota a puro codazo y rodillazo que controla la legión opus dei, quién no perdona los errores de sus rivales y a quienes castiga, a la vieja usanza azteca, en la pira de los sacrificios, asesorado de la veterana ayuda de brujos directores técnicos del priísmo y de aquellas otras, las fuerzas inferiores, nuevas doncellas que se visten de pseudo progresismo y se empelotan de tanta tranza del emperador en jefe, campeón del puntapié vaquero y de los usos y costumbres heredados del hediondo huarache corrupto.
También quedamos atentos al muro de tanques por barrera que impiden que el oriente medio avance para mitigar los lamentos de la triste Palestina. De los offside que quisieran cobrar los referís pseudo constituyentes contra el nacionalizador rompe redes y cadenas, Evo Morales. Por el eterno planchazo soterrado que Condoleza y su dream team de aguateros conspiradores ambiciona dar para desestabilizar al viejo capitán del equipo venezolano. Y así unas cuantas jugadas sucias que lo único que logran es que la delantera o avanzada antineoliberal juegue su mejor partido en estas horas de descuentos y no llegar a la insoportable definición a penales, en donde siempre los comejenes gigantes sacan la garra poderosa en desmedro de cuanto pueblo enano con ilusiones los enfrente.
Dar la vuelta olímpica en las canchas del pisoteado y saqueado pasto latinoamericano, es la tarea. A prepararse entonces, pese a los ensayos y amagues sobre exagerados de los francis fukuyamas que insisten, toda la vida, ganar empatando, amontonarse aferrados en el área chica, faulear hasta el cansancio para defender cualquier posibilidad de gol rival y poner fin a la historia, queriendo driblar embusteramente, con la trampa ideológica capitalista, al último y primer hombre de la decencia utópica y filosófica. ¡Que gane pues el más mejor!.










NO ME AYUDE USTED COMPADREo ese muerto no lo cargo yo
Yo no entro a la pelea de si fue legítimo o no apoyar el paro de estudiantes secundarios que se llevó a cabo en Chile y que en esta ocasión se extendió por más de tres semanas. Más aún, creo que hubiera sido un poco descabellado oponerse a una cuestión tan obvia. Y es que los grandecitos pocazo o nulo aporte hacemos, discutiendo eternamente los pro y contras de algo tan básico como es resolver la calidad de la educación en un país con demasiada mala nota en esos menesteres y que en esta oportunidad, gracias al aburrimiento histórico de promesas sin cumplir, se materializó e hizo realidad con veinte mil púberes en bronca callejera por tanto futuro incierto que les espera y que se acumula a montones en la jaula del jaguar latinoamericano.
Además bastante absurdos y confusos se han visto en estos días todos aquellos adúlteros de la enseñanza, tan rebuenos para embolinar la perdiz a base de sesudos análisis respecto al papel o el rol que le toca jugar a los noveles pingüinos -así les llaman- quienes parados sobre sus firmes extremidades, pese a la escarcha del pavimento santiaguino, aletearon tupido y parejo para confrontar a la desplumada y entumida autoridad local.
Cabe recordar que a partir de los primeros días de paro, la chiquillada se encargó de medir la fuerza y consistencia de un movimiento estudiantil potente y dar cuenta de la tremenda oportunidad que se presentaba, pese, una vez más, a ser acusados y descalificados, desde su génesis, de inmaduros e irresponsables por parte de un gobierno sin brújula en estos menesteres y que haciendo gala de despistado ¡de eso da clases! sacando pecho de gallito constipado, miró a huevo una movilización de masas demasiado importante, y en un destello más parecido al de un gallinazo con espoletas, molió a picanazos, sacando cresta y media a cuanto chiquillo descontento asomara por la Alameda de las deliciosas protestas.Ya sabrán que lo cortés no quita lo valiente, por tanto atreverse a intervenir en estos temas permite ahuyentar la modorra bronquial que este clima otorga y de paso, faltaba más, estirar los entumidos dedos por tanto frío austral producto de la interminable lluvia, con olor a lacrimógena, obsequiada en este picante país de cielo verde ¡oh paco! y que no permite echar demasiado el cuerpo a la llovizna diría aquel maestro de la trova. Me atrevo, a sabiendas además, que contestar o reflexionar cartas es como tratar de tapar el sol con el dedo meñique y la verdad es que en ese encarnado esfuerzo, uno corre el riesgo de que le pisen los callos por ultrón, lo acusen de tener la uña cual vil hoz y de ese modo estropear, a punta de martillazos, el pulcro caparazón de lata en el que nos toca vivir o en el peor de los casos ser vilipendiado como un miserable quiltro que osa meterse en pelea de perros grandes. ¡Vaya uno a saber!
Y a propósito de andar haciendo puntería contra la bandada y los pájaros de mal agüero, especie ésta con demasiada presencia mediática para gorgorear su desenfado hacia todo lo que tenga que ver con paralizaciones, movilizaciones o protestas, me permito esta pequeña licencia de opinar, si no del movimiento estudiantil en cuestión, que noto se defiende solo y, curiosamente, se defiende bien a pesar de las carencias y de la arrogante manipulación, de la pauta oficial que suele vestirse de soberbia mediática envalentonada, de los discursos oportunistas y otros de esa misma calaña que apuntan al pánico y miedo colectivo urdido desde el ministerio chico, aquel del enano muñequeo político que administra su monumental orden y patria entre burdos y estratégicos llamados a la no violencia a base de puro vil garrote sobre la mandíbula de sus adversarios. Tramite que además se realiza en vivo y en directo por la televisión nacional, como sádica y lúdica entretención al respetable y que sirve para vitorear el mediocre pañuelo educacional en esta miserable patria mocosa y llorona por el humo siempre eterno.
Si, opinar respecto a un articulo enviado a mi correo -que al parecer aguanta de todo- casi como carta bajo la manga, onda truhana de casino viñamarino, por uno de los tantos apoderados del colegio que manifestó su oposición al paro y que nos invita, encorajinadamente, supongo, a reflexionar, como si se tratara de la merita panacea o dogma absoluto, cuál debe ser el rol de padres y por ende de sus hijos alumnos que osan sentarse en el pupitre maleducado de los que paralizan en estos días las aulas del engendro educacional.
Documento escrito por el mismísimo Cortés Terzi - de ahora en adelante ct a modo de no perder mucho tiempo – titulado De la vandalización al apologismo (o el "caradurismo" nacional) –asesor espiritual él, de los militantes puros y sinceros que dicen pelear contra el pulpo del imperialismo ¡no luchen mucho chiquillos! y que en un acto superior, se cuadra para sacarle los balazos y pulirle un poco la pintura rayada a este nuevo y flamante gobierno de transición, acusando a quien se ponga enfrente, entre ellos a los padres -me incluyo- por el despropósito irresponsable, según él, de apoyar el múltiple colorido de demandas escolares y que logró, recordemos, durante estas largas jornadas, opacar el demagógico arco iris concertacionista, demasiado tristón a estas alturas, y pintarle las rayitas de verdad, veladuras incluidas, a este jaguar con chasquillas en su mentiroso afán de pasar por ciegos, tuertos y miopes gracias a las vergüenzas educacionales, autografiadas y heredadas del decrépito gorila, sin siquiera arrugar la reseca y corva pezuña de la indecencia.
Demás está decir que todo analista de la realidad en estos días peló el cable con aquello de la movilización social de los desmovilizados a pata y sin pase escolar estudiantes. Otros más bribones, se vieron desconcertados y gritaron su bravata por que así se los ordena el partido oficialista en el cual militan. Obviamente ct, es uno de ellos y no iba a perder su oportunidad en su rol de curioso analista encargado del laboratorio donde se higieniza la ideología marxisocialista, a ritmo de tarantela renovada por supuesto, en donde su calidad de gurú –que da absolutamente lo mismo- le permite usufructuar de los medios a los cuales tanto critica, pero que, curiosamente, ocupa por entero, sin rubor siquiera, cuando lo requiere su cháchara gramsciana o más bien: cuando es preciso dar voz pública a la línea política que procura pautear a sus huestes, aquellas huestes del raro, por decir algo, socialismo neoliberal con olor a charquicán de presente vergonzante que funde en su crisol la mentira.
Y es que aparece sospechoso su enojo ante la realidad de estos días. Sospecho que, seguramente, no alcanzó ni siquiera a imaginarse la notable estampida estudiantil. Seguro que dicha revuelta no estuvo contemplada en su verticalidad sesuda, dejándolo desarmado, con los crespos hechos y al margen del análisis correcto desde su avanzado, por añejo, claustro de opinión. De ahí la rabieta de lumbrera que nos ofrece y que deja entrever en su exabrupto artículo de opinión, por supuesto, publicado en aquel diario de La Nación, diario rastrero, defensor de la mediocridad l.o.c.e, z.i.l.i.c, t.e.r.z.i, p.a.c.o.s, p.d.c, p.p.d, p.s, u.d.i.s, r.n, y de o.t.r.o.s engendros sistémicos, pero diario oficial del pueblo a fin de cuentas.
Ahora es claro que ct tiene bronca con sus colegas analistas que al igual que él, no supieron ¡que horror! adelantarse a los acontecimientos de la chamacada estudiante. Pretendiendo hoy, eso si, al igual que él, darnos el rumbo y la orientación política correcta sobre un movimiento estudiantil que, por gracia, tiene, justamente, aquello de no erigirse como bastión de la verdad y menos en una estrategia de poderosos o de gobernantes neoliberales a los cuales estos corteses analistas acostumbran los respectivos y hediondos lameculósculos.
Peor tantito, por que justificar en su esmirriada clarividencia de textos y hociconas letras de resignación, la autocomplacencia auto flagelante, es una mala señal y ruin forma de ver el mundo. Tan solo faltó en esta ocasión que ct nos culpe de las masacres cometidas por la famosita caravana de la muerte, aquella que asoló el país, matando compatriotas, desde el primer día del golpe de estado.
Que nos responsabilice, tal vez, por los cheques de grandes sumas fiscales, donados al hijo tonto del tirano demente chica. O que nos exija cuentas ¡capaz! por los asuntos del ministerio de obras públicas, en donde algunos magos de las finanzas pusieron patitas y ruedas a cuanta plata hubiera cerca, de modo de financiar campañas políticas oficialistas. Caraderaja al final de cuentas.
Y ya que quedó fuera de juego en esta oportunidad y dan ganas de expulsarlo de la cancha rapidito, con la tarjeta más roja que exista, si es que existe, aprovecho y me retiro a ver la anhelada copa, del mundo obviamente. En una de esas, gana Chile –diría el analista- y las cosas se arreglan. Me imagino que durante todo un mes, por lo menos, bajaran las manifestaciones; todo gracias a la imagen directa desde Alemania y más de seguro, cierta tranquilidad encontrarán las hordas defensoras del sistemita.
Eso si ¡cuidado! no vaya a ser, también que pronto nos carguen el muertito de las complicaciones del crudo invierno, entre ellas los conflictos típicos del sector salud y el colapso de un sistema que se empina al auge de la debacle. Por supuesto, no faltará el obstruido de la neurona médica que nos achacará lo irresponsable que somos en eso de no prevenir las inundaciones y las múltiples enfermedades de nuestros hijos estudiantes. ¡En fin!


MEXICO PARA CHILE Y CHILE PARA LOS MEXICANOSo como andar con el culo a dos manos
Esa fue la frase, con demasiada carga chacotera, expresada alguna vez en la Ciudad de México, que sirvió para sellar la amistad de los pueblos chileno-mexicano en aquellos tiempos de exilio y genocidio, inaugurado por los malandras en todito el continente. Específicamente se refería a la generosidad del gobierno mexicano hacia la patria de Víctor Jara , Neruda, Miguel Enríquez y miles de otros que, posteriormente, sufrieron los embates de la represión y, en mucho de los casos, luego la muerte. El mero presidente de esa época, Echeverría, se la mandó sin arrugar ni apretar el culo siquiera y mucho menos las dijo en tono de albur al respetable allí presente. El asunto era impactar saludando con la mano izquierda de la solidaridad para quienes la requerían urgente y recoger los frutos de la conveniencia política con la otra, aquella soterrada derecha. Albur a fin de cuentas.
Y es que se trataba del mismo mandamás priísta, tan bueno para la arenga humanitaria y que al mismo tiempo, contradicto, hacía trizas a cuanto mexicano asomara dudas e inconformidad respecto al sistema. Los caminos del sur y del norte en la patria de Zapata y muchos otros, se tiñeron de sangre gracias a la guerra de baja intensidad que ofrecía, cada sexenio, el partido gobernante. Fuimos quizás y sin querer queriendo, mudos testigos de la matanza en contra de indígenas, campesinos y luchadores sociales, como el caso de los maestros primarios Lucio Cabañas y Genaro Vázquez , acontecidas por allá cerquitas de Acapulco, y que de seguro hoy penan las conciencias de muchos bandoleros a pesar de las eternas vacaciones otorgadas por la amnistía y el punto final. Efectivamente, se trataba del mismo presidente gorila que unos años antes, en otro cargo, desde la secretaría de Gobernación, no sin antes dar aviso al olímpico y mundialero discapacitado mental Díaz Ordaz, hizo mierda la plaza de las tres culturas en Tlatelolco y a cientos de estudiantes que protestaban por un poco de justicia social. ¡Carasderaja!
Y esa frase, tan rebuscada y bien hecha para la época, una vez más se nos viene encima en esta historia del desprecio, y se nos viene de golpe para mostrarnos la mano derecha sin tapujos, que portan sin guante alguno -de la decencia por lo menos- quienes se presentan, desde su limbo caradura, como los campeones de la igualdad y el respeto a los derechos humanos.
Expulsar agitadores extranjeros previa golpiza, violación, humillación y manoseos son el lema actual al igual que ayer: los tecolotes policíacos en el chilango panista mexicano, demuestran una vez más sus dotes de machos recios gracias al patrocinio grotesco de la maricona secretaría de gobernación, quien suele vomitar su desprecio ante todo lo que huela a extranjero, previa consulta, claro, a la burocracia del poder político central, del cual siempre podremos dudar gracias a su generoso aporte en las prácticas que inspiran sus conocidos métodos represivos.
Y es que más que funcionar como oficina de extranjería, su laburo consiste en parapetarse en el escritorio del interrogatorio, adornado con múltiples artefactos del dolor y con ellos, torturar y transpirar vejámenes hacia cualquier infeliz que se cruce en su sudado y sádico camino guerrero. Simular la tara de la vil gestapo nazi y hacer de la fanfarronería de goebbels (padre de aquella mentira que repetida mil veces se convierte en una verdad) es parte del miserable juego de truhanes con cartas marcadas, guardadas siempre, a un ladito de la pistola asesina. Absolutamente la neta mano.
Manipular el cuerpo y las conciencias son la mejor arma de sometimiento y de paso, sirve para controlar toda protesta social. Se logra con ello el objetivo mediático y embustero en defensa grotesca de los intereses políticos y de uno que otro negocio que sirva para mantener a un país acribillado y completamente saqueado de humanidad y por supuesto de sus riquezas. Aquel país de las polainas dizque revolucionarias, de las desgastadas charreteras de la prócer impunidad, de las botas vaqueras que visten a estos cantinflas del poder y que suelen ostentar roñosos, son la génesis de cómo se debe manipular la manipulación.
Experiencia sobrada en las artes de la inteligencia y contrainteligencia, de guerras sucias y varias masacres colectivas, planificadas en la fábrica de la porquería, les permite grabar con el puntapié toletero del desprecio y la macana del tatequieto, a quienes se pasen de listos son el regalo ofrecido para todos los hijos del culo que resulten responsables de desestabilizar el pañito estirado del egoísmo, ubicado sobre la mesa rayada con el corvo acerado, de la institucionalidad. ¡Hijos de la chingada!
Por su parte, sin ser menos ¡faltaba más! aplicando las mismas razones odiosas de estado, contrapuntea su par chileno. Educado y escudado en el buitre actuar de la luma degolladora de la carabinera policía, hace sus propias demostraciones de fuerza, con algo de nerviosa añoranza fascista, para aplicar expulsiones, deportaciones a cualquier pinche pelado majadero que venga a revolver el gallinero o que insulte las ciegas y tuertiles políticas que acostumbran cacarear, en esta eterna transición del guanaco lanza aguas, la tropa meada de charlatanes, defensores eso si, con el pecho de paloma al viento, hediondo a mierda, de las bondades del carroñero buitre neoliberal. Y claro, entre ofendidos y mal gestados, nos cantan la neta de lo mal agradecidos que somos todos aquellos vendepatrias con ideas contrarias y extranjerizantes cuando les movemos el piso de su estabilidad política. ¡Me cago en la hostia!
Y a propósito, del caso mexicano, no bastó que en estos días fuera noticia la extradición de vascos al reino de España, previamente urdida y tejida en lo oscurito de la tela de arañas gubernamental, si no que también se aplicó el mismo método a cinco extranjeros, quienes afectados por los sucesos criminales, a cargo de la tropa villana, acontecidos en el poblado de Atenco -tan lejos de dios y tan cerquitas de los legionarios de cristo- debieron abandonar a patadas en el culo aquella supuesta tierra de la solidaridad.
Violación, degeneración y amagues fusileros de por medio, fueron la tónica para quienes osaron estar justo en el lugar menos indicado. Entre ellos, dos ciudadanos chilenos, estudiantes de cine, que no alcanzaron ni a ver ¡de seguro! mucho menos filmar, la cara siniestra de la tortura, camuflada bajo el tufo tequilero, y otros estimulantes que la tropa cuartelera portaba en la vena hinchada de cobardía, adoctrinada en la bajeza de la guerra antisubersiva, presta para la golpiza para luego ya, ser acusados de armar la rebelión popular, la casa de putas a calzón quitado y, de paso, ser una especie de padres ideológicos y sino asesores espirituales, del merito sup comandante. ¡Que la virgencita de Guadalupe nos libre y pille confesados!
En el caso sureño, faltaba más que faltara menos, también hubo medalla al mérito represivo y comunicacional. Se trató en esta ocasión, no faltan los pretextos, de un ciudadano argentino acusado de infiltrarse y agitar a los estudiantes parados en la protesta en contra de un régimen político más habituado a velar por las enseñanzas que nos imponen los ricos inversionistas y acostumbrados tan solo a poner una velita en la tumba de la pobre educación de sus hijos.
El amigo fue acusado de ser casi igualito al Che Guevara, hincha de Boca, un Maradonna cualquiera y por supuesto de comer demasiado bife chorizo. Así, cuanta mentira pelotuda desloma, estos días, la parrilla comunicacional en este paisaje nacional y que tan solo reposa tierna en la cabeza llena de brazas de la guardia pretoriana del ministerio del interior, tristemente, conocido como fiel caimán del orden y de la patria. ¡Chido!
Eso sí, la torpeza se vistió escotada, estrecha y siútica, mostrando todo el cuello criminal de archiconocida historia con tan lamentables resultados para este reino de la impunidad y el ostentoso olvido. Las consecutivas marchas estudiantiles, que no se agotan y amontonan en la agenda del jaguar, solicitando una vez más y, de una vez por todas, el término al desprecio, la exclusión económica y de paso gritar hasta con las muelas del juicio, las promesas no cumplidas por los populistas y hocicones programas de gobiernos farsantes; respecto, en este caso, a los nóveles y apaleados estudiantes secundarios y universitarios. Pero, ojo, ya sabemos, nos tienen avisados. La luma y el garrote estarán prestos para dejar en claro con qué chicha criolla o pulque precolombino nos estamos curando por estos días. ¡Salú! y ¿qué fue?.
La competencia autoritaria de estas dos naciones por liderar el raiting del zarpazo es dura e inagotable. Razón de sobra para influenciar al resto de gobiernos del continente que lo requiera, con una manita de gato generosa cuando se trate de acallar la protesta generalizada. La escuela docta de los ejercicios del garrote se encuentra abierta. La parrilla caliente y el pau de arara son materia fija para la malla curricular. La neurona represiva, aquella que la canallada porta, será capaz de atrofiar a la otra, la pensante, por tanta patada y corriente en el seso aprendiz, y puede que se multiplique como aneurisma totalitario en estos mórbidos salones de clase. La enseñanza del crimen institucional y la impunidad del mismo, pareciera con mucho futuro en la mollera obtusa de estos bellacos. Y ¡que menos! cuentan con la autorización necesaria de gobiernos cobardes. ¡Viva la vida!
Y la verdad es que aquel artículo treinta y tres mexicano, aquel que amenaza con las peores penas -al mejor estilo lecumberri- a los extranjeros que se porten mal, es igualito al elástico de los calzones que usa la maricona soldadesca, se estira y encoge a discreción, dependiendo del blanco o en su defecto consignando el descontento de turno al garrote cuartelero.
El triste caso chileno, tiene más aristas, entre ellas la constitución heredada de pinochet, que de todos modos, medio ruborizados, gustan utilizar para trapear con todo lo que huela a distinto, y para efectos de operatividad, cuenta con un amplio apoyo de las instituciones y también, faltaba más, cuenta con algún calabozo como aquel de Borgoño, antiguamente usado por la policía secreta del tirano y que hoy sirve para lo mismo, salvo por los adornos de parras que luce y por que lo cruza un gran estero, sin embargo el reseco sauce sigue llorando, día tras día, la tragedia nacional que se lava gracias al pañuelo de la desmemoria generalizada. ¡Se los firmo!
En ambos casos, la pauta comunicacional del oficialismo, aquella que se escribe con la garra y borra con la uña infectada de ideología gobernante, se pasa por el aro toda regla de la decencia. El truco del montaje y la mentira trucha, hacen un verdadero carnaval y festín al tergiversar y manipular toditos los hechos anteriores con el fin de dejar en claro que a río revuelto de soberbia, ganancia de bribones y de bandoleros pescados podridos, amos y señores de estas transiciones políticas. ¡Me cae que sí!
Y qué manera de parecerse ambas transiciones. Qué se me hace que, tanto Chile como México, cada día son una especie de oveja doli, un clon ensimismado en sí mismo. Y es que el experimento capitalista los tiene cual hijos de la misma puta, idénticos y verdaderos baluartes paridos contra el mal. Qué manera de andar iguales por la mala vida. Que manera de igualarse en la oferta del desprecio por parte de sus chaqueteras autoridades, quienes, y gracias al garrote bien aferrado en su nerviosa mano represora, buscan salvar su populismo y validar los engaños ofrecidos en la oferta del libre mercado. Será acaso que Chile, el picante y ordinario cóndor de Latinoamérica se está mexicanizando, y al revés, México, el guajolote desplumado en la cazuela del sistema imperante, añora chilenizarse. ¡Pinches igualados éstos!
Algo hay de eso. Chile y México, recordemos, son los mejores aliados del norteño afiebrado en los conflictos de baja intensidad y en las altas conciliaciones del mercado. Son además los encargados de hacer bien la tarea sucia encomendada por el patético cowboy atrincherado en el cuartel de entrenamientos del quirúrgico salón oval. Netos represores bajo el paraguas de la democracia vigilada y tutelada, bendecida por ese mismísimo enfermo terminal de la verdad absoluta.
Y cabe preguntarse, a propósito de enfermos, no será posible que en estas horas y haciéndole honor al título de esta crónica, estas excitadas criaturas, tropas de elite de ambos estados carnales, se encuentren intercambiando impresiones respecto al modo correcto de cómo reprimir a sus pueblos. No será acaso que, con el cariño que se tienen, de hermanos de ruta y pasión, jueguen en este preciso momento a las cambiaditas y cambalaches entre pares, estimulándose con todos sus benditos palos, cachiporras y toletes dejando bien en claro y de paso bien enrarecido el ambiente, todo el cariño perverso que comparten gustosos en contra de sus indefensos connacionales.
De seguro más de algún asesor represivo, mercenario de uno y otro país, pasea su mórbida experiencia, su carnicera y roedora existencia en uno y otro país, en pos de velar por la tranquilidad de los intereses de la clase dominante y más que de seguro en estas horas estarán haciendo labor sobre las costillas de América y los huesos de Latina.
En resumen y aunque les pese, son los continuadores de la saga dictatorial priísta y pinochetista respectivamente. Estarán siempre hermanados en la sangre, que ven extasiados correr, de sus pueblos. Son los encargados de continuar el trabajo sucio de la higiénica, por carnicera, escuelita represiva, con matrícula abierta y pase escolar directo sin costo alguno para todas aquellas nuevas generaciones de tonton macoutes y gurkas del vecindario y que, desde ya, se nos vienen encima. ¡Chales!





PARA BAILAR LA BAMBAo cómo bailar guaracha sobre el imperio
¡Estamos mal mi ése!. Lo digo a propósito del boicot, contra la ramplona y descalificadora política migratoria gabacha, presupuestado para el primero de Mayo y que se hace en apoyo a los indocumentados e ilegales que emigran al norte.
Y la verdad es que, últimamente, compro todito lo necesario en las grandes tiendas sucursales instaladas por acá en Chile. No hay día que pase, que no deje de hacerlo. Estos boliches, dunkin, mc donalds, el burguer king, starbucks, sears, crispy cream, walmart, seven-eleven y otros, parecieran ya un bien adquirido, una especie de necesidad física, mental, y claro, la necedad por el consumo e invertir el money, constante y sonante, que funciona cual campanitas en nuestro machacado seso arribista, impulsa nuestro esmirriado cuerpo en pos del gasto.
Es más, nuestros devaluados pesos, cada día se cotizan mejor en la canasta básica, sin fondo, que ofrece el crédito de consumo. Incluso, a cada instante podemos ver excitados a quienes controlan al resto con su poder económico, demandar que inviertas tu miserable plata y también tus horas de ocio – cada minuto es importante- en cuanta vitrina linda se atraviese por el feo y cada día más turbado camino consumista.
Sencillamente brother, el sistem te absorbe y pues cuando la gente se resigna y se envalentona en la oferta, no queda de otra, mi ése. Y confieso que no tengo muchas ganas de dejar de visitar cuanta tienda de ofertas se ponga en mi vilipendiado presupuesto, al contrario, las gozo; esos sitios, esos tianguis del lujo y el placer, verdaderos epicentros de la economía, dizque globalizada, y en su lógica de existir, gracias al cariño fingido, hacia el pueblo, de los empresarios y gobiernos neo liberales, sostienen el empleo y la especulación bursátil a pesar de nuestro, muchas veces, cómodo reclamo.
Mirar la cara de los consumidores de la dicha, la verdad es que, además de preocuparme, me interesa como fenómeno social que, sin lugar a dudas, mata, gratuitamente, cual veneno de soberbio alacrán, la ponzoñosa armonía acumulada en una ciudadanía delirante por la cicuta del mall, el shoping, el restaurante de comida rápida y otros adefesios construidos por el yanqui, que no hacen más que perpetuar su marca registrada en los corazones emocionados de cuanto sudaca sometido en la ruta viciosa de consumirse en el consumo.
Más encima que a la gente –dime si no es cierto- curiosamente le fascina andar de compras y entreteniéndose en ello ¿o no?, ¿a quién no le encantan los ejercicios de la bolsa, llena de ropa marca polo o tomarse la necesaria coca cola –enjoy- heladita, burbujeante?, ¿Y el car marca chevrolet o aquel ford fiesta para la regalona baby quinceañera? Comprenderás que uno no puede andar por el world arrebatando las necesidades así por así, menos a quienes disfrutan con ellas y mucho menos ¡oh my god! andarle haciendo revolutions a quienes gobiernan nuestros países, cual viles títeres del poder de los estadosunidos. No vaya a ser que las cananeas y masacres obreras se multipliquen y jodan la armónica relación de la masa no crítica, sedados ciudadanos, del vil consumo de especias, en el libre mercado sobre ruedas.
México en ese sentido, por ejemplo, es un país gobernado por tantos mother foquins que, la puritita verdad, asquea mencionarlos. Judas es, tan solo, un cesante niño de pecho respecto a los responsables y culpables directos del abandono de nuestros connacionales que buscan alguna posibilidad de subsistencia fuera de sus fronteras políticas. Entre más se vayan ¡que mejor para el robo y el saqueo interno!. Remesa bracera incluida. No me cabe duda que cualquier pendejete, de esos cándidos candidatos –en orden alfabético para no ofender- calderones, madrazos, pejelagartijos, el mismísimo doctor mortis de la medicina barata e, incluso, un buen porcentaje de población egoísta e individualista ¡esa sobra! harán que cada día que pase, más mexicanos asimilen su pobre existencia y se larguen por cualquier vía a los yunaites. Para que, al mismo tiempo, – obvio- les pasen la factura de la ilegalidad y el de la penosa esclavitud que tanto acostumbran los bush y cuantos otros paranoicos foquin bastar del norte. Y es que pareciera que ése es el destino de nuestra paisanada latinoamericana: echarle pal norte es el lema ante el desprecio que nuestras queridas y violentadas patrias ofrecen, eternamente, en forma gratuita, tanto hambre como miseria extrema.
¿Y el sueño americano, me pregunto yo, o acaso no tenemos derecho al dream del one millón of dollars? Círculo vicioso, men. Así son también los vicios del consumo, de la explotación, del racismo y cuanta mierda más tenga que ver con las economías de países subdesarrollados -mal rotulados como emergentes- incondicionales títeres del paladín norteño.
Por eso, en cierto modo y modestamente llamo a la calma, mi ése. No vaya a ser que tengamos que quedar colgados tan solo de la brocha del subsidio, debido a que nos saquen bruscamente la frágil escalera de la dependencia económica, política, cultural y quedemos con tan pocos objetos de placer, dicha y felicidad, regalados por la mano generosa del tío sam y eso nos vuelva unos parias algo traumatizados, supongo, y tengamos que acudir al psicólogo para que nos alivie con sus recomendaciones de ver alguna película – en alguna cadena de cines australianos- del migrante jaki chan o en el peor de los casos, nos ponga a ver aquel bodrio, onda jolibudence, un día sin mexicanos, que además de mala, nos propone una protesta sobreactuada con demasiada post producción gringa de idílico resultado final - very tipical made in usa- un tanto de mal gusto, diría, para mi precario sentido cinéfilo.
En fin, y ya que estamos envalentonados y hociconeando de lo lindo, propongo mejor lo siguiente, de ese modo hacemos las cosas como corresponde y no le dejamos posibilidades al snobismo de la culpa –tan católica- de solo un día: qué les parece si extendemos indefinidamente nuestra huelga en contra de los gringos y además, la empezamos de buena manera y en forma obsesiva por decir lo menos. Por ejemplo, ¿por qué no desconectamos cuanto aparato con enchufe general electric tengamos en casa?. Mandemos al carajo los celulares de las companis gringas, que sabemos, además de México, sobran e inundan, cual invasión de marines, el resto del continente. Mandemos a la porra la TV por cable, infectada por tanto cachureo de espién, ache bé olé, ce ene ene y cuanta maldita señal nos mandan vía internet, llámese ésta, yahoo, messenger, google y otros.
Dejemos, también y ¿por qué no? de consumir la divisa verde y sometámonos – ya sabes que nos gusta someternos - al euro de las europas. De pasadita hagamos zumbar nuestras tarjetas plásticas de apellido master card y visa y luego las botamos en el tarro del autóctono desprecio social. Hagámonos abstemios de una vez y tomémonos toditos los tragos con olor gabacho y de paso apantallamos a los ingleses vaciando todas las botellas de scotch güisqui y ya que andamos de paseo por el río bravo, le pegamos un raspón de cuernos a los gusanos de miami y a su destilado ron con gusto a mariel. ¡Qué volá asere!
Saquemos a nuestros babys de todo colegio bilingüe y los ponemos a aprender otras lenguas un poco más sensibles tales como el pragmático mandarin, el prusianísimo alemán o incluso el idioma de la patria chilena, que a propósito, cada día que pasa, se transforma en un verdadero bastión americano. Y es que la soberbia, egoísmo, arribismo, el oportunismo, son el relleno de la empanada y cebolla rancia de cada día. Como consuelo para aquellos que pretenden la especialización del idioma, a propósito de la lengua que estruja y somete, pensemos que ésta, tan sólo sirve para que nuestro boys sean bilingües a la hora de ver películas no dobladas al español y que inundan la TV abierta y la otra, la privada.
No comamos más latigudas papas fritas y hamburguesas con sabor a saqueo vacuno, además que éstas, ya sabemos, causan la famosa aftosa en el cuerpo y el apendejamiento en el cerebro de los animales, si no, pregúntenles a los torpes y regordetes burros y osos yogis republicanos y demócratas.
Solicitemos además ¡esta es buena! a los chantas que gobiernan nuestros países, que boicoteen, definitivamente, a instancias tan despreciables y rastreras tales como: el fondo monetario internacional, el banco mundial, la oea y otras como la onu, que en la práctica, son los bastiones ideológicos de los intereses anglo y americanos -con defensa kamikaze incluida- conformada tanto por el vil ex migrante schwarzenegger como también por aquel panzer regordete de origen chileno, en su nuevo rol, estelar, de guardián del orden, vulgarmente conocido con el alias de lameculósculos.
¡Es más! procuremos que los hijos de nuestras tristes tierras, se dejen con el temita de andar haciendo maestrías y doctorados en cuanta universidad y centro de adiestramiento nos ofrezca el imperio. Así, por lo menos, nos cuidamos que nuevos tecnócratas nos apuntalen con sus corvos afilados en la escuela de chicago, en el extenso y monumental muro de los lamentos que se construye all day, gracias a las cagonas y oxidadas políticas de distribución del ingreso que dicen aprender intelectualmente ignorantes. Evita así, un hijo de putas en la casa… ¡Con todo el respeto que se merecen las putas! claro.
Para concluir, démonos el tiempo de pensar entonces que, mientras se lleva a cabo la mentada protesta, boicot, paro, huelga, a mi entender demasiado light y muy forzada en la cursilería del individualismo, miles de connacionales seguirán con el desfile de la humillación y el desprecio, trazado por aquellos caciques vendepatrias, que se dicen preocupados por el futuro de nuestros pueblos.
Hasta que no exista una real voluntad política de hacer más justas nuestras riquezas –poco probable que suceda- tan solo queda resistir con la protesta eterna y encabronada en contra del miserable futuro que nos espera en nuestras añoradas tierras de fuego. Tan inflamadas por la miseria humana –remesa incluida- gracias al gentil auspicio y patrocinio de los comejenes del capitalismo salvaje, que se ubican, estratégicamente, desde el norte del río bravo hasta el sur más austral y que también ¡qué menos! tiene su río, pero que a veces sólo se llena de sangre, sudor y lágrimas y para consuelo poco ¡algo es algo! éste se reparte sin egoísmos y aceleradamente por todo el hipotecado continente americasi.






YA LLEGÓ EL QUE ANDABA AUSENTE se me (le) concedió volver
Con doscientos kilos, envalijados a pulso, comenzó la arriada de la carpa mexicana y procesión de retorno a la patria facha y pedófila que nos vió nacer apenas con su ojeroso y desaliñado encanto. Y a modo de homenajearla, por ladina, por prusiana, también por que nos acoge en su seno derecho, demasiado arrugado de tanto desodorante neoliberal, denominamos éste viaje de retorno como la Operación Chilaquil de Cóndor, consistente en cruzar el picante continente por la agridulce ruta aérea maya-mapuche de cremoso itinerario, vuelo directo incluido, azafatas con perfume tortillero, de piernas largas color caldo de pollo, que no alcanzan ni para un delicioso caldo tlalpeño, de esos ricos que se preparan –eso dicen, albures le llaman- en los moteles de calzada de Tlálpan.
Señores y señoritas con demasiadas espinillas de agua... de aguantarse las ganas del erótico y emblemático vuelo del cóndor y que sin escalas, ni roperos, nos acarrean desde la lagunosa Tenochtitlan hasta el hoy poco caudaloso río Mapocho -ya proyectado a futuro como navegable, veneciano y gondolero- en la nueva, acaudalada, quesera y cebollera ciudad de Santiago.
Asuntos domésticos y salvajemente cubicados, gracias al esfuerzo de varios culos solidarios y nalgas, gratamente, generosas en apriete cachete y meneo constante sobre las viriles petacas, permitieron, definitivamente, cerrar en esas horas de contracciones las flácidas braguetas (¡de las maletas por supuesto!) en forma expedita y que hoy, portan todos aquellos momentos afectivos recopilados por suerte perra en la urbe chilanga; que nos acogió en su escuincle ladrido inhumano durante más de dos años y que nunca olvidaremos a pesar de volver a las mismísimas barbas canas del quiltro país campeón de la amnesia y de la gimnasia del borrón y cuenta nueva.
Mucho camino aéreo triste, por la cuatería amiga que queda atrás, demasiado al norte, tan lejos de dios y tan cerca de los estadosunidos. Una vez más la abonaremos en la maceta de nuestra florería migrante, tan llena de flores de cempasúchitl afectivas y también de otras buenas hierbas que nacen y crecen bajo el alero izquierdo del sobaco afectivo y de los primaverales pálpitos de nuestros transpirados corazones sudacas.
La regaremos, además, con la agüita limpia y cristalina de los quereres y todo lo que huela a amistad a modo de prevenir la resequedad que provoca la distancia kilometral del abandono. De paso también, humedeceremos el cuerpo y alma con la chela generosa que apaga toda la carraspera del gaznate errante y con ella saludar, espumosamente, a cada una de las gratas flores por esas tierras Totonacas .
Así y al mejor estilo Fujimori (aquél garrapatas del asesinato, la tortura, las coimas y extorsiones en su luminoso sendero dictatorial) fue nuestra salida desde el don Benito Juárez air port.
Abandonamos la Ciudad de México sin deberla ni temerla pese a que los timbres y matasellos a los documentos de viaje brillaron por su ausencia; el control interno por parte de la maquinaria migratoria mexicana se chingó ¡una vez más! anotándose otro poroto de la rienda suelta en su burdo anhelo e intento de arribar al primer mundo con el tren de aterrizaje inflamado y hediondo por tanto sushi combinado con taco al pastor, frijoles refritos en el cuerpo y sobre todo por tratarse de vísperas de la gesta revolucionaria acontecida el siglo pasado, tan llena de tequilas, baile aguardientoso y ebrios confites que, seguramente, arrumaron al presto personal de turno, permitiendo a la familia peregrina, de rasgo oriental escaso, continuar rumbo al sur en busca de la tierra incrustada en el círculo bipolar de la amnesia y rayando en el hemisferio derecho del mercantilismo. Cambalache y ultraje que, dicho sea de paso, serán muchas veces piedra de tope para proyectar la armonía como eje central Lázaro Cárdenas de nuestras sencillas y a estas alturas, renacionalizadas vidas.
El avión lan-chero de clásico clasismo se comportó a la altura de los países bajos por sus plásticos comestibles y tragos escudados en imitación cristalera. Algunos breves estragos de índole vomitiva en más de un pasajero que, a esas alturas de crucero, tan solo deseaban la infaltable bolsita feliz del guacareo ante tanta turbulencia climática y también de seguro, por la cercanía, a cada momento, del turbio país de destino. La foto postal y aérea del faldeo cordillerano y que nos guiña con sus lagañas y costras de nieve casi centenarias, es el primer aviso que ya estamos cerca de la tierra prometida, vendida, saqueada y consumida por la mano gentil del sistema político y económico actual, heredado, cabe indicar, de la milica dictadura.
También se encarga de avisarnos que la cruda caña de la realidad chilensis se nos viene a la cabeza de golpe y madrazo. Por tanto, fue un deber patrio insistir a la gentil y aeromoza funcionaria aviática (propiedad de uno de los saqueadores criollos con mayor éxito, hombre éste que apiña su fortuna a base de la risa perfecta del crédito de consumo, el crédito hipotecario, el crédito moroso) se rajara con otro whisky on the rock, antes que el hielo andino consumiera, definitivamente, nuestras pretensiones de ser los ingleses de América Latina.
Llegamos justo a tiempo en que los pajaritos cantan al desolado campo santo del aterrizaje forzado de la chilena realidad, donde también, su capital nos recibe vestida de vieja que se levanta postmoderna, arrastrando la cobija y la niebla madrugadora para reflejarse en sus escotadas palmeras transplantadas por algún imbécil soñador del paisaje arribista, asesorado de seguro, por los neo jaguares clonados de lobitos con piel de oveja que el sistema recluta. Trepadores, además, del árbol de la economía de libre mercado que entre otras cosas, transformó a la ciudad... al país... en un gran tianguis fotocopiado de la mera e idílica miami beach y que tiene a cuanto chileno marchante, naufragando en las ofertas, ahogado de placer con lo que liquida el marketing, preso del tarjetazo y con pesadillas impagas de crédito. ¡Escoba!
Aterrizados ya en el polvoriento escarpado del moderno aeropuerto de la ciudad, las primeras pautas de cómo se encuentra el país de la pedofília, de los imputados por acoso sexual, pederastas de la legalidad al estilo Orden y Patria, de precoz uniforme gris con accesorios color plomo, viril corte de pelo casquete corto, onda cráneo milico, electoral orgasmo para elegir al cordero de dios busch junior, son los primeros balbuceos que nos quitarán los pecados del mundo e higienizarán la bienvenida a esta suerte de país remozado.
La paisanada interna, sigue igual, es decir, cada día más cercana a la pendeja idea de sentirse únicos habitantes en el mundo, nacionalistas y de extremada pose de pumas prestos al ataque histérico en el desfiladero de la preciada modernidad como excéntrica virtud del más fuerte, del soberbio, del rico, que a punta de zarpazos, dejan la herida abierta y huellas costrosas a quien se atreva a mencionar la palabrota desigualdad. ¡Pinches igualados éstos!
Y, a propósito, las elecciones de turno; pan y circo para este pueblo que no escatima elogios en la payasada performática de cuanto candidato se pasee al igual que el reno Rodolfo tras la migaja musical del jingle electoral, al filo y en la cuerda floja de híbrido democrático al mejor estilo yanqui y donde todo se soluciona gracias al obscuro acuerdo de los poderosos en los pasillos de la mediocre transición.
Sin rubor, se muestra la careta de basurero ideológico en que se encuentra sumergida esta nación del tranco político embustero; demasiado cochinos y mugrosos comparecen los cándidos candidatos del sistema binominal, que en estos días muestran la garra perversa para el triunfo en las urnas del arañazo antidemocrático.
Así, también, descubrimos en el aterrizaje a esta tierra conservadora, a su electoral clientela que apuesta en estas horas de sol sudaca, por el pescado más podrido en la importante misión que cada seis años el sistema le ofrece y encomienda para elegir a su representante idóneo. Pueblo entonces, de inocencia fascista, respetable público intelectualmente ignorante, campeón de la legalidad mentirosamente pinocha, santurrón de humo blanco color vaticano y fiel amante de las urnas con segunda vuelta de carnero-electoral.
Ya se viene entonces, nuevamente, la maquinaria electoral con marsellesa a ritmo de tarantela, que incluye los grumos de cal y yeso de la renovación ideológica y que buscará aminorar el hoyo profundo de las desigualdades gracias al parche de engrudo en sus propuestas de gobierno, tan llenas de oportunismo, soberbia y arrogancia, amparadas y amamantadas al igual que Rómulo y Remo en el alero de su coyota matriz capitalista y que tiene su laboratorio principal en esta tierra de pro hombres, ricos empresarios, gente de bien, viles estatuas de la herencia dictatorial y de la transición, que con risas de eterno bronce, también preparan su oferta de fin de año intentando apiñar a cuanto chileno con aires de millonario yanqui se tropiece en su loza de aterrizaje de forzado y fruncido populismo.
Así, entonces, se viene la competencia de ridículos y famosos, charlatanes que buscarán encantar a toda costa a un pueblo demasiado resignado a la mecánica de la vida y que dejó, hace mucho tiempo, todos los deseos y sueños, en la maleta de las utopías, de seguro botada en algún aeropuerto de la postmodernidad o enterrada en alguna fosa del pensamiento revolucionario que aún no atina ni siquiera a buscarla en forma urgente y expedita.
Mientras tanto, seguiremos construyendo nuestra nueva base social, diría un amigo, a base de puro envase y vasitos chicos, visitando los bares del barrio, que además de acogedores de la buena plática amiga, entretienen a la tripa pre cirrótica y alivianan la desagradable carga del grano renal calculado para el periodo estival, haciendo de este zoomorfo pro hombre, mitad cóndor y mitad villano guajolote azteca (con cierto dejo de serpiente emplumada) bicho raro y presa fácil de los placeres de la cebada fría y que en pose robusta y curvada, sacando pecho, se asomará desde los riscos, en armonía, planeando las corrientes de aire, suave, cortito, en vuelo raso, procurando no caer de garras o de hocico -onda condorito- al suelo patrio lleno de baches e impunes zancadillas sociales que oferta, ya en módicos pagos, este territorio ubicado en la quebrá del ají, la punta del cerro o para ser más precisos, en la cresta del mundo y como ya volvió el que estaba ausente, pos ¡salud mano!











SI HE DE MORIR MAÑANApos que me maten de una vez
El día de todos los santos y el de muertos no pasan desapercibidos en esta tierra revuelta de difuntos, menos con la suma de esmero y cariño de cientos de miles de panteoneros que al igual que en la precolombina costumbre azteca, muestran sus destrezas para desenterrar y recordar un pedazo de historia corporal, cada ocasión en que son visitados por la díscola huesuda.
Año tras año, rememoran, vivamente, a los ausentes con la tradicional puesta en escena de altares contenedores de las pertenencias emblemáticas del difunto en cuestión, de los objetos personales más sentidos, ilustraciones e iconos más sobresalientes, los comistrajos más apetecidos y, no podía faltar, el agüita de las dulces matas, aquella que hace andar a gatas a cuanto vital pariente abarrotado de luto ose rememorar al finado.
En la Delegación de Tlahuac, sector agrícola cercano a la Ciudad de México, se lleva a cabo una de las mayores fiestas y tradiciones de origen prehispánico. Específicamente, el municipio de San Andrés Mixquic goza de fama, no tan solo por la curiosa ornamentación que procuran para la mortal festividad en sus casas, calles, en el vestir de sus habitantes, la comida, en sus altares y ofrendas para muertos; si no también, mención aparte, por la fama de Pancho Villa que detentan casi con orgullo desde hace un tiempo a la fecha.
Recordemos que allí, no hace más de un año, fue linchado y luego quemado hasta la muerte, un grupo de policías infiltrados que pretendía, según información oficial y probablemente antojadiza, desarticular a una banda de secuestradores ligados a grupos subversivos - faltaba más – que asolaban la zona. En fin, el caso es que la poblada tomó la justicia por sus propias manos anotándose el mote de cuatreros sin dios ni ley -dios mediante- al igual que el prócer de la temida División del Norte, en épocas de revolución mexicana, quién primero fusilaba y “luego aviriguaba”. Menos se podría olvidar la fecha cuando se trata de comer alguna exquisitez que la ocasión amerita y que la rica tradición permite, pan de muerto, tamales, mole de olla, en sus distintos sabores de dulce y agraz y que si se come frío, te mata enterito. Cómo no empinarse unos cuantos litros de agüita jaranera que ni el paso del tiempo, ni mucho menos los últimos huracanes que azotan esta tierra de diluvios etílicos, son capaces de matar o borrar de la inscripción de un pueblo, que la verdad, la merita verdad, se chupa hasta el agua de los floreros del cementerio en pos del cariño y añoranza de los ausentes y a quién la mortal pelona huesuda jala frecuentemente de las patas. Además, la tradición lo indica, hasta para curar el vil resfrío, un buen tequila es el mejor remedio casero y callejero, pero claro, lamentablemente no está diseñado para curar la gripe aviar que tanto moribundo, últimamente, tiene por el desplumado planeta.
Para esta visita mortuoria a los tianguis que se instalan en honor de los muertos y sobre los nichos de los mismos, no se necesita practicar el famoso perro muerto consistente en huir con el culo a dos manos, después de comer rico y sabroso en algún dispensario de colación. Aquí al igual que se exhiben las preferencias culinarias del difunto, es permisible y sobre todo aceptado, probar cuanto manjar, de rica comida para la ocasión que, por suerte, no implica movilizar el bolsillo proletario que, sin pena ni gloria, colapsa en estas fechas de intenso calendario azteca en desmedro de cuanto mortal mal nacido exista.
Los preparativos para la conmemoración son todo un acontecimiento en la tierra de la feliz muerte, de la catrina, el diablito, la calaca junto a otros adminículos que se improvisan amontonados en esta suerte de santuarios, ofrendas e instalaciones para recordar al que ya no está, que derraman la orfandad de vida o el vacío de cuanto pariente circulante en los mausoleos de la ciudad se perciba.
Vestimentas de luto riguroso, las veladoras, las flores, la música del desafinado mariachi contratado para la ocasión, seguramente por allá en Plaza Garibaldi, la canasta alimenticia, la infaltable e incansable llorona, personaje siniestro que suele llorar a moco tendido durante muchas horas o según el contrato previo con quienes no lloran al difunto familiar.
Se puede apreciar, además, a los deudos cantar la ranchera favorita del finado, el inmortal José Alfredo Jiménez se pasea entre sombras nada más y, el luismiguel de hace cincuenta años, Pedro Infante, retumba en cada tumba, al ser los elegidos en forma más frecuente para acompañar desafinadamente, de llanto ebrio y de borrachera litúrgica en homenaje al ausente.
Y si de homenajear se trata, la fecha amerita recordar a quienes nos dieron patria, dicen algunos, ésta reclama a sus muertos y otras veces a sus héroes conocidos, comentan otros trasnochados visitadores chovinistas y orgullosos de sus muertos. El Panteón de Dolores, año tras año se queja al recordar a grandes de la vida nacional y confunde, a veces, con tan variada mezcla de próceres; y es que José Clemente Orozco, Diego Rivera, Frida Khalo, David Alfaro Siqueiros, Tina Modotti, Agustin Lara, entre otros huéspedes distinguidos del recinto, se revuelcan con tanto canalla de tranco arrabalero y poquianchis, de políticos de mala clase y ladronzuelos de medio país que osan compartir el hemiciclo con tan ilustres vecinos.
Es el caso de los patéticos próceres del casi muerto Partido Revolucionario Institucional (R.I.P.), que gobernó por más de setenta años, gracias al actuar soterrado del asesinato político, la desaparición forzada, la matanza colectiva de Tlatelolco y Acteal, y de su democracia en la medida de sus egoístas intereses por ejemplo.
El genocidio de pueblos originarios al sur, la traición, ¡en fin! y que en estas horas de dolor y olor a muerte, sus viudas políticas dejan caer como ave de mal agüero, el anuncio de sus desdichas políticas ya finadas y ciertas remembranzas de la querida ausencia del hueso o buen laburo a modo de posesionarse, al igual que el ave fénix, en las tablas de la política, y que sigue siendo triste a pesar de la grata presencia de la tradicional flor de cempasúchitl que intenta con su bello rostro, orientar sus almas en pena e indicarles el camino correcto, que de seguro, será el del baño más cercano, por tanta intoxicación tequilera y por tanto tragar amargo en los asuntos de la mala política.
Y a propósito de intoxicaciones, el importado jaloguin se toma la calle por un buen periodo, junto con la conciencia arribista de un pueblo amexicanadamente yanqui que ni siquiera chista en sus desdobles de identidad cuando se trata de parecerse lo más posible a su vecino norteño; campeón del disfraz y de la careta arrogante para eso de matar otras culturas.
La calle en ese sentido, es la mejor estadística del asuntillo en cuestión, los trapos negros y blancos con la mancha ensangrentada de salsa de tomate, trasladan, tal vez, a un sentimiento demasiado tramoyero de la muerte al conjunto de relatos dramáticos en torno a las fechas, que al final de cuentas, se transforma en mero bodrio para la tevé o el cine azteca, que dicho sea de paso, matan o dejan agónica a la neurona televisiva por tan malos, manipuladores y reaccionarios.
La gente no se impacta mucho con la muerte, menos con aquella que, diariamente, golpea y que no se publica. El ejemplo de las muertas de Juárez es un incómodo tema para los encargados de gobernar y de la prensa con color amarillo televisa, de tan asesina fama y que a cada descuido, sorprende y mete la daga de la desinformación hasta el lomo.
Así son México y sus incansables tradiciones. Pero no solo de pan vive el hombre y menos en América Latina, en donde ganarse la vida a punta de pasar por encima del cadáver del otro, es exigencia previa a la cremación de la identidad y a la cultura de nuestras apostilladas sociedades. Cabe mencionar esto a propósito de la reunión oficial de representantes del continente en la bella Mar del Plata, ciudad grata y amigable de grandes anfitriones, en donde se concentran estos fieles carroñeros de la real política, a pesar de los cadáveres expuestos y amontonados que los salpican y penan día a día.
Nos queda tan solo rogar que quienes protestan y rechazan tan viles visitas como aquella del paranoico borrachín norteño y de todos sus secuaces muertos en vida, puedan arrojarles calabazas podridas en repudio a su porfiado afán de someternos en la mortaja del desprecio, a sus guerras de exterminio y también por qué no, tirarles un par de pollos agripados e inventarles un huracán exprés que entierre, definitivamente, junto a sus gusanos ideológicos, su desprecio por la vida.













DEL BARRIL CON VOTOS A LA CATRINA PULQUERAo andar por la vida con el péndulo parado y con mucha sed
Por más que cruja la mollera ideológica de la sapiencia neoliberal (defensora a ultranza, obviamente, de los logros sistémicos y de seguro siempre envalentonada en la comodidad del laburo en instancias internacionales o en el más de los miserables cargos nacionales de control por sobre las personas) cabe indicar que lo retrógrado de su mirar al mundo, se desmorona día a día por la práctica misma y también por las realidades vilipendiadas a que nos tienen acostumbrados.
Con una dosis ingenua, además, de sentirse dueños del destino de ésta flagelada tierra americana, decirles, tan solo, en el más coloquial de los lenguajes que: da lo mismo que juana o chana nos gobierne, da lo mismo también, quién haga de ministro económico, de igual modo incluso, no importa mucho si ganase el opositor de turno o el representante oficialista con mejores preferencias en cualquiera de las encuestas amañadas y dirigidas que se estilan con frecuencia.
Está claro que en la práctica capitalista, el mejor administrador de los magros beneficios será el chanta valedor, eso no tiene mayores reflexiones ni justificaciones, menos incluso, cuando se trata de definir, por ejemplo, al mejor tonto útil, al goma, al suche, al bobito o al penoso rastrerillo impuesto en cualquiera de los palenques democráticos del continente, que, a propósito, ya pulen zarpas en el empedrado de sus procesos electorales internos. Porque, para peor tantito, pretender transformaciones en países autoritarios y clasistas por génesis, a pesar de su costra de maquillaje bien disimulada y populista, francamente, y perdonando la expresión, suena sencillamente a desembozada estupidez.
Eso concluíamos, quienes, sesudamente, y bajo el influjo del riquísimo pulque que fermenta del Aguamiel - curioso bebestible lechoso extraído de las matas del maguey tequilero - respecto a la dinámica de la política y esas cosas, que apasionadamente la marimba de nuestros corazones sudacas, se permiten analizar en la cotidianeidad terrenal que nos toca vivir, ¡Órales!.
Y es que, está claro que la praxis en la historia eterna de la transición en América Latina, es vivo ejemplo respecto al acomodo de las fuerzas que se amontonan al centro de lo políticamente correcto para sustentar el modelito, que emplea su mano de obra rastrera para llevar a cabo su misión en la vida.
Se olvida por ejemplo decir que, por más que se borre del mapa los enclaves sempiternos con agua y con jabón (parafraseando a Pin Pon) o por más que los candidatos ofrezcan y especulen al mejor estilo wall street, consistente en imponer la muralla del desprecio a los pueblos o de que exista la remota posibilidad de controlar el rol milico, en la práctica toda ésta botana multimentirosa, está determinada por los intereses de quienes sustentan el manoseado modelo, es decir, los supuestos cambios aceptables y funcionales a su conveniencia, son la tónica en las ordinarias propuestas que se dejan ver –¿habrá acaso propuestas?- que debemos soportar cada vez que algún país del continente ofrece con redoble de tambores, las elecciones de turno.
Varios tragos de este néctar de las dulces matas aromatizadas del agabe pulquero, a cada momento, hacían que nuestras lenguas borrachamente resentidas, reflexionaran más profusamente respecto al temita que nos reunía. Así entonces y en pose de guerreros mayas, entregados a la voluntad del dios Ometochtli, jefazo de los ebrios y Mayauel, diosa azteca patrona del vaso o catrina lleno, repicábamos respecto al sustento de un sistema, demasiado parecido al feudo y cuya esencia discriminatoria y marginante es absolutamente contraria a cualquiera concepción democrática, y que dicho sea de paso, está vinculada al estado de cosas injustas que se dan en nuestros países y que interesan que estén así.
Pretender o exigir los gusanos del maguey a quienes desde su limbo de mediocre poder, nos enseñan a vivir democráticamente, es como chupar alcohol industrial y suponer con ello, que se está cercano a los efectos del mero tequila de Jalisco, el de Guadalajara.
La Hija de Moctezuma, fue la cantina de turno ese mediodía, en horario estelar (se recomienda esa hora, allí las deidades apenas despiertan) para llevar a cabo este rito jaranero. Ésta temblaba ante tanta solicitud a viva voz de crudos de pulque y sus curaditos de avena, fresa, los albureros de apio y mamey, que bien heladitos, nuestras panzas pseudo intelectuales y gástricamente resentidas, acogían gustosas.
Nuestra atención estaba puesta en la opinión de nuestro grato amigo y gestor de esta visita etílica y que sin decir agua va, en un acto superior al jadeo de su torpe, a esas alturas, coordinación, nos hablaba sobre aquella otra variable, la especulativa, patrimonio de los partidos sistémicos, que ya empiezan a rodar y aceitar la máquina a modo de tomar precauciones en defensa de sus logros en estos años de oportunismo caradura y tranco ramplón, magra herencia de la manu militari, para que de este modo – decía - nada les empañe el poder que frágilmente mantienen. Concluía que tanta artillería de la desinformación, manipulación arrogante, de aquellas que asustan a incautos e ilusos, es el ofrecimiento de una pauta oficial tan abrumadora que no sana, potito de rana, ni con aguardiente de caña inyectado vía endovenosa. Felizmente su intervención, con un alarde claro de político precolombino, alargando la lengua inflamada de tanto pulque curado de avena en sus venas, no fue más que una reiteración de una plática de alturas. Claro, la ciudad se encuentra a tres mil doscientos metros sobre el nivel del mar y con ello, el cuerpo se marea más rapidito.
Brindábamos varios litros de este curioso manjar, herencia de los primeros habitantes de este territorio nopalero y tunero, cuando decidí participar en tan fértil e ingenua conversación. Producto ya a estas alturas del mareo y zapateo de las deidades en la cabeza, que hacen sentir que los sacrificios mayas regaditos con estas dulces exquisiteces no fueron en vano hace más de quinientos años, ya que al parecer, permiten enfrentar mejor los retos que la vida nos pone en frente, decía yo, y es que además, ya sabemos lo que viene, el estado de neurosis, ansiedad, pánico y miedo para la población, son la pauta mediática que evita cualquier cosa que huela a marxismo... incluso.
Sabemos además que la guerra psicológica bien adquirida gracias a la escuela del texano paranoico del norte -que suele emborracharse con napalm y, seguramente, a estas horas cierra su bocota como precaución para no tragar el agua del desastre en el sur de estadosunidos ocasionado por katrina, la huracanada ventosa que en su mal paso va descubriendo pobres- hace que todos pierdan sus parámetros, sus referencias, la decencia y la ética. Eso lo secundaría incluso el gran Kimelman, gran amigo de los amigos y estudioso: de todos estos fenómenos sociales y también, aprobado con méritos, de los prodigios etílicos en los pueblos latinoamericanos. Dueño cabe decir, de una pipa sagaz con gran aroma ideológico. Para la ocasión, echamos de menos su grata compañía.
Así, los ejemplos de mal gobierno, cada cierto tiempo aterrizan de emergencia por falta de bencina social en nuestro continente, azotando con impunidad a los más desprotegidos, los de siempre, aquellos que éste sistema injusto aísla con la migaja del chorreo para con ello preservar, con el mismo kerosene quemadito, el sustento de un poder económico que tiende a utilizar la esclava mano de obra barata de las conejillas indias tierras del sur y llevar a cabo sus desgastadas tácticas autoritarias, desapariciones incluidas, soberbios programas de ajuste, banco mundial de por medio, y viles razones de estado para justificar la chabacanería despótica de su quéhacer político que se proclama, negocia y urde, en lo oscurito del poder absoluto.
Porque a decir verdad, comentaba otro comensal, experto en la edición de imagen, películas de terror, del buen cine y, también, especialista en abrir vasijas de barro negro de mezcal oaxaqueño, tratándonos de ilustrar cuadro a cuadro y en un lenguaje cercano al barroco churrigueresco, seguro influenciado por tanta columna arquitectónica que en esos momentos se nos venían encima, un paralelo entre Peter Sellers en La Fiesta Inolvidable y el mareo que provocan los votos electorales en países del voto solemne, de lo políticamente correcto, de lo ridículo consensuado, que permitirían en cierto modo, sentarse en la mesa con los grandes, pero aclaraba que en la práctica, sabemos que será en la mesa de al lado -no vaya a ser- y es que la mesa del pellejo suele llenarse revoltosamente también de democráticos bravucones y terroristas del poder, que se suponen absolutos para negociar algo o en el peor de los casos, una tajadita de ese mismo poder y la verdad es que, andar negociando la democracia, es un mal síntoma, concluía, tanto como cambiar a la hermana más linda por una cinta de Alfred Hitchcock en devedé pirata.
Seguir apostando en la tómbola ruletera de las elecciones, es parte del legado republicano de lo políticamente correcto, decía el comensal más cuerdo de esta mesa pulquera y que más encima, nos quería plantear el tema de las teorías del desarrollo, cuestión que descartamos de un solo pencazo de pulque, por lo extenso del tema y demasiado institucionalmente oficialista en la práctica.
A estas alturas, el bebestible mesoamericano causaba estragos en nuestro poco desarrollado pensamiento teórico e intentábamos por todos los medios, a pesar de nuestro cuatrapeo lingüístico-ideológico, aparecer al margen de toda corriente chacotera de opinión. Tan solo aceptamos escucharlo sin réplica alguna y es que al parecer, decía, disculpándose por la mentadas teorías, eso de avanzar transando los principios y valores, no es problema para quienes se suponen correctos, más bien, es su cualidad por sobre la realidad.
Allí están entonces los candidatos de consenso, ex de algo, transvertidos, camaleones, lagartos y dinosaurios, que se amanecen a estas horas, sacando la cuenta alegre de cómo enfrentar las próximas votaciones. Así estos bush de la política Latinoamericana, comentaba nuestro atinado estudioso de las teorías del desarrollo, junto con tomarse su nariz recién operada y a esas alturas insoportable compañía para digerir la embriagadora pulpa de maguey, tendrán una nueva oportunidad para desenfundar su patriótico gesto de ofrecerse patéticamente al respetable. Allá ellos con su tómbola, su candidato, o su porcentaje.
Allá ellos con soportar un sistema partidista consensuado, allá ellos con creerse el cuentito. Bastante escuela tienen para admirar de facinerosos, trogloditas, hijos de puta y fascistas del quéhacer político de toda la vida en aquellos países del sur y que también afilan su garra mesiánica en pos del triunfo en las urnas, destinando su tiempo en afinar su currículo para ser los representantes idóneos(as) para esta nueva etapa de la política austral, que lo único que pretende es seguir administrando bien su cuota neoliberal y procurar no parecerse demasiado o tanto a los jaraneros y ladronzuelos que ella misma se encarga de dar vida sexenalmente.
Allá también aquellos que gozan solemnemente cada seis años en ir a depositar su voto a la urna embustera que al parecer, los hace sentir cada día más participativos de las decisiones -qué más y qué menos, continuaba en un lenguaje más parecido al dialecto nahuatl- fieles representantes del burdel electoral. Comentario éste último, que no solo causó admiración de los contertulios si no que también provocó un regado salud por un espacio de tres minutos, tiempo que permitieron felicitar a nuestro querido amigo por su nueva propuesta facial y también brindar con música de vallenato, en tributo a la colombiana y llanera cirujana plástica, encargada de tan delicado trabajo que en buena hora, permitían que el paciente en cuestión, pudiera sonar rabiosamente su nuevo modelito nasal en gesto de satisfacción por sus palabras y de paso, secarse la espuma de su curado de apio.
Como conclusión y después de pasar por la maquinita de toques , curiosidad mexicana e ingeniosa invención de algún distinguido cinético-bebedor, consistente en agarrar dos electrodos de sus extremos y esperar una descarga eléctrica, muchas veces, causante de tal relajación en el cuerpo que dan ganas de seguir tomándose hasta la presión.
Solo basta decir ¡No nos perdemos de nada interesante! Nos quedamos mejor al margen de la contienda, no vaya a ser que esta corriente chacotera, nos arrastre para ahogarnos con su avanzar-tranzando de tan buenos resultados al mejor postor. El péndulo político sigue sin cuerda, sin bencina y se quedó estancado en permanente erección por un buen tiempo al lado derecho, y ya que ese día estábamos un tanto enojados, solo agregar, aquellos países de memoria frágil, fachos, pedófilos y más encima oportunistas, necesitan algo más importante que andar votando por bostas parapetados en su razón de gobernar y servirse al perraje denominado pueblo.
¿Las elecciones? esas son tan solo tómbola y rifa colegial de un fin de semana demasiado eterno y peor aún, lamentar que últimamente esté tan caro el petróleo, da la impresión que no hay modo de tener a la mano algún derivado inflamable barato, para quemar semejante comején ideológico.
Y a propósito de flamas mal habidas, ese día, abandonamos bien chambreaditos aquella tradicional pulquería, gratamente acompañados eso sí, por Tlacotzontli y Yohualtecuhtli, dioses que nos guiaron en nuestro camino a casa y a dormir la mona de niños buenos respectivamente, pensando y tal vez soñando de lo lindo en que otro mundo es posible. Seguramente ésta será nuestra mejor cruda, caña y resaca de mucho tiempo, producto y gracias a tanto buen humor ideológico fermentado.


ARROZ CON LECHE ME QUIERO CASAR o la diarrea previa al vuelo del cóndor
Museo de El Carmen, específicamente, en el convento de San Ángel, se casaba el amigo de infancias y adolescencias chilangas. El asunto se llevaría a cabo en este templo construido por un tal Fray Andresito, constructor de cuanto recinto le permitiera la corona y por supuesto, los que la Virgen del Carmen demandara. Actualmente, patrimonio de la humanidad y finísima estampa turística que incluye claustros de preparación misionera carmelita con data del mil seiscientos. Tiempos de concilios -recordemos- y reformas en la conquista espiritual que los españoles regarían, cual semen post nupcial, por la indígena y pecadora América latina.
En esta oportunidad recibía a unos apurados enamorados quienes se paseaban nerviosos en su último día de soltera condición, dando instrucciones necesarias hacia los maestros casamenteros, expertos y solemnes celestinos de la ceremonia conyugal. Al interior del lugar se puede observar la ostentosa decoración original compuesta por curiosos roperos, que recuerdan el mítico ejercicio de vida sexual andino, el famoso vuelo del cóndor que inconsciente y cochambrosamente se hizo presente en nuestro fuero interno a pesar de tratarse tan solo de una capilla hecha para la contemplación, oración, austeridad y rara pobreza de los dueños y anfitriones carmelos.
Enamorado cual vil gusano hay que estar para andar en plan nupcial, decía yo. Al parecer éste es como el parásito que se contorsiona sensualmente cuando ataca el ácido gástrico del deseo y como buen lema de lombriz solitaria, sinónimo de la tripa solterona, huérfana del hambre gástrico-amoroso que carcome y corroe el cuerpo en busca de la hembra precisa. Una especie de gusaníl arrebato que sirve para adentrarse cerca del intestino grueso, ese del anillo inguinal que calza justo en el dedo anular seleccionado y que sospechosamente alegre, nos invita al tacto de altar y fiesta, con respectiva diarrea de tanta gula con el rico y sabroso mole poblano y arroz blanco como la novia, que son ofrecidos en el menú del sacrificio por parte de nuestro doncel amigo y su amada doncella azteca.
Así entonces, estos sinónimos antónimos de la pareja y de los tórtolos anfitriones que se esmeran con los jarritos de greda acicalados con cupidos portando flechas de punta eréctil y que se dejan ver al momento de dar el sí, disparejos, planos, oblicuos. Porque pareciera contradictorio este contraer, es como sacar metiendo, salir entrando, calentar enfriando. Al parecer el nervio empalidece al ceñido anfitrión lucidor del frac negro, que junto con la anfitriona cenicienta, ataviada de vestido color blanco inglés inmaculado, tan solo desean el edén como norte, el métale o póngale, largo y tendido.
Contrariamente, al clamor popular de alegrías por la osada decisión, estos raros seres en sacrificio, de estoica figura cual muñequitos en pastel de alta repostería, muestran su lúgubre condición por tanta acumulación de ganas, virginalmente pecadoras que se tienen el uno para el otro. Algo así como nubes estruendosas de dicha cargaditas de gotas reproductoras que les ofrecerá la vida marital futura. Kamasutra de por medio.
El casarse pareciera una especie de borrachera seca, desértica opinarían los camellos. Suerte beduina para aquellos dromedarios lugareños, que cual vil espectadores observan el harén de sus amos, gozadores de altas temperaturas y calenturas climáticas durante todo el año, acompañados de varias concubinas del beso seco proclamando al viento arenoso, aquello de comer eternamente tamales con bolillo a pesar de que tal combinación culinaria, no necesariamente, sabe a pétalos de rosa ni mucho menos al arándano engañador de solteros-as, aunque en esas zonas, la saliva va y viene.
Está el caso de los esquimales, que conquistan a su chiquilla, a base de puros tragos aguardientosos y chicharrones con harta manteca, abrigando con ello cariñosamente la tripa cirrótica, que eructa a veces un poco de sabor a pescadería clausurada, pero con abierta pasión. Y es que a pesar del frío, que invita más de las veces a la reunión hacinada, casi de bacanal y orgía masiva sobre las pieles de focas y osos polares, al interior del iglú anfitrión el humor cachondo tan solo y para suerte eclesiástica es monogamia de atún y atuna en lata de conservas, sin fecha de caducidad y hasta que la ensalada los separe.
Y que decir del cálido caballito de mar, fiel hasta la muerte, de su pareja obviamente, quien en algún momento de vida conyugal, asume la importante misión, panza en préstamo, de dar a luz a los críos de su bella y estética pareja, que a toda costa prefiere conservar la línea anatómica, antes que transformarse en una gorda proclive al spa, al taco integral o a la quesadilla ultra light pese al gusto por los grandes trozos de carne y verduritas profilácticas que el mercado del amor-sabor le oferta cada día.
En fin, algo le pasa al mundo seguidamente, algo así como la contracción placentera a partir de la brutalidad casamentera. Otra cosa es con guitarra decía un amigo, en su afán de convencer de lo innecesario de dar el paso, claro, tres o cuatro matrimonios, muchas novias y demasiados hijos regados por el mundo, eran su ejemplo a seguir.
No será acaso que la pira de sacrificios mayas y de otros pueblos originarios menos enrollados y complicados con el temita éste, hacen alucinar a los valientes hijos de la pasión y de la unión de dos almas en pena, dispuestos al sacrificio pleno en el templo del creador, con tal de salvar el viaje directo y sin escalas, con luna de miel incluida, para estar junto a los dioses del amor. Antes seguramente, el porrazo, el mazazo y la brutalidad, hacían de las relaciones de pareja algo más sencillito: ¡vente vieja! démosle al asunto y ahí nos vemos luego, que ya debo ir a cazar elefantes. Y no se trataba, necesariamente, de curas casando a enamoradísimos paquidermos.
Aquí está entonces, la ocasión de unión de dos bandos. La figura del macho protector, proveedor y reproductor por un lado y que en esta oportunidad, hace añicos a los defensores de los placeres mundanos y fieles protectores del género de la soltería, y por el otro, quienes cantan femeninamente a coro el arroz con leche me quiero casar y que desde la impunidad de la soltería virgen pretenden contrarrestar a aquellas otras, que andan viendo de qué forma se arrancan del entuerto matrimonial, marido de por medio.
Será acaso que aquí, finalmente, le terminan de cortar la poca cabellera existente a este esmerado guerrero cheroqui, antiguo jugador del fútbol americano. Será que a pesar de su preparación y entrenamiento de soltería consciente durante muchos años, demasiados fouls, tacleadas y bolas sueltas, no pudo evitar que el tomahawk de la pasión lo convenciera definitivamente de los placeres casamenteros y con ello proponer la unión de dos tribus en colchón king zise suavizado, para empezar a llevar a cabo todos los buenos deseos y evitar, a toda costa, los viles pecados capitales que la sociedad pagana le ofrece gratuitamente.
Entonces aquí estamos una vez más, dando parabienes a quienes caen en la trampita ceremonial del anillo prisionero de las libertades individuales -léase la constitución política al respecto- y que tanto sudor y lágrimas le ha costado, especialmente, al hombre libre, a nosotros, los cazadores, machos reproductores, machos proveedores.
Alguna vez dí mi pésame casístico a muchos amigos, pero en esta ocasión, ya ni llorar es bueno. Edgar, el enano cegatón, lo cegó el amor, para grandeza de éste y el arroz con leche se quiere tomar después de la misa –claro- y la buena comida disfrutar en el club de jazz que tanto gustaba visitar en sus tiempos de soltero empedernido.
Seguro después, tan solo escuchará la radio familiar, en su celda prioral, mientras lava los platos de talavera sucios de tanto fríjol con tortillas de maíz y más que seguro, será un experto fraile en eso de cambiar los trigos cagados a su futura prole gastando el anillo en el lavadero de los comprometidos pañales.













DE NERON A BUSHo del guarache recluta a la bota milica
-Aquí lo espero pos mano-
Con esas palabras y la risa idiota, el oficial a cargo cerraba el trato con su nuevo proyecto de recluta, satisfecho así mismo, de utilizar todo su bagaje de inteligencia cuartelera a modo de sensibilizar a su contraparte.
-Pues a lo mero macho, me enrolo ahorita mano-.
Sentenciaba por su lado el iluso, modesto y frágil aspirante de rambo, oriundo de algún poblado de las serranías del sur, históricamente masacradas por la propia milicia regular que hoy lo capta.
Y es que la oportunidad de servir virilmente con el M16 reglamentario en su mano derecha y en la otra una fotocopia de la impunidad, es su mejor alternativa en esta defensa a la patria según el manual carroñero de tan mala fama, por indulgente, en América Latina. Además, qué mejor, auspiciado y patrocinado, ya sabemos, desde los afables estadosunidos; bastión paranoico de las guerras de baja intensidad y del terrorismo de estado para desgracia nuestra, plan Colombia incluido.
Con el toque de diana y los bototos bien lustrados, oficiales, conscriptos, capellanes, se asoman pletóricos por las terminales de buses y del metro tren a vender, de igual modo que lo haría un merolico, las ilusiones bélicas en este tianguis ambulante de la guerra; se ve allí a sagaces embaucadores adoctrinados en la disciplina del westpoint y otros cuarteles ideológico-militares, acarreando estandartes e íconos de sables y calaveras -algo así como cofradías de scout- apantallando camufladamente, con las consabidas charreteras y guerreras a cuanto desempleado y damisela chilanga se cruce en su eréctil bayoneta de honor.
A su vez y al mejor postor, se ofrece a los jóvenes indígenas que emigran del campo a la capital, el oro y el moro, comida, refrescos, papas fritas, serpentinas, cobijas, plata para cigarros, e incluso, el soñado contrato notarial que lo hará acreedor de una pensión de por vida gracias al servicio prestado a la patria.
Innegablemente, algún locuaz chileno campeón en la tranza de las previsiones y experto en transiciones culeras es el capitán general maravilla en la milica asesoría, de paso, ídolo nuevecito para esta patria que ansía los beneficios del sureño laboratorio del neoliberalismo.
A propósito, seguramente dicho documento de nuevo recluta, llevará el membrete con la inscripción carne de cañón. Conviene recordar hace unos días, el drama de medio centenar de conscriptos del ejército chileno –el impune- de morir, literalmente cagados de frío, al ser sepultados por la nieve allá arriba en la cordillera de los Andes, justamente en el afán mesiánico, napoleónico e hitleriano por parte de sus burdos altos mandos; la ignorante, torpe y autoritaria orden de los bellacos oficiales a cargo, no pasará más allá de ser un simple accidente que lamentar.
Seguro y, prontamente, alcanzarán el indulto definitivo, al igual que aquellos otros de historia conocida, responsables del genocidio de miles de latinoamericanos y que dios mediante, serán exonerados de toda responsabilidad ante la falta cometida. ¡Faltaba más!De ese calibre pues, las campañas de reclutamiento que destinan aquellos que defienden a la patria del enemigo interno. Los mariachis de la bala en este caso, se preparan en largas jornadas con la disciplina férrea y contagiados además del dicho popular, que alude al cura Hidalgo, que dice, pos que chingue a su madre el que deje algo. Misión económicamente heroica o código de honor rentable que consiste en defender: a los cuates y padrinos del narcotráfico, la extorsión; aniquilamiento del pueblo e inventar los conflictos necesarios y los que se puedan -asesinatos de por medio- y con ello, mantener el terror-control que permita que el negocio funcione bien y se mantenga en alza.
El buen negocio, recordemos, se cuida con la vida si es preciso, así lo entienden, sin duda, por ejemplo el batallón de generales civiles y militares que anteponen su pecho de paloma condecorada, para los cárteles que lo necesiten, previo pago, por supuesto, del irresistible billete color verde marihuano.
Por desgracia, los enemigos tienen nombre y apellido. La Alerta Roja enviada por la insurgencia zapatista en estos días, se traduce en la terquedad y la indecencia del gobierno de turno que usufructúa del control interno para avasallar a las comunidades indígenas. Ellos a su vez, cada día ven y sienten del poder central, el acecho, el poco interés por resolver la miseria, la hambruna, muertes por diarrea, derechos culturales, políticos, sociales y un sinnúmero de conflictos que se incuban históricamente al interior del país.
Los pretextos para intervenir, además del desprecio y odio parido a las culturas originales, son de variada autoría; entre ellas y más usadas, aquella de inventar plantaciones, el consumo de marihuana y otras tantas hierbas. Vínculos con el narcotráfico o la ridícula de siempre, el comunismo ateo. Con todo lo anterior, las masacres indígenas son pan de cada día gracias al gangsterismo democrático y a los archiconocidos grupos paramilitares financiados también, que duda cabe, por el total de partidos políticos amontonados en la trinchera del neoliberalismo.
Así y al calor del combate ideológico, de la batalla de guerras frías y de la bala perdida, y ya de vuelta del bello estado de Guanajuato, en donde la vida no vale nada (según el gran José Alfredo Jiménez) comentaba con la bella Valentina Donají (que recoge su nombre de revolucionarias canciones y del mito zapoteca de la heroína del alma grande), mi preocupación por los cientos de retenes de salvaguarda ubicados estratégicamente para rechazar a todos los supuestos enemigos, y es que una revisión de esas, con fusil ametralladora apuntando a la cara, no es fácil de digerir. Sabiamente sentenció ella, pese a su corta edad, parafraseando otra canción mexicana, “si me han de matar mañana, que me maten de una vez”. Extraordinariamente, esta hija de Coyolicaltzin y de Coxijoeza, cual carabina 30-30, a punta de buenas metáforas según yo y parábolas según ella, entusiasmada además por su reclutamiento de primera comunión, dejó bien en claro que la impunidad existente, es hostia de cada día gracias a la batalla trazada por los asesores yanquis, con la venia, obviamente, de los encargados locales y también otro tanto, por la resignación de la ciudadanía que día a día se forma en la fila del desencanto.
En suma, remató ella, con todos estos pretextos militares que el sistema impone, se evita que los bin laden y otros bostas -inventariados previamente en el departamento de estado- ingresen a pata pelada a la gran base norteamericana ubicada al norte del río Bravo y cobren sus cheques de pensiones alimenticias, favores concedidos y otros laburos , por actos de fe realizados en la eterna jornada mercenaria que encabeza el tejano vaquero bush junior y que, anteriormente, se cobraban sin mayores sobresaltos y en efectivo en la oficina oval del canijo george padre.















ENTRE PERA Y BIGOTESo como afeitar la memoria
Ahí anda el Tío Queño, alias calluta para sus más cercanos. Con su andar tropezado y todavía con la prótesis original exacta y honesta, brinda la alegría a quién se lo encuentre en esta ruta maya-chilanga-santiaguina. Conocido y entusiasta activista de la música latinoamericana y, sin exagerar, un excelente anfitrión para eso de conversar cuanto tema y contingencia se presenten.
Las andanzas y pellejerías del exilio son sus favoritas. Últimamente le dió por la política; se transformó junto a otros nacionales, en una especie de vocero-representante de chilenos residentes y que seguramente ven en él, sin temor a equivocarse, pese a que errar es humano, a un clon del cacique Caupolicán. Esperamos que no corra con la misma suerte del gran guerrero mapuche, quién terminó sus días sentado frente al mar, en su intento opositor a la conquista del territorio precolombino ubicado entre Temuco, Tongoy, Los Vilos y Puerto Montt.
Se le ocurrió cuestionar en estos días, el proyecto de la virtual región XIV, que por decreto absurdo y oportunista, crearon aquellos ideólogos de la transición chilena en su afán de control por sobre los residentes en el exterior. Una especie de chamullo geográfico, político, estratégico, electoral, que pretende censar y controlar al casi millón de paisanos que han emigrado al mundo, desde su natal Chile, en busca de salvar el pellejo y otras tantas veces, de no sufrir las pellejerías a las que nos acostumbran quienes gobiernan el poder neoliberal, pese a sus cantos, cada tanto, de los himnos del socialismo, que a ritmo de tarantela renovada, en su mediocre transición política, ofrecen al respetable.Nacido en Santiago, en el barrio de la ex república independiente de San Miguel cuna de bigotones consecuentes y que, lamentablemente, hoy día, es gobernada por una lampiña derecha sediciosa, gracias, obviamente, a la ayuda generosa del sistema binominal y, por supuesto, de los que dicen gobernar democráticamente.
Adoptado por esta tierra en su hippie adolescencia cristiana revolucionaria de los años setenta, ha empuñado su guitarra a diestra y siniestra por décadas, dando alguna esperanza a los utópicos proyectos de aquellos exiliados conosureños que corrieron con su misma suerte. Cabe recordar que cientos de miles de hermanos chilenos, peruanos, argentinos, uruguayos, brasileños, colombianos y bolivianos, vinieron a esta tierra de asilo generoso después de esos oscuros tiempos de la mano con navaja y corvo militar que azotó nuestro continente amerindio. Así, este hijo del sol luminoso sudamericano, aterrizó a más de tres mil metros de altura sobre el nivel del mar para tomarse y brindar, faltaba más, este norte del continente solidario con la cobija migrante, tapando de ese modo, el frío del destierro.
Dispuesto al combate en favor de sus ideales, inquietudes y lo que sea, se esmera en no dejarse engatusar por aquellos que considera sus enemigos ideológicos, a los cuales normalmente encara sin miramientos. Se recuerda haberlo visto retar, a jugar a la brisca al papa Wojtila, en uno de los tantos viajes de su, la suya, ex santidad a México, de ese modo, pretendía resolver el conflicto del Vaticano con aquellos representantes y seguidores de la Teología de la Liberación. De seguro perdió rápidamente aquella partida de naipes.
O esa otra de subirse a un tanque, onda Boris Yeltsin, para evitar el genocidio en Chiapas por parte de las fuerzas armadas mexicanas. Se dice que los llevó por otra ruta, cual flautista de hamlet, alejando así todo peligro para aquellas comunidades rebeldes. La más fantástica de todas fue aquella de tirarse, una tarde nublada, a las aguas del Canal de Panamá (se supo, luego, que apenas fue auxiliado y rescatado por algún mercante liberiano) y con ello protestar por la intervención yanqui en los asuntos internos de esa república.
Mención aparte es aquella ocasión al interior del Auditorio Nacional, lugar que acoge los conciertos musicales más importantes de esta urbe azteca y ante casi cinco mil personas, justo en el preciso momento que Alfredo Zitarroza interpretaba Adagio a mi país, el tío queño se levantó eufórico de su butaca, se dirigió al escenario y acompañó con una segunda voz impresionante al ya fallecido gran maestro uruguayo, finalizando entre aplausos, esa triste pero bella canción.
Seguramente también, tendrá la misma fuerza e ingenio en estos días, para protestar en contra de la extradición a Chile desde Argentina de Sergio Galvarino Apablaza, uno de los comandantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, cuya organización luchó sin aspavientos en contra de la dictadura pinochetista y la blandenge transición y que, actualmente, se encuentra detenido a solicitud del cobarde gobierno chileno en eso de pactar justicia con los afeitados neo esbirros del tirano.
Saludo entonces a propósito del lanzamiento de su libro La Madre del Cordero, en donde sin duda, entre pera y bigotes, disfrutaremos de algunos antojitos mexicanos a modo de tentempié. Una rica Barbacoa de trasquilados corderos pecadores se asoma como plato fuerte, toda vez que amenazó con desenmascarar, varios asuntillos con mucho humor y cierta hediondez respecto de algunos ex exiliados en México. Incluirá seguramente, al brilloso calvo oportunista, premiado hace muy poco con la máxima silla de la OEA, esa que cojea indecente, con el beneplácito y satisfacción de los estadosunidos. Quién, por cierto, muy seguido, rasura a sus bobos lacayos con la maquinita de afeitar ideológica, contrariamente respecto de los bigotones y mostachudos como Zapata, Salvador, el Che y por supuesto sin ironizar, el tío Queño. Alias Calluta para los amigos.

















BOCA DE JUNIORo las mamaderas con leche
Ser mamila en México, es sinónimo de arrogante, desenfadado, cortante, aburrido, y así me lo hacían ver quienes hace unos días atrás, intentaban convencerme de ir al Estadio Azteca en pos de la final del fútbol local. La verdad es que mi negativa se relacionaba también con las mamilas, pero aquellas con leche; preparar biberones se ha transformado durante estos meses, en mi única preocupación para satisfacer la tripa nutritiva de la nueva integrante del plantel familiar.
Alimentar a las fuerzas básicas, definitivamente, consume un buen tiempo, allí están los jadeos, llantos y quebrantos del lomo en ambas escuadras rivales que se enfrentan y que cada jornada, se reencuentran gustosamente en un cariñoso fair play a pesar de los muchos pañales desechables que arden de juego sucio. Además que en la práctica láctea, la chamaca no tuvo la posibilidad de disfrutar titularmente de la teta materna postnatal, tan cobijadora de nutritivas y sustanciosas pócimas. Tal vez y por lo mismo, esta hija en franco desarrollo, algún día practique un deporte digamos más delicado que el fútbol, no vaya a ser que descuide la plenitud y amplitud del variado rubro deportivo, en pos de andar trás de las pelotas de alguien.
Al final de cuentas y presionado por las circunstancias del rey de los deportes, nos fuimos de estadios y finalísimas. Ir al coloso de Santa Ursula, en el antiguo pueblo de Coapa, al sur de la Ciudad de México, se transforma en un colapso de paseo dominical; construido y diseñado por arquitectos mexicanos, amantes de la monumentalidad, orgullosos de su pasado azteca, zapoteca, totonaca, mixteca, tolteca y etcétera, olvidaron que las arterias que llevan al recinto, podían haber sido proporcionales al número de visitantes fanáticos que acudirían al evento de turno. Proyección a futuro, supongo, podría llamarse eso, en términos urbanos. Seguramente esos lúcidos y egoístas personajes tan solo se esmeraban en objetivos patrios muy personales de buena paga y algún premio otorgado por el gremio de arquitectos, no dudando eso si, en crear una mole de cemento tan descabellada y demoledora a modo de dejar bien en claro ante el mundo que, en México, “encarrerado el ratón, que se jodan los pinches gatos”.
¡Así con el soccer!, término demasiado utilizado en estas tierras de orfandad huacha, de niño perdido ante el idioma inglés, para referirse al balompié. Deletrea y habla, que duda cabe, de aquella realidad de encontrarnos en un país ubicado muy lejos de dios y demasiado cerca de los estadosunidos. También, por qué no, del deseo de muchos boludos habitantes por arribar y pertenecer, en cuerpo de crack y alma faulera, al sueño americano del millón de dólares, del feroz carrazo con ruedas de oropel y si se puede, parecerse un tanto, a pesar del frenazo desteñido, a estos rubios republicanos del norte, eso si, con agüita oxigenada de por medio.
Pero tampoco podemos olvidar a los otros miles que emigran día a día muertos de hambre, a esas tierras de la oportunidad verde a pesar de los peligros que la travesía representa; condiciones climáticas en el cruce del bravo río, como también por la presencia de gabachos nacionalistas, que hacen patria matando y delatando mexicanos y que algo enfermizos y paranoicos, al igual que su presidente de turno, humillan, torturan, castigan, a quien ose cruzar su frontera del sueño mentiroso y de la pesadilla ideológica.
Decíamos entonces, que este templo de la adoración al gol, ha sido sede de dos mundiales futboleros, unas cuantas misas papales y un sin número de conciertos musicales de corte internacional, sin faltar, las peleas de box, en donde, cabe destacar que, la afamada escuela mexicana, mantiene un número importante de machucados campeones del mundo.
Por tanto, no deja de ser interesante visitarlo. Allí tuve la oportunidad de ver al maestro Maradona en la cúspide de su carrera, en aquel inolvidable triunfo del seleccionado albiceleste sobre la flemática y colonial Inglaterra en el año 86 y que, a la postre, le permitió acceder al campeonato, mano de dios incluida. Pero no vayan a pensar en que tuve la fortuna de estar al interior del estadio, ¡no señores!, la mano de la reventa especuladora, no ayudó mucho. El consuelo más bien, fue la prehistórica pantalla gigante de nuestra imaginación y que acondicionada en nuestras mentes de pichanga y cascarita de barrio, nos hizo vibrar junto a los doscientos mil y tantos huérfanos de la butaca, apostados tristemente, en los alrededores del recinto.
Pero la historia no se volvió a repetir en esta ocasión. Para la final local, quedé adentro, ¡sí señores! a boca de jarro junto a ciento veinte mil hinchas que vibraron cual cólera, con el partido entre las águilas del América y los tecolotes de la Universidad Autónoma de Guadalajara -cabe agregar que los equipos de la liga, llevan nombre de animalito o de pajarito(a)- que entretuvieron al respetable, haciendo nueve goles en conjunto. Permitiendo, además, la euforia de la fanática concurrencia que, curiosamente, y por suerte del espectáculo, aún asiste en familia, con su camiseta de la pasión incluida, al disfrute del partido de turno. Y a propósito de mamilas o mamaderas, es posible consumir, impunemente, la rica cerveza que permite coronar la victoria del equipo favorito a pesar de la presencia de las barras bravas locales, apenas unos niños de pecho comparadas con aquellas otras del hemisferio sur y que tan mala fama arrastran por el mundo.
Allí andaban los piojos López deleitando con su andar canchero y metiendo goles de lo lindo. No en vano gana 170 mil dólares mensuales y curiosamente a ninguno de los especialistas del balompié, se le ocurrió insinuarlo siquiera como refuerzo para estos días de copa libertadores, en donde un mudo Boca Juniors vino a México, tan solo para llevarse cuatro goles en contra en su duelo ante el otro representante del estado de Jalisco, las chivas del Guadalajara, que mención aparte, en un acto desmesuradamente chovinista, cuenta con un plantel plagado de puros nacionales.
Todo lo anterior, no se piense que es mera invención, lo dicen los diarios deportivos locales que, a propósito, anuncian para próximamente, el duelo entre el Inter de Milán contra el seleccionado del EZLN. El Sub-comandante Marcos hizo la invitación al sensato Javier Zanetti y compañía, quienes aceptaron gustosos el compromiso que, seguramente, se llevará a cabo en cancha neutral. No vaya a ser que la inteligencia política, militar y últimamente económica, a cargo en este caso del grupo BBVA-Bancomer, sigan metiendo su mano saquera, con afán de capear sus malos resultados durante la eterna temporada del neoliberalismo y quieran aprovecharse de las circunstancias para cancelar a las huestes de Zapata de un solo pelotazo.
Por suerte guerrillero-peloteras, entre los invitados seguramente por confirmar se cuenta a Diego Armando Maradona como árbitro del cotejo, Eduardo Galeano y Mario Benedetti, como locutores del encuentro y, por último, a Jorge Valdano, seguro entrenador de ese modesto equipo de la esperanza. Espero también, me puedan invitar, a pesar que justo a la hora del partido, probablemente, deba darle tres onzas de leche a la pequeña Emilia Mailén, a modo de subir su puntaje nutricional, no vaya a ser cosa que quede de colista en la tabla de posiciones de los recién nacidos.




















UNA QUESADILLA DE FLOR DE CEMPASUCHILo la flor más bella del ejido.
“Las flores entraron por mi puerta”, era el título de una canción que hace días escuchaba en mi paso por uno de los grandes terminales de buses -Taxqueña- de esta gran ciudad. Lamentablemente, ya no fue posible seguirle el rumbo a tan bella rumba debido a una buena cantidad de radios sintonizadas en distintas frecuencias que ofrecían el concierto cumbianchero, las quebraditas norteñas, la infaltable banda y otros conceptos bailepunch de la modernidad en cuestión.
Y es que, a tan estridente volumen, nadie queda ajeno a la alteración que provoca el fenómeno de la música en las calles de la ciudad de México. El uso desmedido del personal estéreo, no es si no, un parche que tapa el oído ya sordo de una población que vive en torno a la musiquilla pegajosa, la rancherísima balada, o el insoportable luismi, que junto a otros bostas del repertorio de la música popular, son tan solo carne de cañón para los comerciantes musicales, aquellos que dominan el mercado de los deseos y el amor poquianchis latino y que fácilmente se traspasa, instalándose incluso, sin demasiados esfuerzos, hasta en el estrechísimo Magallanes.
A pesar de la molestia acústica, vas metiendo al basurero del audio, aquellas estrofas tercas que se repiten infinidad de veces, ya que éstas a la vez, ponen a reflexionar sobre tu capacidad para sacar en limpio algún acorde coherente, más aún, después de viajar por horas en el extenso y vago metro capitalino y, con ello, darse cuenta que hay veces en que da gusto tener y como que hace falta, sin nostalgias chovinistas, el gran Cuco Sánchez o a la sabrosona y visceral Chabelita Vargas que de algún modo se transforman en escudos defensores ante tanta orfandad de identidad musical.
Así, entonces, animado el cuerpo y ya vacunado del virus ruidoso, vuelves a tus primeras reflexiones y pones las flores muy cerca de ti. Y eso pasó, no se puede dejar de pensar en cómo se podrían consentir las flores cuando están tan cerca, hacerles cariñito y, todo lo demás, que se acostumbra a pesar que ni para regarlas me doy tiempo. En fin, esta flor que entró a esta tundra del trópico mexicano al lado sur de la ciudad y cerca de los prados de Churubusco, nos vino a reafirmar varias cositas, sencillas, pero demasiado importantes y entre ellas, aquella de regar de vez en cuando con una buena agüita eso de las amistades, pero con agua de garrafón, no vaya a ser que el tifus, se apodere de nuestras guatas sudamericanas provocando aquello de la maldición de Moctezuma, en donde el guater diarreico y el balde vomitivo, cumplen con su misión de desparasitar el cuerpo.
La mentada flor te consolida aquello de mirarse cara a cara, a modo de transparentar nuestro paso terrenal. También de repasarnos como personas, una especie de retro-reflexión que tiene como finalidad tan solo, regarse de las experiencias; tanto buenas como malas. Así son estos ejercicios de florería y cuántos otros más habrá, que se podrían señalar en esta necesidad de compartir con una buena conversación por ejemplo, una buena cerveza que va transformando en victoria, los gratos momentos o el taquito generoso, grasoso y bien cocinado que acostumbramos en estos días a modo de preservarnos como siempre, guatita llena corazón contento, con quienes consideramos tan iguales a nosotros.
Ni el tiempo, ni las distancias, ni el fallo tecnológico, incluso, de no acordarnos del registro de imágenes fotográficas - onda postal - ni la memoria ni mucho menos el repaso de quienes somos, negaron la posibilidad de decirnos lo mejor, especialmente, para quien en este caso, nos visitó gentilmente. Y es que así somos, sin quejas, ni aspavientos, ni sentir pesar del paseo expreso, del juanete y el callo turístico. Al contrario, nunca dejamos de reírnos con nuestros mejores y honestos dientes, flor incluida y comprender además que, a pesar de las variadas placas y artefactos que uno puede encontrar en el mercado de la hipocresía globalizada, con este ejercicio, al igual que un plano de relajación, aprovechamos para no perder el gusto de estar vivos y, menos, perdernos de la gracia de estar reunidos.
O en algún momento incluso, mandarnos la lloriqueada arqueológica, sin ningún problema, fruto de entrometernos en la vida de estos guerreros apostillados en su sangrienta historia y cabe decir, como consuelo hidalgo que, Hernán Cortés, el jerarca de la conquista gachupína, de seguro también lloriqueó en aquel famoso árbol de la noche triste y es que, la nueva Tenochtitlán, a veces te aplasta con tanta historia de los vencidos, a pesar de los vencedores falsos, que actualmente, son los dueños de casi todas las panaderías y abarrotan esta ciudad con olor a jamón ahumado y vino andaluz.
Por qué entonces no resentirse de este peso grandioso de una historia completita y que se presenta en cada uno de los pasos del gran monstruo llamado México, y que, generosamente, nos cobija tanto en su transporte colectivo, que transporta esperanzas decía Manu Chau en su próxima estación, o en aquel edificio monumental de antropología que cumple con derivarnos a ese pasado grandioso que se convierte en presente y futuro o que también es generoso y nos lleva a pasos del diezmado Teotihuacan vía ex lago de Texcoco, sin afán de buscar aquí a la flor más bella del ejido, inmortalizada en alguna ocasión de mucho cine mexicano por la doña facha María Félix, sino que, sencillamente, para reconocernos y sabernos.
Por que así es México, casi un eslogan. Además en él, te separan los ejidos y las coloridas colonias y éstas, a su vez, nos chorrean de la humedad mexica que por el paso y erosión de la tierra y el tiempo, pretenden ausentarse de lo cotidiano, casi ahuyentadas por la maquinaria relojera de la modernidad.
Caminar por las calles precisas producto muchas veces de la necesidad y, otras tantas, tan solo del placer, qué duda queda sorprenderse. También, por la cantidad de objetos que se comen en la urbe del hambre y la miseria a pesar del supuesto esfuerzo de los gobiernos y el populismo chacotero que se oferta, tan común en nuestra América india y que si bien es chatarra aquel antojito nacional, allí están para comerse los taquitos al pastor, las quesadillas de flor de calabaza, las de flor de cempasuchil o la rica salsa de chiles cual elixir de lo mágico-picante o lo Maya que se cruza con lo Mapuche en un contexto de riqueza cultural a pesar de la trencita afro y el asoleo desmedido de los nuevos chilensis en su paso miserable por las playas de Cancún, en donde Chichenitzá grita enojadamente para corregirles su ruta.
A propósito, decir que nuestra nueva doncella, hija del dúo Quetzalcóatl-Cihuacóatl, no será sacrificada a las deidades ni a ningún otro sacrílego cuento religioso, más bien, y sencillamente, nos permitirá respetar aún más el suelo que pisamos día a día, y es que emilia mailén también se puso contenta con la visita de estos días. Ella será una mujer traviesa, así como su hermana elisa, que cariñosa y generosa, seguramente producto de los genes de esta tribu, procuró su espacio de descanso, juego y felicidad a nuestra invitada flor.
Como esperábamos también, esta flor tuvo la capacidad de crecer y florecer en un espacio lleno de incomodidades –vale aclarar que nunca durmió parada en la ducha del baño como los medios escritos hoy en día lo aseguran, ni mucho menos participó de alguna riña de pandillas en la urbe azteca, en donde ni la policía experta fue capaz de separar a los bándalos contrincantes– ya que tuvo la capacidad de acostumbrarse sin mayor conflicto a cuanta rara situación se le presentó, como aquella de darse cuenta que los guías del Museo Antropológico, tienen la capacidad de defender a brazo partido su pasado esplendoroso, sin un atisbo de nostalgia o vergüenza y que contrariamente a este otro botón, en donde una maestra-profesora de escuela primaria, que en su afán oportunista-sentimental, intentó acercarnos culturalmente al fashion-freak del día de los enamorados y San Valentín junto a todos los escuincles presentes en la larga ceremonia de cantos a la patria que se entonan altivamente aburridas, los días lunes en los colegios públicos. O esa otra de subirse al colectivo o pesero y mamarse el volumen radiofónico con las canciones en inglés del grupo de turno que nuestro chofer, parecido a ese mero chofer santiaguino, nos ofrecía en su desenfadado rictus laboral.
Por suerte para la humanidad, al parecer, las flores tienen esa capacidad natural de sentirse bien, gozarla, vestirse de verde, como el nopal y el maguey, todos los días a pesar de las dificultades que un medio le propone y muchas veces impone.
Así pasó con nuestra grata y bella visita, flor que, creemos, seguiremos regando todos los días a pesar del frío invierno chileno y su ridículo, por especulador y populista, riesgo país que logra el suicidio de la realidad de sus habitantes ¡flor de vida! y que nunca imaginaría a un volador de Papantla, que a pesar del dolor de pescuezo que provoca verlo, nos recuerde y enseñe aquello de bajar del cielo a la tierra elegantemente y ojalá bien amarraditos por los pies, con buena música a modo de alejarnos de las hiedras, arbustos y matorrales, para solamente apreciar las bellas flores de nuestro privilegiado jardín, como aquella, también, que generosamente nos ofreció el mango cálido y nutritivo en las narices de la mismísima casa de Cortés en el barrio de Coyoacán.



FESTIVAL DE LA CANCIÓN MEXICANAo el espanto auditivo de una canción desesperada
Juntarse y analizar qué canción es la que pega o gana en este cursi concurso nacional de coros, no es difícil; la idea es seleccionar algún temita del amplio repertorio folclórico de esta tierra, bastante rica en esas cuitas, y armar un orfeón de niños modestamente respetable y alineadito. El punto es cómo cuadrar a varios chiquillos a modo de escuchar una acorde melodía, sin necesidad de pensar en los niños cantores de Viena, contando para la ocasión tan sólo con unos chamacos bastante pasados en vienesas fritas con mostaza y con pocas capacidades auditivas en su conjunto.
¡Echemos mano de Luis Miguel! Dijeron por ahí, así, el picante de la canción ranchera se apoderó cebollero y ajiaco del espíritu musical de las aulas de ensayo. Sin ningún obstáculo en el camino y con su alegría del mariachi, título elegido para la ocasión, cautivó con su risa idiota el corazón enamoradísimo de aquella profesora primaria, soñadora del primer premio, fama entre sus pares y que, a pesar del sin sentido, al no cumplir con las bases del concurso, del mentado popurrí, se esmeraba en echarle hartas ganas al asunto en pos del preciado premio que podría obtener la escuela que, orgullosamente, representaba.
Así el ídolo musical mexicano y, a esas alturas obligado escarnio auditivo de alumnos y apoderados, era esencia forjadora de un insípido coro que ya imitaba todos los fraseos guturales del luismi, cosa que cada día de ensayo, curiosamente, le daba más confianza a los peques involucrados en la competencia pese a las constantes peticiones y rogativas de varios afectados en su oído medio por semejante elección, y que además, negaban quitarse los audífonos del rechazo en lamento, también, del maravilloso oído sordo de la maestra corista. Al contrario, la argumentación a favor del tema elegido, pregonaba que dicho temita, permitía causar cierto efecto de impacto en un concurso demasiado, según esto, rústico y autóctono en desmedro de las cualidades de los nuevos valores y estrellas comerciales que azotan cual zancudo la oreja repleta, últimamente, de mala cerilla musical.
¡Bien entonces!. Dijimos resignados por el peso y prestigio del cantante y por supuesto, de la decisión autoritaria de la profesora. ¡Hagamos oídos sordos! Se escuchó a coro. ¡Anudemos la neurona disonante en beneficio de los críos!. En fin, comenzaron los ensayos que se extendieron por un periodo de tres semanas, al cabo de las cuales, ya teníamos a nuestro chirriante grupo de escuincles semi afinados y un dejo de orquesta oxidada de catres metálicos puestísima como para ir de competencias, los dedos guitarriles de los acompañantes instrumentales, no se daban abasto de tanta confusión melódica y bastante inflamados se retorcían por efectos del cejillo afinador. Así, planamente entonaditos, llegamos al evento que tenía como marco escenográfico unos cuantos sombreros charros y bastantes flores guirnáldicas hechas en papel crepé, de ese que se encuentra en la papelería de barrio, demarcando el carácter festivalero y alegórico del concurso. Después de un eterno y gran rato, cantaron todas las escuelas previamente seleccionadas y cada una de ellas lució orgullosa, su atuendo respectivo que variaba desde coloridos vestidos oaxaqueños, hasta vistosos uniformes de revolución mexicana.
Espectáculo aburrido y casi burocrático que lo único que causaba era cierto malestar sonoro entre los reunidos para la ocasión. Dichosamente para nosotros, el último de los coros traía a la perfecta maestra de música, única distracción a estas alturas, y que causó entre los asistentes claros estragos de placer visual, obligándonos además, a parar precozmente nuestra oreja libidinosa y escuchar a sus desentonados chamacos rancheros. Ella en su afán de dirigir y coordinar a sus huestes, desplegaba una performática anatomía como muy pocas veces se ve en eventos de esta naturaleza. Leonard Bernstein, se transformó de repente, en un curioso farsante ante este gran espectáculo de virtudes divinamente sensuales y carismáticas a todo brío para la ocasión.
Al final de su participación, se hizo acogedora de un gran, estruendoso y caliente aplauso bien palmeado de la varonil concurrencia, que lo único que quería, a esas alturas, era escuchar la pista musical varias veces, para seguir contemplando el perfecto coro de curvas de esta representante del moulin rouge mexicano que nos dejó el corazón paralizado de emoción. Y tal como diría el gran José Alfredo Jiménez, la vida no valía nada hasta ese gran y anatómico momento.
Concluimos un día de concurso, felices de sobreponernos a la pésima canción elegida por nuestra directora coral que a pesar de todo el ruido acumulado a lo largo de las semanas de ensayo, se situó en un dignísimo segundo lugar en este concurso de la canción mexicana, a pesar del síndrome del luismi.








VIVA MÉXICO CABRONES o marchar a la cola de adelita
¡Ándele señor! Métase al desfile, que no le dé vergüenza.
¡Ándele! No sea penoso.
A pesar del ruego, pocazo interés marcial en uniformar mi paso, decía a quienes a punta de tirones lograron meterme en la fila marchadora para conmemorar el día de la revolución mexicana.
Bastante solemnidad e himno guerrero en la hidalga patria de Zapata y otros héroes que, dicen, nos dieron patria, son los símbolos que a cada momento se escurren en esta marcha y festejo zapateado por las calles del barrio.
A pesar del pudor que esto del paso de ganso me causa, un poco de memoria militari, otro tanto de regimiento social o resentimiento social decía yo, justificándome, toda vez que el cuello de botella provocado por una masa festiva a cada instante, más nos reducía el paso.
Por suerte y beneplácito mirón, una apoderada bien ceñida a la usanza de las adelitas, con encanto y atractivo andar, nos indicaba a los padres y alumnos allí formados la senda a seguir. Era como nuestra generala y con cara de bueyes con los cachos bien orientados, decidimos que ella sería nuestra lucha final. Hubiéramos sido capaces de cualquier cosa, en pos de procurar que nuestra guerrera orientadora viera que nuestra torpe marcha con paso de ganso eréctil, incluido, era la mejor a pesar del embudo humano y apretado que teníamos por delante.
Todos entendimos el balazo calentón que ella nos enviaba, digamos que a esas alturas, éramos parte de la boluda tropa valiente y un poco caliente. A la vez, nos íbamos transformando en un verdadero pelotón y en cualquier oportunidad que se presentara, prestos, sacaríamos a relucir nuestra apelotonada bayoneta varonil y patriótica en pos de salvarnos de cualquier sonoro rugir de un potencial cañón enemigo.
A esas alturas la desafinada banda de guerra escolar perdía todo compás marcial, cosa que no importaba mucho. Además, nosotros ya teníamos resuelto nuestro ritmo y cándida lucha callejera a pesar de las llamadas de atención y las imperiosas solicitudes de orden.
Y es que los mexicanos ¡están cabrones!. Su nacionalismo intrínseco, está plagado de la marcha y el himno, honores a la bandera, que cantan rabiosamente, himno nacional con sus estrofas tan mexicanamente al grito de guerra y otras tantas loas a la patria que de verdad, cansa.
Tan solo rescatar la sensación de estar listos para defendernos de cualquier agresor e incluso, defender con la vida la posibilidad de que nuestra adelita se fuera con otro, ya que, de ser así, la seguiríamos por tierra, por mar, a caballo, en auto, a pié. En resumen, seríamos implacables en la guerra por esta gesta revolucionaria de maja maya y con ello, recuperar el mágico camino trazado en su grato andar y meneo generoso ¡Viva México cabrones!.


JURADO DE ESPANTOo las vacas flacas del condado
Cuando se participa como jurado en un concurso de belleza, que casi siempre resulta ser lo menos natural y demasiado artificial, da la sensación de estar metido en lo más ridículo y absurdo de los momentos. Más aún cuando el asunto se pone difícil por eso de calificar a las bellas, que no siempre, según la lógica de los concursos, son las estéticamente más agraciadas y que naturalmente son un mero objeto en este matadero de la carne fresca y del intelecto congelado.
En fin ser jurado tiene sus riesgos y a su vez asumir tal responsabilidad conlleva ciertos beneficios. Destaca el hospedaje en el mejor hotel del municipio de Taxco, con familia peregrina incluida y algunas monedas para capear el lujo local de turistas convocados. El Estado de Guerrero da la bienvenida al mejor estilo de luminarias a los varios elegidos réferis de la pasarela que entre sus capacidades se destacan la poca costumbre de convivir con el jet set y sobre todo, escasa experiencia simétrica de elegir el culo y las tetas correctas según el enunciado 90-60-90.
Localidad decíamos, de turismo pre Acapulco y archiconocida por sus minas, de plata, y trabajos de platería. La joya y el adornillo cursi son sus bastiones de ingreso per capita más importantes y por ende, se necesita, urgente, elegir a la reina entre las mozas; hijas de acaudaladas familias mineras que sueñan, algún día, convertir a sus chamacas de buen pellejo y buen mirar, en princesas de virgen satín de seda.
De ese modo conservar el estatus de clase o en el peor de los casos, prostituir todos los deseos y transformarlas, tan solo, en perfectas amas de casa, enclavadas en el deseo de cuanto macho se atraviese en su camino, llenas de hijas e hijos perfectos, para conservar la tradición y añorar, con el paso de los años, el momento de la historia que le machacará las arrugas flácidas y canas porfiadas, frente al espejo, a pesar de las mágicas cremas que sólo humectan el arribismo estético, previo a la cirugía de plástica voluptuosidad.
Y a propósito de volumen, harta y rica comida ofrecida por los organizadores para estas panzas biafranas y guatonas, en su mayoría, más acostumbradas a la sobre- vivencia del antojito en servilleta de escuálido papel roneo y del café de olla estilo tarro nescafeinado.
También un poco de política oficial, disfrutamos en este viaje de belleza regional; pseudo contactos con las autoridades de primerísimo nivel que dan su opinión y aconsejan, sutilmente, respecto al destino final del concurso y los alcances del mismo.
El infaltable cura que inflama su rechazo al endiablado evento de pecado carnal, pero que, a su vez, bendice con erectos gestos a las escotadas concursantes con la hostia maliciosa de la hipocresía vestida de abstención y celibato.
El alcalde de eterna reelección, gobernador además de las políticas del reino priísta y que nos acoge en su discurso de conservadora lengua trapeada y curtida en la intolerancia dictatorial.
El doctor jeringas, facultativo que si no te jode te chinga, y que de seguro se divierte de lo lindo, parando la oreja incluso, al ver a sus noveles y sanas pacientes, sin ninguna dificultad física y mucho menos algún trauma de índole espiritual, en el paseo de diminutos y atrevidos bikinis que la ocasión impone.
Diputados locales y federales de sufragio efectivo con demasiadas reelecciones en el cuerpo y con olor a perfume corrupto, salvaguardas de la moral, del orden y patria de un ayuntamiento demasiado recargado a la derecha y amontonado al centro de la injusticia.
Por último, los empresarios de la plata con demasiada plata en sus bolsillos y colgajos en sus cuellos, financieros además de la explotación a la que son sometidos los modestos mineros de la zona que en estas horas de eventos y luces, brillan por su ausencia, opacados y gastados, de seguro, por tanto esfuerzo de su lomo bruto.
Ex mises y demases, colados, palos blancos, gorrones de la elite del pueblo, se pasean bruscamente coquetos en busca de la mesa arribista que los conduzca de una vez por todas, que menos, por el camino correcto en esta suerte de sociedad perfectamente oportunista.
¡Suerte para este jurado!. Después de los desfiles de rigor, marcadamente artificiosos y demasiado maquillaje en la performática pasarela, el alivio de estar eligiendo a la más bella fue cosa de hacerlo, incluso, hasta con ojos casi cerrados; casi cerrados, digo, debido a la necesidad de prevenir ciertas alteraciones de la masa festiva ahí reunida.
Mantenerse al agüaite, ojo al charqui, fue la primera misión ante la sensación, espantosa, que podría provocar una elección desafortunada o minoritaria. Se percibe en el ambiente la idea del linchamiento público como premio que amenazó durante toda la velada, la digna actividad elegida por estos mártires de mirada tiritona y casi inexperta.
Recordemos que en México esta posibilidad, el azote colectivo, en patota, es real toda vez que la práctica así lo dice. Más en este caso, si se piensa en no entonar con los diversos y extraños conceptos estéticos que el respetable propone exigiendo una y otra vez. Para suerte del espantado jurado, las cosas fueron naturalmente obvias. La menos desagraciada ocupó el trono en la justa lucha del meneo cachondo que al mejor estilo de casa de modas, degustamos esa noche, gracias a nuestros objetivos y expertos ojos turnios de mirar miope.
Padecimos no solo la puesta en escena del evento fastuoso en cuestión, si no además, de un suculento, por espantoso, frío, nada comparable con la frialdad conosureña. Juro no ser nunca más jurado desabrigado y ampararme de tanta confianza climática en una de las ciudades de burda eterna primavera. En cierto modo el cafecito nocturno que se elevó a la suma de tres americanos bien cargados y calientes, ofrecidos gentilmente por la atractiva edecán que para mala suerte no estaba en el concurso, sirvió para mitigar el penetrante frío taxqueño. Agréguese a ello el espaldarazo del sorbito de flash paparazzi, ahí presente que, a nuestras espaldas, abrigó las escuálidas esperanzas climáticas y fotogénicas del team elector.
A pesar de todo y por fortuna cálida, afloraron para la gracia visual de este empalado ser, algunas féminas de la localidad, que sin importar su edad o escasas ropas cobertoras y, desgraciadamente, al margen del evento, se transformaron en reinas por esa noche.
Que manera de agotar la retina congelada en cada una de ellas y que, lamentablemente, no corrían en la competencia oficial. Y ya que dicen que a falta de pan, buenos son los tacos; los de carnitas, los de cachete, los de nana, los de cuerito, los de moronga, los ricos de chicharrón, daban ganas de correr satisfechos y alivianados de tanta rica metáfora tras los huesos de estas Evas, que reclamaban falta de cariño y orfandad de miradas calentonas para temperar sus almas y piel expuesta al ojo mirón y chacotero que ya, a esas alturas, comparecía inflamado por tanta garúa cálida.
Además, para ello, contamos con la autorización de la ganadora, la miss, la reina, la número uno, y que desde sus entrañas guturales, se mandó el discurso de la victoria para el pueblo presente, invitándolos a seguir reproduciendo la especie y regar el semen varonil en cuanta damisela se atravesase por estos caminos del sur guerrerense.













LA FIESTA PATRIAo la añoranza de la chuica
Llegamos más temprano que tarde hasta el mero sitio en donde se festejaba el zapateo patrio y fraguaba, por un instante, la chilenidad patiperra (que desfilaba ya, marcialmente, frente a nuestros ojos, con el ropero errante de ponchos, sombreros huasos, camisetas tricolores y un sinnúmero de fetiches alusivos) con la intención, que menos, de visualizar al máximo de conocidos que dejó exiliada la herencia milica.
Cabe destacar que la colonia residente se eleva a más de treinta mil chilenos de corazón mexicano, con espíritu callejero obligado, sumando hijos y anexos regados en esta seca laguna de Texcoco. Fauna radicada definitivamente, a veces, en estas tierras de generosa acogida soterrada gracias al esfuerzo de viles presidentes asesinos y que, en sexenios pasados, mostraban al mundo su humanísimo gesto solidario hacia los perseguidos del cono sur y, por otro lado, la hilacha represiva en contra de sus connacionales. (El averno Pri sancochaba rebeldes y el chamuco Pan se encarga de quemar herejes opositores cada día).
Vivir por muchos años en esta nueva, por vieja, Tenochtitlan dejó a una estela compañeril con la arruga intacta de la política y otros asuntillos internos que, demasiado contradictorios se presentan: fuera de contexto se anuncian, renovados, a veces, se instalan y juran de panza (llena de vino tinto y empanadas) que Chile, actualmente, es gobernada por la mismísima neo upé a pesar que se trata, tan solo, de los hijos bastardos de la misma y que, hoy en día, son los encargados de llevar la batuta oportunista del saqueo y agasajo otorgado por la transición.
Se escurre, además, cierto aroma a suburbio y ghetto apelotonado cual muégano, en dónde se confita el canto ése que dice que la distancia es el olvido, y el engrudo de la lejanía exiliada y el neoprén tóxico del desarraigo, aspirado día a día, se arrejuntan en aras de la patria y sus cánticos republicanos, sin importar mucho el futuro esplendor que les espera.
Además, cómo olvidar y dejar de celebrar el Dieciocho. Cómo no acordarse de la tierra facha y pedófila que nos vió nacer y que nos enseñó, tempranamente, su cueca reaccionaria y su paseíto hipócrita de inocente acoso sexual, el arrítmico y horroroso zapateo milico, y que hoy se llena del pañuelo triste y moquillento que la distancia ofrece en añoradas coplas del puñetero guatón loyola, especie de prócer de la roedora chilenidad.
Todo esto divagábamos, ya instalados en la mesa girnáldica y de mantelito blanco, que se ofrecía llena de chanchos de greda pomairina, hasta el tope de salsa mexicana estilo pebre cuchareado, en espera de la primera ronda del bendito vino que maldito se arruga, por malo, en vasos plásticos tiritones, quejumbrosos y añorosos de viñedos del valle central.
Comparecían allí todas las castas chilensis y sus resabios de siempre: el rabioso nuevo empresario gandalla y mamón del neoliberalismo que pasea su globalizado celular repleto de negocios exportadores con algún tráfico (negocio a futuro) de locos o concholepas en conserva y jureles tipo salmón, que permanecen acaparados en la bodega del fructífero negocio de la especulación exiliada junto al tic, un tanto nervioso, por llenar las arcas a cualquier costo, más si la extracción a la fuerza lo permiten.
Las ricas minas que lucen el bronceado de Cancún riguroso y su chirriante picazón que fríe el frío cuero (desenfadado y arrogante) expuesto en el caribe mexicano, sacando la trencita rasta al sol de acuerdo al estereotipo de nuevo rico de la transición que, dentro de sus costumbres, por decir curiosas, (la necesidad revolucionaria suponemos) aúlla las canciones de grupos musicales del canto nuevo chileno tales como Quilapayun, Inti illimani, de Víctor Jara y que en algún instante, gracias a los altavoces del recinto elegido y varios tragos de chicha, inflaman la neurona rebelde asoleada en este norte de viaje glamoroso-antropológico, tan lejos del cono sureño y del poco turístico Curacaví.
¡Faltaba más! no podía ser de otro modo, hasta el insoportable cuarteto de Hermanos Silva, viejos y reaccionarios estandartes criollos que, durante muchos años, avivaron y silbaron a su gemelo ex tirano con rastreras canciones patrióticas (agregados culturales vitalicios del fascismo se les denomina) y que ahora expertos en la tonada cueca democrática (todos caben en ella) amenizan, lateros, el show organizado por la asociación de chilenos residentes; otro engendro, además, que acoge a cuanta cosa se diga chileno, en pos de proyectar la tan manoseada reconciliación patria pese a la guadaña y el corvo que ocultan, prestos, muchos de sus activos socios.
Siniestros personajes de sospechosa militancia, elegantes cercanos a la inteligencia dina-ceénei-oficina, quienes arengaban años atrás la reunión ampliada con su arrojo revolucionario (¡Cuánta bala vimos pasar!) y que ahora tan solo se delatan por su concertada defensa al capital financiero, por su estúpido fashion al lente oscuro, marca registrada, en su cara, por los cantos llenos de loas al arcoíris y su pacto cobarde y claro, por su afición al copete tequilero que portan y que acumulan en la prepotente y decadente charcha sanguijuela onda guatón romo.
En mesas marginales la exiliada política (de la bota fascista), empuñando la empanada caldúa, que achica el olvido gracias a su grandota flatulencia de memorias, y que no apostó nunca a la bosta alegría que se nos venía encima y menos a que ésta fuera en la medida de lo posible (ésa sí que fue cueca oportunista), y que sigue añorando el terruño tan lleno de aceitunas y pino, de condimentado baile patrio, de ramadas con olor a huevo, de la familia, de trompos y rayuelas, pero imposibilitada al retorno, por las escuálidas y flacuchentas arcas, por la adaptación del hueso, la piel, la sangre de un México que se impuso a base de puro antojito, cilantro y frijoles.
El futbolista ídolo de turno; aquel que emigra de la pésima liga chilena en busca de fama y fortuna, maravillando con sus dotes y cualidades a este pueblo errante (mitad cóndor, mitad guajolote) que más bien juega a pasarlo bien y comer más tacos que ninguno, quien entrega y premia con fotocopias de su rostro autografiado, con mala letra de identidad, a los menores transplantados del país original y que algún día, lejano por lo demás, sueñan con pisar el torturado estadio nacional o con suerte, ser parte del seleccionado mayor... de algún club de barrio de expectativas menores.
Se exhibe en la pasarela de personajes ilustres y brillosos de la disfrazada migración, cual vil árbol de pascua (por efecto de anteojos, pulseras, moños, celulares y rímeles multicolores) la blonda rubia mina rica con pelos de elote que no baja del todo terreno arribista, por miedo a chocar y desarmarse en la primera patita de cueca, por tanto voluminoso artilugio siliconado que porta bondadosamente humilde y que, es capaz de dejar con el pañuelo mocoso al viento a cuanto libidinoso paisano que busca excitarse con la patria, reflejada en esta espinosa y poco empeñosa Rosa sureña, con su eréctil y promiscuo clavel.
Las autoridades impuestas desde la cancillería. ¡Infaltables!. Hablando guevadas y de las bondades de la patria. Inflando el pecho, cual travestido gallito de la pasión, por los logros y éxitos económicos de la pujante y diarreica patria egoísta, embustera por lo demás, y que a la distancia se jacta, gracias al discurso rastrero para la ocasión, de ser única y deseada en este miserable tianguis hemisférico de las desigualdades sociales.
Un embajador de cepa, sepa de qué, pero embajador al fin de cuentas, solicitando a la concurrencia no quedarse estancado en el pasado y mirar hacia el futuro esplendor tan repleto de posibilidades para esta fauna de la garrafa chuiquera por excelencia, en donde no podía faltar, ¡faltaba más!, el antiguo cabeza de pistola agitador de la caña revolucionaria, que esconde sus vergüenzas y nostalgias de haber sido y ya no ser en el poncho huaso de la modernidad, en el sombrero alado de patrón de fundo y, ¿cómo no?, en sus espuelas filibusteras, demasiado estrelladas y oxidadas en el cambalache y giro oportunista, arengando a la concurrencia rezar por el bienestar patrio, rogar para que las cosas sigan iguales y si las circunstancias lo ameritan, mandarse un ¡Viva Chile Mierda! con todo el tufo patriótico que porta y, sí se lo pidieran, por su chilito justo y lindo, aquí mismito la vida él nos daría, al estilo Jalisco si se quiere, y es que la triste y amarga lejanía, ni siquiera con chicha se mitiga.



QUE GRANDOTE Y RAPIDOTEo el metro cuadrado de mexicanos
El metro de la ciudad de México, es así, grandote, segurote y rapidote. Y que a diferencia del camión del compadre filemón, según nos cuenta el ya fallecido y popular compositor Chava Flores, no admite a guajolotes, ni tamarindos, zopilotes, ni gallinas y camotes, ni guacales con carbón. Hoy por hoy, en su interior, podemos observar harto perro quiltro y gatos famélicos, arrancando a velocidad de tren bala de monumentales ratones que ligeros y cancheros, siguen a la presa hasta saciar el hanta de su apetito.
Más de doce líneas y metro trenes amparan el crecimiento a holganza de este monstruo con hediondas patas de goma, que se defiende de un pueblo que lo agrede con el talco del desprecio, que lo infecta con el hongo de la basura y maltrata cual uña encarnada, en pie de atleta, sin tomar conciencia y menos pensar siquiera del beneficio que acarrea a la masa humana que lo aborda y desborda, usa y re usa, en rutina tras rutina, gracias al túnel agrietado del subsidio estatal, que apuesta a sostener a unos cuantos millones de usuarios en forma armónica y de paso, cumplir con las exigencias necesarias de zapatero remendón en pos de mantener funcionando a este valuarte del transporte publico en latinoamericana.
Mucho mexicano se enorgullece de su tren ligero y lo hace con el pesado sentido de esplendor patrio que oportunos desvalijan de la herencia histórica nacionalista, tan llena de costumbres de populismo extremo y con ello dejar en claro, a modo de constancia, que todo pasado fue mucho mejor. Claro, extraen inconscientes, del inhumano vagón del recuerdo revolucionario institucional, la vieja maleta corrupta atiborrada de gobiernos elegidos a dedo y que hoy vuelve a levantar, como emblema de tiempos modernos, a los farsantes y facinerosos de siempre, aquellos que se enriquecieron bajo el manto de la inversión pública y políticas sociales.
De paso, la impune forma de gobernar a un perraje que cumple con las funciones y pautas necesarias de: bajar el moño, ser indiferentes, es la apuesta de los gobernantes al egoísta individualismo de tragarse cuanta oferta exista en esta suerte de sociedad más acostumbrada al silencio soterrado y el valemadrismo en sus habitantes, en desmedro del colectivo asunto político social que los debiera transportar y concernir a futuro.
Así, entonces, este metro recargado de millones de mexicanos, que apretados y sudorosos, arriados igual que vil ganado al matadero, se desplazan por todo el húmedo corral de ciudad subterránea que los acoge y otras tantas, los coge por sorpresa sin pesar alguno. Así también el despliegue escénico de compungidos seres en la lucha de sobrevivencia diaria por arribar a mejores oportunidades de vida, de llegar sanos y a salvo o, con cuea, vivos a la inexistente estación esperanza, aquella más humana, con vías más anchas de desarrollo, más expeditas, a modo de resolver las notorias desigualdades y apartheid de este angosto sistema que los procura.
A pesar del bajo costo, un quinto de dólar que el servicio exige a cada usuario, es posible observar el circo sistémico desde la primera fila. De modo tal que es imposible pasar por alto a los miles de vendedores ambulantes y viajeros que pelean entre ellos, el metro cuadrado de potenciales clientes; y al sonoro rugir de las ofertas, comparecen performáticos, los ambulantes de dulce y agraz y de todos los sabores del antojito pre diabético, la música favorita encapsulada en el cidí repleto de rancheras, la pirata película de pre estreno en cartelera, magos de la trampa y del ladronzuelo ¿y dónde quedó la bolita?, faquires del vidrio astillado en molidas espaldas y de vientres curtidos por el hambre pobre, cantautores de sorda evidencia y micrófonos en off.
El metro contrae por lo sucio y aromático de sus vagones; la necesidad tiene forma de riñones dibujados con la evacuante precariedad social y también de intestinos trazados en el grueso remolino de la cagona situación económica, que no se da abasto, por más carros que existan, en paliar las demandas y exigencias de un país, de una realidad social a punto del colapso y de terminar perdiendo el control y la paciencia, con el esfínter en el coladero de la incontinencia, ante tanta promesa sin cumplirse.
Sencillo es imaginarlo, también, por la cantidad de delitos que ahí se cometen; mucha de las veces a vista y paciencia de la hijadeputa institución de policía local, que no escatima esfuerzos de avestruz en ocultar, cobarde, su rostro corrupto ante los valientes y arriesgados pungas que asolan aquellos andenes de impunidad y franca carencia donados por el sistema.
Inflama seguro, por la separación de hombres y mujeres en distintos vagones, justo en la hora del lívido reventón peak de intolerante calentura caliente de usuarios, tan al borde de la precocidad sexual que clama, de paso y repaso, el manoseo corporal que fricciona el alma del macho mariachi reprimido y de la adela sumisa.
También y por qué no, dan ganas de abstener el acoso e intento exprés de la violación que se provoca, seguramente, por el aumento de las húmedas temperaturas que hacen retemblar la tierra de los descendientes del calentón Moctezuma, al que siempre se le vió más turbado que ayer, en derroche fértil y dueño, a propósito, de cuanta mina se atravesase por su camino a la Tacubaya fecunda a quienes ponía a beber sus metros cúbicos de polución eyaculada antes de venirse en dirección opuesta a Indios Verdes previo paso sumiso por la Villa de Cortés.













A MEDIOS CHILES o hasta el copete de los cubanos compactados
Temprano llegué al centro histórico a modo de apurar las causas pendientes en este caos de ciudad. Por el corredor subterráneo del metro Zócalo y Pino Suárez, tradicional bastión del populoso negocio de comida chatarra y otros derivados comerciales encaminé rumbo a la tienda electrónica del amigo experto en el disco duro y memorias virtuales y que, de vez en cuando, arregla los desperfectos que se acumulan en el pozo de mi cerebro desmemoriado y, para más remate, con pocos megabites de especialización en ese hemisferio tecnológico.
Entre que pasaban varias horas de la configuración, gracias a la gentil sabiduría de ayudantes con el chip experto en esas cuitas, el cumpa se hizo presente con unas cuantas horas más de agabe borracho encima; andaba de almuerzos y se le atravesaron ocho aperitivos de tequila que, según dicen, permite ordenar en algunos, la cuota diaria para recargar la pila mediocre y de baja autoestima acumulada, disminuir la introvertida ansiedad provocada por la resaca del néctar ése y por último, engendrar la paranoia suficiente para chuparse todo aquel antojo nacional en aras de la enemiga sed y sus variados anexos secantes del cuerpo. Claro, su malogrado tufo impregnó hasta la concentración del ayudante, quién raudo puso la silla patronal a modo de evitar que el jefe cayera de hocico por tanto virus de mareo etílico que a esas horas corría por su vertiginosa vena aorta desconfigurada.
Unos minutos más de espera propuso éste campeón de la botella más rápida del oeste, quién apurado, preocupado y demasiado norteado, cerraba su negocio al compás del central jarabe tapatío. No fuera a ser que por tanto imprevisto, le cerraran los negocios cantineros, los bares, e incluso, las farmacias de turno. La cosa era seguir en la onda copetera, andar a medios chiles, semi entonados y a propósito, que mejor, aprovechar la disposición del cuatacho chileno, experto en la modalidad de rayuela corta y otros combustibles, más aún cuando la moderación se borra y es necesario formatear continuamente el disco duro de la precaución de situaciones inesperadas que propone ésta ciudad con olor a trago impune y a veces demasiada desesperanza etílica.
Listos de sobrada ebriedad nos encaminamos por las calles repletas de humano taco chilango, para aterrizar sin escalas previas, cual inmigrantes huérfanos, en un bar de clase turista, propiedad de unos cubanos con ritmo a magia negra y danzón con sabor neoliberal y que, cual viles cogoteros o carteristas de lo ajeno buscan la fortuna y confían en el billete fácil a base de la gusanería del maguey embazado, el mojito, estilo miami, canto a las deidades batistianas, bailongo sonero, y como no debe faltar, para efectos de justificar la trampa ideológica, un poco de mierda con ventilador a la bella cuba socialista.
Allí topamos con otros electrónicos colegas, quiénes a esas alturas, pelaban los cables de tanta sed y con cierto gesto electrocutado, observaban a las bailarinas del cursi show auspiciado por el destierro habanero. Intenciones de traficar cualquier cosa se percibían en aquel ambiente tan lleno de necesidades materiales inventadas en el empuje de surgir a cualquier costo. Al parecer la tara de saciar las manías comerciantes en el país de los changarros es necesidad básica. Pistola con cargador de bala asaltante se ofrecía, junto a una que otra doncella encuerada, al mejor postor del aguante, el desgaste y necesidad, en rifa y ruleta rusa que al calor del aguardiente misógino chorrea transpirado en cada mesa dispuesta.
Así, e iluminados con tanta magia cubana, la cantante del son, sin sonsonete alguno, impuso su sello de gastada trayectoria oral, aprovechándose de tomar, al seco, cuanta copa ronera se atravesase en su estrellato y fama nocturna ofrecidas en señal de amistad plena, entre dos pueblos hermanos, por sus enamorados fans de calentura generosa quienes aplaudían todo intento de canto gutural de la ahogada isleña que ya, a esas alturas de farsa, clamaba a los cuatro vientos, boleto directo a miami beach, en busca de su frágil destino musical y fama entre el rastrero arribismo gusano.
Con esta rara dicha tropical y escaso jubileo musical junto a la humedad en el carraspiento gaznate, por efectos de varios mentolados de mojito brujo, me propuse llevar en andas, al amigo de adolescencias chilangas por allá en los barrios de Coyoacán frontera con Iztapalapa, quién ya a esas trasnochadas alturas daba muestras de ausencia y ciertos estragos en su coherencia física, que dicho sea de paso, lo jactaban, en su juventud, como un pésimo jugador de fútbol. Probablemente por ello que siempre se pone hasta las pelotas por los excesos de alcohol y demasiado boludo con cuanto clon de Celia Cruz se atraviese en su mareado y caprichoso camino comerciante.
Al final, el mesero cubano, villano durante toda la noche en eso de servir tragos truchos a los castrados electrónicos allí presentes, demasiado ron aguado era el reclamo generalizado, y a quién solicité la cuenta de rigor que cancelaría quien invitó al desmadre y parranda, que para efectos de seguridad ya había depositado, sus morlacos, en mi celoso y seguro bolsillo de perro. Lleno de Nezahualcoyotl de a cien, sobrado con los Sor Juana de doscientos y bastantes Cuauhtemoc de quinientos pesos, pagué la abultada cuenta cumbianchera, no sin antes encarar el intento oportunista de este nuevo hijo habanero del capitalismo por afanar el correspondiente vuelto, en otras palabras, pasarse de vergas, de listo en pos del trasnochado sueño parrandero de los contertulios allí presentes.







DE LA CRUZ DEL SUR AL IZTLAXIHUATL Io que lejos estoy del suelo donde he nacido
La cita era en el Museo de la Ciudad de México. Lugar enclavado al centro de la ciudad capital. Espacio colonial y de marcadas tradiciones arquitectónicas de acuerdo al paso estético-conquistador y hasta gladiador urbanístico de la tropa española que supo, que duda cabe, dejar claro (sepultando indígenas y templos) su avasallador sello de corona gachupina.
Este sitio, se encarga de recoger diversas manifestaciones artístico-culturales de acuerdo a los planes del gobierno de turno en la urbe azteca, y si esos planes pasan por tener amigos y condescendencia política, ¡que mejor!. Así se la llevan en eso de elegir exposiciones y actividades que, en general, son bastante malas o demasiado caprichosas; la cantidad de retrospectivas de creadores con poca trayectoria, por lo menos eso consta en la serie de visitas previas, son la nota del lugar y que, fácilmente, podríamos denominar, ombligo de creadores exprés.
Los saludos de rigor entre algunas autoridades nacionales (en este caso extranjeros) y del gobierno local (en este caso nacionales), invitados extranjeros y otros no tanto, ni mucho, daban la bienvenida al artista expositor, de origen chileno con más de treinta años de residencia en México, y que junto al salpicado de colonia chilena de tan diversos y opuestos orígenes; amigos del artista, confluían gratamente en la exposición convocada.
El infaltable empresario criollo gandalla y mamón, también se hace presente paseando su plasta de nuevo emperador en la conquista del mercado interno en pos de arrasar con la raza y hacer una sociedad rarita con los colados, paracaidistas y desconocidos de siempre, con quienes comparten, al igual, éste espacio en una especie de, por decir algo, ejemplo ejemplar de reconciliación nacional.
Todo mundo miraba para el tianguis-barra-bar y es que los mostos, canapés y otros cachureos de índole tripa seca, en día jueves a las siete de la tarde se antojaban como la triada perfecta y, más que nunca, había que hacerle los desagravios correspondientes. La presentación del artista chileno fue muy mexicana, es decir, recargadamente azteca, toda vez que quien expone, se transforma por obra y gracia de las deidades, en una especie en extinción o maestro superior; una reencarnación del dios Ometeotl el creador de dualidades surge de imprevisto y todo gracias al rito inaugural de demasiada ceremonia lambiscona y anticuados discursos para un perraje más preocupado, en ese instante, del sacrificio voraz y del diente biafrano.
Ya luego los discursos para la galería, cargaditos de lugares comunes y un tanto reverentes. La encargada de cultura, dió las primeras pinceladas para introducirnos en las bondades del municipio y su interés por las artes en su conjunto, lo anterior a pesar que, en la práctica, quienes gobiernan este país, pretenden arrancar de cuajo, de los textos de historia, todo aquello que huela justamente a cultura.
Luego el turno de una especie de virrey cultísimo, director del museo, que se paseó por conceptos acabados y tan elevados como la cumbre de volcán Popocatepetl. Algunos rasgos de aburrimiento y sueño se apoderaron de la masa presente que indiferentes cual volcán Iztlaxihuatl, preferían dormir la brevísima siesta encefálica ante tan majestuosa oratoria. Vino el turno de la novel doncella agregada cultural criolla, quién y a punto de ser sacrificada a los dioses, cerró la tanda de discursos demostrando su nervioso y poco masticado náhuatl, al referirse en forma errada al título de la muestra, cuestión no fácil y menos cuando se trata de amontonar letras y extraños ruidos en nuestra tacaña cañería oral, tan poco apta, incluso a veces, para el mismísimo español. De allí fuimos arreados, en procesión, a cortar la cinta roja inaugural y que tanto se estila por acá, que sirve para dar la partida a cualquier cosa e incluso, para autorizar oficialmente este tipo de eventos. Digo fuimos, por que en realidad entre más rápido el recorrido, más posibilidades se abrían de probar los vinos ceremoniales. Además que, el artista, en un arranque de comprensión hacía los presentes, tuvo la buena ocurrencia de indicarnos que al final del recorrido, los asistentes podrían llevarse a casa una especie de fetiche arqueológico previamente preparado, todo, por una mínima y simbólica suma de plata y por tanto, toditos corrimos raudos hacia el final del montaje, esquivando cuanta monumental escultura se atravesara en el trayecto trazado, en pos del preciado y anhelado vaso con vino o en el peor de los casos, para comprar el objeto en cuestión.
Los vinos de chilena nacionalidad provocan en esta colonia patiperra residente, algo así como el síndrome de chuiquero dialecto huinca, que supongo se trabó desde hace un buen tiempo en estos paisanos producto de tanto vivir en el exterior. Los conchasdetumadre se precipitaron velozmente huérfanos, al igual que los tenís, querís, si poh, chuchas la gueá, que pujantes abortaban estas bocas huachas de alegoría y talla. No podía faltar tampoco, aquel personaje, ¡nunca faltan!, que después de unos vasos de vino se pone a hablar puras guevadas en plan político, burdamente serio y ultra light, que incluso ve en el presidente del Chile actual, una reencarnación y cierto parecido a Salvador Allende.
Es decir, se nota que la lengua y el seso tan llenos de callo ideológico, se emborrachan raudos y se hace urgente entonces, antes que se trabe el hocico, el peyote y hongo alucinógeno de estas tierras rituales, como guía y cortaúñas de tanta intoxicación, al igual que ofrenda a los dioses, en la conciencia ilusa del paisano afuerino.
Así terminamos el día con la sensación de haber visto demasiado poco un trabajo que denominaría Arqueológico Contemporáneo y demasiado envenenados del ruido que provoca la orfebrería mapuche que cuelga en estos guerreros chilenoaztecas ahí presentes, que cual huemules emplumados, veneran esta rara deidad ceremonial de lumínica añoranza vitivinícola combinada en la sobria oscuridad del rito migrante.





DE LA CRUZ DEL SUR AL IZTLAXIHUATL IIo cómo echarle alcohol a las costras y de paso un vinito a las tripas
No sabía si a lo que asistía aquel día jueves por la tarde, por supuesto enterado de oídas, era para re lanzar la exposición del artista chileno avecindado en México o tan solo se trataba de presentar ante la sociedad, cual vil y nerviosa quinceañera, con respectivos chambelanes, al nuevo embajador de turno, elegido, otro más, en las cavernas soterradas de la cuota política partidista de la vaciada, por chistosa, transición. Obviamente esa es la práctica a la que nos tienen acostumbrados respecto a la elección de los mal llamados representantes de la diplomacia en el exterior.
Recordemos además lo necesario en intercambiar a estas fichitas; los torpes ejercicios de poder lambiscón y patético racismo por parte del anterior embajador criollo, lo hacían necesario. En su paso, sin pena ni gloria, por estas tierras mestizas de machucada opresión y cadena al tobillo, no hizo más que reiterar la dosis de soberbia y desprecio de clase en contra de cuanto individuo con rasgo indígena se le cruzara en su atropellado y fascista paso de ganso.
Seguramente fue premiado con alguna medalla al mérito otorgado en la proa del barquito Esmeralda, aquel que tanto defendió de aquellos apátridas torturados por la bota marina de cánticos a lili marlene o en su defecto, con un cargo más importante en alguna trinchera europea a modo de reivindicar la tara arrogante, tan oportunista y rastrera que la cancillería chilensis, que funciona como ministerio de la propaganda, ofrece a estos hijos de Goebels. Al parecer este lanzamiento mediático, se planificó en lo oscurito del quehacer político de nuestros anfitriones representantes. Además que, sería un error invitar a cuanto paisano de raza patiperra y vaga, que pulula por las tierras, a una tertulia del arte y la política; de seguro el perraje echaría en el saco lumpen tanta solemnidad de trago encorchado, del comistrajo con sabor a conserva de litoral central y de glamour que tan solo se logra con años de carrera diplomática y de choreo al estado, qué menos.
Así, de igual a igual, con los hijos pródigos del oficialismo, que mal llamados a preservar lo políticamente correcto y a mostrarnos responsablemente su paso por el mundo, fuimos conminados a respetar los protocolos a modo de no estropear los reconocimientos y rastreras loas hacia la figura del enviado oficial. Al parecer y ¡enhorabuena!, el grueso del clan chileno residente, que sabe muy bien de quién y de qué se tratan estos asuntillos hediondos, optó por otros menesteres, más austeros y menos podridos, por cierto, a estos que ocupan este día jueves de ofertas y liquidaciones culturales.
Y la lectura no era la equivocada, siempre uno anda pensando en la maldad. El artista pasó a un segundo plano justo en los momentos del despliegue escénico de los hombres del embajador, quien y, después de dejar sus obligaciones de contador de pobres en el riquísimo club del banco mundial, recaló en esta tierra tercermundista, ombligo del mundo, tan avasallada, al igual que otros países, por políticas económicas y hacendarias que nuestro novel representante diplomático bien conoce y que se traducen en el cinturón apretado al cuello y los pantalones flacos de hambre en el resto del continente.
Así ésta, su primera aparición pública, fue una especie de arqueo a la cultura y en inventario con calculadora en mano, a la usanza empresarial, para dejar entrever en la formalidad de lindas palabras a la exposición y el exponente, una mera rendición de cuentas de un administrador de empresa con nueva pega y opacar con ellas, de paso, al rezagado artista expositor, quién ya en ese momento y por efecto de tanta cortina de humo que la escena oficial dispuso, era aplastado por una turba de bellas y condescendientes palabras más cercanas a la compra y venta de la complacencia en una impresionante muestra, vale mencionar, que no se vende ni por catálogo y mucho menos en las fetiches ferias del arte contemporáneo y que de seguro, normalmente, nuestra primera autoridad diplomática suele visitar.
Decíamos de las intenciones mañosas para este re inaugurado espacio de exposición, que a pesar de lo expectante y bien facturada muestra, por parte del ya, a estas alturas damnificado escultor, fue avasallado por el relanzamiento político de este poeta del número y músico en eso de embolinar la perdiz a moros y cristianos, que allí presentes y, ordenadamente, cual procesión, una vez más echaban su canita al aire en su torpe ambigüedad política del acontecer chileno, déle con el asunto de que el presidente actual es la copia exacta de Allende, y otra cana más, al viento cursi del quehacer cultural oficialmente oportunista, que les sopla y enchascona el seso y el suadero intelectual-escultórico.
El resto de las canas corrieron por cuenta del embajador en ciernes, niño mimado de la transición, que ojete y mano de guagua, supo en aquel frío gobierno del hijo junior de Frei padre, darnos, meternos y sacarnos impunemente, sus elogiadas recetas económicas al mejor y fiel estilo Chicago a pesar de sus estudios en Harvard, que no es lo mismo pero es igual, y de paso, convertirse en el favorito del empresariado canalla de esa patria embustera, acostumbrado y experto en esa noble tarea de privatizar, privatizar que el mundo se va a acabar.
Allí andaban también los noveles agregados; sinónimos del interés cultural de los gobiernos de la transición y que siempre se traducen en todo lo que huela a teatro y teleserie como afortunados para llenar la plaza vacante; con un coeficiente intelectual progre, ¡no mucho!, de preferencia que se saquen la ropa, ojalá toda, y se envuelvan de vez en cuando en la bandera de la chilena protesta light contra la desigualdad, permite, al parecer, ser compensado(a) con algún agregado puesto cultural en cuanto país esté a la mano.
Así entonces, estos militantes del oficialismo, alternativos, onda desenfadada, con cierto aire de divos de telenovelas de tres de la tarde, que se transformaron en esta década y parte de la anterior en representantes del quehacer de toda una cultura, y que para suerte de ésta, sigue funcionando a pesar de los melodramas del desprecio, los corto metrajes del financiamiento y los reality shows tras el telón de los oportunistas que siguen actuando gracias a la careta hipócrita del cuoteo.
Hacían los honores, decíamos entonces, a este nuevo Virrey en patria azteca, los mismos que antes cortaron la cabeza del anterior emisario; recordemos, nuevamente, que a éste, lo echaron por malo, racista y por contar con un tino político extraordinario que solo los diplomáticos chilenos de la porfiada transición, acostumbran. En cambio el nuevo, económico poeta del número, estudiante de alguna prestigiosa universidad de los estadosunidos, es flemáticamente distinto. Había que escuchar y leer el currículo del tal prohombre decé, de eso se encargó la anfitriona agregaturía quién por cierto y gracias al servilismo ante el nuevo patrón, contó con lujo de detalles con quien, este macho reproductor, se echaba sus canitas al aire y también nos enteramos a qué dedica su tiempo libre fuera de andar por el mundo aplicando recetas económicas neoliberales y otras cuantas más de veneno, con ventilador, contra los pobres.
Una vez más, al parecer, falló el discurso oficial, se cayó el sistema, se perdieron o traspapelaron las órdenes escritas, y lo importante, en ese contexto, sin duda, era ver y reflexionar sobre el trabajo del artista, que ya a esas alturas había desaparecido tras tanta monumentalidad de sus objetos y las minúsculas coplas bursátiles que ahí se ofrecían, curiosamente, gratuitas.
Después del corneteo hacia los prohombres allí presentes, la caprichosa agregaturía nos invitaba al vinito de honor y canapés tan típicos y tan estéticamente presentados, diría esculturales, y que hacían la collera al trabajo de objetos rituales y arqueológicamente contemporáneos de un artista visual ya perdido en el anonimato que causó la figura del plenipotenciario y amurrado nuevo representante.
Ahora si íbamos a comer harto y a echarle alcohol y vinito a las tripas. La mesa estaba preparada para la ocasión. Tiritaban los mostos y cachureos que se mostraban exquisitos y ese mediodía era el indicado para hacerle los honores al embajador egoísta de las platas públicas, que siempre hizo honor a su apellido y por tanto, ésta era la oportunidad de no dejarle na´ita de ná de cuanto nos pusieran a comer y chupar.
Esa sería nuestra resentida lucha e ironía de picante simbolismo para con este privatizador a ultranza. En esta tarea nos ayudaron, ilusamente, todos los allí presentes, representantes casi todos, de la importante delegación de chilenos invitados oficiales, vale decir, los sapos y mirones de siempre, aquellos que, seguro, guardan con emoción la foto del tirano. El empresario gandaya y mamón, bipolar opositor y amigo del oficialismo. Las minas ricas con trenzas de cancún, en busca de su bronceado cultural y algún ligue con billete. El exiliado con olor a oficialismo militante, siempre tras la migaja del cargo público. Los jerarcas del tinglado y, por último, el resto, los colados con hambre y sed, con ganas de rocanrolear la mirada, a cachar de qué se trata, a pelar el ajo o pasarlo la raja y piola ante el despliegue de cuanto comistrajo con aceitunas incluidas se presentara.
Al final del asunto, después del humito escenográfico correspondiente y la parafernalia oficial, apareció en cuerpo y alma, cual ave fénix que resurge de las cenizas, el artista. Quién como siempre, atinando, nos deleitó ese medio día, con un discurso con mucha historia patria personal y mucho dolor de ya no pertenecer a un país que sin duda, no hace demasiado por sus artistas y menos por aquellos de la región exiliada, y que, pese a los fondos concursables con olor a alcachofa podrida, que normalmente se estilan y que normalmente se concretan en el seco y oportuno codazo al prójimo, nunca logran paliar el hambre de una panza artística demasiado frágil a pesar del poroto con rienda solidario que cultivan importantes creadores, siempre, en el borde esquivo del reconocimiento.
Esta exposición tuvo todo aquello que hemos mencionado y más aún, dejó la sensación del embuste hacia el creador por parte de los sicarios de la cultura chilena, y es que reflotar algo que ya tuvo su proceso natural, se percibe como un intento más cercano a la angustia de un reconocimiento tardío de algo que ya no lo necesita porque, sencillamente, la esencia del trabajo del arte no se mide ni por efectos mediáticos y menos procurarse legitima ante una oficialidad, digamos, poco interesada por la producción artística.
Echarle alcohol a las costras cuando la herida ya sanó, es metáfora de creer que, los gobiernos de turno, embajador de por medio, relanzamientos, vinitos de honor, doncellas y recortes en la prensa para suponer algún extraño éxito, es no dar cuenta que un trabajo de arte, con las características que tiene el del artista expositor, y que a pesar de las formalidades y aspectos ornamentales que pudieran comparecer en su montaje e instalación, en la práctica, no necesita y no se nutre de ningún efecto servil, por más bien intencionado que este sea, para demostrar su grandeza monumental y atinada. Con ello concluimos, solamente agregando un malazo canapé diplomático con pelos canosos para una exposición, en donde se echó de menos la dignidad para el trabajo de arte.










NO HAY SALUDo la chica del bikini azul
Conseguir un seguro médico y hacerlo efectivo era tarea urgente. Que funcionara o que, en su defecto, prestara los primeros auxilios y no alterara los planes de la familia viajera, eran la receta perfecta. Así de orientados, acudimos a la mismísima garra de la seguridad social benefactora del estado mexicano, hoy en día tan cercana a su rasguñada y privatizada, par criolla chilena.
El monstruo Instituto Mexicano del Seguro Social, que en sus siglas imss oculta toda la enfermedad de la burocracia y en su cola enclenque padece el trajín de años al servicio de una población que apuesta, arribista, por el zarpazo del mercado privado de la salud, nos acogía lento y siniestro, como jaguar, cumpliendo a pesar de las aprensiones, con las condiciones mínimas de higiene mental y de máxima seguridad para nuestro escuálido bolsillo lumpen con características de bolsa de gato pulgoso, heredada congénitamente.
También, a estos menesteres de insana filiación, ayuda con creces el mal gobierno, que cada día contrae su pellejo egoísta para así extirpar todas las instituciones y estructuras de un estado, a estas alturas, enfermizamente villano, famélico y desesperanzado por el cáncer del robo, el contagio de las coimas, el virus de la extorsión, el tumor maligno del saqueo y el amnésico desinterés de sus insalubres autoridades, más acostumbradas a las políticas de parche y cura mediatizada, tan contrarias a la prevención en la salud de los eternamente resignados y habituados, dizque, pacientes ciudadanos.
Este servicio funciona, por que funciona y si no funciona pos funciona - ¡vaya uno a saber! - ese es el lema también de más de veinte millones de personas que se atienden la dolencia y comparten a veces solidarias y otras tantas obligadas, la cama con sebosa sábana blanca esterilizada, de tanto meado y cloro desinfectante. Miles son los encargados de velar por dicho funcionamiento y los que no, andan de paro y shock por mejoras en sus tuberculosos salarios: en coma permanente por la ansiada jubilación anticipada o probablemente andan en la colación eterna a la que nos tienen acostumbrados y sometidos ¡cómo chingaos no!.
Así entonces, este paquidermo de salud al servicio de un pueblo que, y a pesar del daño cerebral que provoca la burocracia (síndrome nacional), percibe afiebrado, en este elefante con serios problemas intestinales, un logro de la revolución mexicana gracias al grueso esfuerzo de todos los ciudadanos y ciudadanas que nacieron en esta tierra de raza rebelde...bla, bla, bla...
Claro, el punto es que, hacer el trámite correspondiente requiere tener salud de fierro forjado para quienes se arriesgan a inscribirse en él y por ende, bastante paciencia psicótica para enfrentar las largas horas de loco trámite administrativo. Allí estaba yo, previa consulta en el gran módulo de informaciones que a la vista tiene un letrero avasallador con la frase hágalo fácil, en eso nosotros ayudamos. Nada de fácil, menos de ágil, de nada sirvió la absurda orientación y menos la mentada fila cinco pese a la paciencia de paciente inglés y rigor mortis de enfermo terminal que lucía. Lleno de fotocopias escritas a máquina y después de varias horas de pose galena, en donde las patas se sacuden a ritmo del jarabe tapatío y son jarocho, debí cambiar de rumba y dirigirme a otra ventanilla, a esas alturas de húmeda mañana chilanga, atestada de impacientes usuarios.
Envenenado con la vil cicuta que calma el dolor de la espera y después de mucho rato, di cuenta de una enfermera que demostraba sus buenos dotes de servidora pública en eso de asesorar enfermos de cansancio; con su mejor estado físico y abundantes sanos encantos naturales, nos indicaba la lógica del funcionamiento de nuestro seguro preventivo por contratar y con su mejor sonrisa descariadamente sana, nos amenizaba el lánguido paquete vásculo nervioso a por lo menos doscientos entusiasmados machos en erecta procesión y paso de ganso hacia el matadero del engorroso y enredado tramite de filiación.
Al parecer, ella jamás había hecho uso de su seguro de salud y menos usarlo en alguna cirugía plástica reconstructiva; completa, sana y atractiva, naturalmente se transformó en la mejor cura de nuestros calientes corazones que, inflamados en la alegoría de la Cicciolina, o en el erotismo de Jessica Lange, rogaban, tan solo, con agarrarse de ese bello y cuidado cuerpo voluntario-voluptuoso, cual bastón del deseo. Encarrerarnos tras sus huesos perfectos y arrojarnos nerviosos en la primera camilla king size en cómodo y atrayente cojín de cueros, y que, a falta de sexo oral, por tanto espectador chacotero allí presente, tan solo respirarse el uno con el otro, boca a boca y acabar rendidos en un lance cirujano, de aquellos con cuchillo, bisturí y pinzas ideales para mandarse un parche pese al desgaste convaleciente y al precoz mareo ayunador por tan larga y a veces arrugada espera.
Ella, blonda, sintiéndose codiciada y en su afán de servir mejor a la comunidad heterosexual, a esas alturas con demasiada temperatura corporal, se acercó a la ventanilla de nuestro deseado trámite, con la rica intención ¡que rico! de vigilar que nadie se le metiera en la cola... tan ordenadamente formada. Cual sería nuestra sorpresa, cuando una ventisca, que cruzó celestina por los cálidos pasillos, seguramente buscando atención médica de urgencia, levantó su diminuta falda blanca de enfermera casta y luego de hacerla volar, de cuajo, de su anatómico cuerpo voluptuoso, la dejó tan solo llena de diminuta ropa interior bien encajada de colorcito azul metálico. El eyaculado piropo espontáneo no aguantó demasiado y justo en el momento de cerradas y manoseadas loas y aplausos dedicados a nuestra linda anfitriona, ésta enfiló rauda por el pasillo eterno de la vergüenza y el rubor, seguramente en busca de algún benefactor trapo que tapara todas sus presas expuestas a cuanto carroñero buitre herido que allí merodeaba en aquella memorable y única ocasión.
Y mientras tanto, algo tiritones y delicados de la salud visual gracias a esta urgente modelo, quién posó todo su sano estado en este paisaje accidentado de trámites, seguimos en nuestro camino eterno de la fila tres por mucho tiempo más, añorando a una grata y favorita enfermera, jamas antes vista y preguntándonos a su vez, a grito pelado, con todo el pedazo de pulmón que queda ¿y qué es lo que quiere el seguro social? ¡Pos salud mano!.













EL MAIL Y SUS FANTASMAS o la fe de erratas con el teclado
Yo también comunico que mi correo no es el que corresponde, más bien, no sé a qué corresponde. Si ustedes llegaran a cambiarle una letra, pierde carácter o en su defecto identidad. Puede incluso, transformarse en clon bastardo, ausente de la matriz universal de ciento ocho teclas y de paso, no tenga beneficios de configurarse al idioma preciso. Será acaso que ¿existen otros beneficios para estas putativas letras de madre digital?.
Mejor ahí lo dejamos. clom99 se llama, estará gustoso de recibir correspondencia, trátenlo bien, cuídenlo y sobre todo, denle utilidad. Eso sí, cabe aclarar que en la parte donde están las iniciales del nombre, al inicio, y si ustedes leen entre líneas, se darán cuenta que está escrito al revés, o casi al revés, casi satánico, como aquella deidad molctl, tan re buenaza para ahuyentar las malas ondas y así es uno, anda metiendo las buenas vibras en donde se le permita y salvo por el par de numerales que sugieren la presencia del inflamado diablillo, un potencial soplete de la discordia troyana, este correo se ufana de ser amistoso y comprensivo, incluso con los spam que circulan sin misericordia llenos de veneno y bichos informáticos.
Es así nomás. Qué más claro que eso. No olviden de todos modos fijarse en la última letra, esa lo dice todo, es la meramera. Es parte esencial de la vida, la materna, aquella que da forma a los enredos y permite comprender cabalmente el sentido de las cosas que nos tocan como herencia. A veces es rápida como la red, clarifica de modo instantáneo las dudas, reprime lo mal hecho y aconseja, precisa, el cómo y el de qué estamos formados. Así también son, al parecer, los correos electrónicos; son como el código de barras de la identidad y complemento del registro único que nos imponen a modo de sabernos propios y de ellos para reconocernos como fiambres en algún evento mortal.
Y allí si quedamos colgados del mouse y de las teclas. La manipulación tecnológica, decía un amigo, que a estas alturas ya no porta identidad, y es que nació en el extremo austral, vivió unos años en Cuba y demasiados en Francia. Prontito volverá a Chile y está pensando en cambiar de mail. Dice que de esa forma logrará adecuarse a la manera de los chilenos. Mientras tanto conversábamos, en estos días, justamente del tema de la identidad después del fracaso diplomático, otro más, del gobierno mexicano ante su par cubano, al romper relaciones diplomáticas sin decir agua va. Decidimos dejar la conversación para otra ocasión, de ese modo nos salvábamos de cualquier interferencia de los órganos inteligentes que pululan por la red a modo de virus ideológicos globalizados y de paso no me aplicaran el famoso artículo treinta y tres, que en su letra dice que no hay que meterse en los asuntos internos de este país mexicano, y bueno.
Perdonen además que me haya metido también en el asunto interno de los correos electrónicos y ponerme a contestar envíos desde la tierra chilena, la verdad es que cuando se está lejos de la amistad, las teclas tiemblan con ganas de decir cualquier telúrica cosa al agitar el cerebro y que se escriben con el par de dedos índices impuestos para esta nueva y sísmica era digital.





El REY AL ARCOo cómo la pintura se transforma en bosta
Gran explosión sacudió Madrid previa a la inauguración de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo Arcos 2005. Dedicada en esta oportunidad a la pintura y como invitado especial, nada más ni nada menos México y sus pintores. Si bien esa explosión no tenía dedicatoria y mucho menos una autoría concreta, podemos suponer a quien se culpa.
Sin duda ETA no solo comparte una opción respecto a España y su democracia, no en vano no se da tregua con los lacayos del reino. Tiene además muy claro el papel que juega el gobierno mexicano con eso de extraditar, de tanto en tanto, a vascos desde tierras aztecas. Esa ha sido la tónica durante los últimos años. Pero al parecer tiene además, una forma ingenua ¡no es malo! de ver el arte y de participar del mismo, esto imagino, inconscientemente desde una acción directa o desde la crítica más conceptual y que sabemos, tiene el remanente de la especulación para de esa forma, no morirse, explosivamente, de tanta realidad de cuando en cuando.
El contexto de esta feria decíamos, gira entonces en torno a los conquistados por la bota gachupina y estos artistas mexicanos o en su defecto, los artistas oficiales (dios los cría, el diablo los junta) invitados de honor para tan magno y monárquico encuentro que da cabida a la egocéntrica oportunidad de verse colgados en la supuesta vitrina de la parafernalia del arte y justificar la existencia de las mafias en el cambalache del óleo y los acrílicos. Eta no estaba lejana a este acontecimiento, menos desaprovechar la visita del medieval carcelero mexicano junto a sus sicarios culturales y de ese modo, hacer público su rechazo a tan distinguidas prácticas, Garzón de por medio.
Pero al parecer el estruendo, como decíamos, da cuenta de aspectos menos conocidos de esta organización y es que, inaugurar esta solemne fiesta a punta de ruido de cohetazos, equivale también a participar de una exposición internacional en forma simbólica y más encima, con título de obra. La autoría en el arte, recordemos, se transforma en un fetiche y arcos eso lo sabe muy bien y sabe que, entre más firmas originales, sin darle demasiada importancia a lo expuesto hace más lucrativo y expansivo el negocio de la mancha y la veladura.
Más de alguno pensará en este petardo como una acción de arte primeriza, que normalmente solo se cuelga en el salón de los rechazados no optando por ningún motivo al salón oficial, pero también se lee como un síntoma de lo performático que se ha vuelto el mundo a partir de los camicaces de oriente medio o del paranoico borracho del norte con sus acciones guerreras y es que, arcos, que si bien promueve el arte contemporáneo, no se caracteriza por recoger el cuerpo de la historia (Goya a contrapelo, sería el mejor ejemplo a seguir) sí abriga, la estrecha, conservadora y oportunista visión estética de quienes la promueven, incluido los eternos y desdoblados galeristas especuladores del quéhacer del arte.
Seguramente, muchos de los que allí oficiaban la inauguración, a punta de entremés y vinito asturiano, del País Vasco no tienen la mayor reputa idea y menos de su historia contemporánea. Es también cierto que, poder apreciar trabajos de arte a la altura de quienes exponen, nos permite visualizar el desarrollo del mismo, el punto pasa y no me cabe duda, en que esta oferta y demanda bursátil-pictórica, lo único que hace es menospreciar cada vez más el trabajo y la investigación del arte contemporáneo.
En esa lógica, me imagino al rey gachupín en su paseo por la feria tratando de encontrar el cuadro ideal, algo cercano a sus adornillos de castillo, sin perder, claro está, su paso monárquico tan torpe y tan imitado por sus parientes cercanos de buckingham, que cual reflejo al mejor estilo de Velásquez, con sanguíneo azul flemático, nos sorprenden con sus monerías y pelotudeces tan cercanas, últimamente, a la swastica de rojo cadmio mezclada en la camisa blanco inglés ¡off course! confeccionadas en las masmorras medievales de la hedionda moda para palacios y castillos europeos. Tanto ejercicio de experto elegante, seguramente transformó a este franco rey, en una especie de comisario, curador y ¿por qué no?, experto en hacer la compra atinada y de ese modo convertir en millonaria a la galería de turno que allí se promueve y que lucra, por un lado gracias a estas bostas toreras en el arte del cornear la creación y también, gentilmente, gracias al esfuerzo de embestir a cuanto artista soñador lo permita. Así es arco, así es eta. Puede que hayan errado, errar es humano dirían por ahí. Las fe de erratas y etarras suelen aparecer de vez en cuando en la patria de Cervantes. Los españoles en eso del lenguaje y otras cosas, algo dejaron al mundo y no está de más decir que dejar malas huellas trazadas y bastantes gestos de soberbia y prepotencia en la historia de un pueblo, en este caso el pueblo vasco, es sinónimo también de glamour de las inauguraciones y en ese sentido arcos es solo la puesta en escena del lucrativo negocio del arte a costillas de los creadores que, de algún modo, por lo menos los vivos, debieran tener mayor cuidado, no vaya a ser que pisen el territorio minado de la pintura por encargo o en su defecto recordarles que, en la jerga del fútbol de barrio, a propósito de idiomas, a los malos, siempre los ponen al arco.






TOCOCIRUGÍAo crónica de un parto anunciado
Tococirugía, así se denomina el mal llamado lugar de las emergencias prenatales de los hospitales públicos de la ciudad de México y que en estos días sirvió para los embarazosos controles de la madre y de la pronta criatura que nos acompañará en nuestro camino errante y quien, llevará a cuestas, a pesar de la oposición y contracción uterina, el chilpayate nombre de Emilia en honor al prócer de los eminentes líos y complicaciones que, actualmente, regala cigüeñosa a su quejumbrosa y aprensiva madre.
Vaya uno a saber el por qué de este nombre tan complejo en un letrero confeccionado a vil cartón desechable, que carente de algunas letras, separando en dos la palabrita rara, provocó el accidente gramatical necesario para dar forma a esta crónica, previa consulta respecto a la génesis y significado del mentado tecnicismo que somera, y burocráticamente, se trataba de un título para las maniobras de expertos y quienes, de ese modo, saben a ciencia cierta si la cría ya está a punto, está frágil como un segundo o en su defecto se va enredando, enredandó.
Es allí entonces, en donde las futuras madres chilangas y afuereñas, con ciertas patologías, son acogidas de buena manera por una veintena de especialistas ginecológicos y que a falta de un solo médico tratante por paciente, todos meten su enguantada mano al asunto y más de las veces asumen entusiastas el verbo tocar ante tanta conjugación consoladora. El tacto tocador para a estas nóveles madres ordenadas, quejosamente panzonas, curiosamente conlleva al placer primario de calmar la fatiga y los dolores pre-parteros que cada día se acumulan sin resistencia, y es que esos momentos de queja prenatal procuran de este digital alivio toda la tranquilidad, acaso, del aguante valiente del género incubador. Y esto, no necesariamente, habla bien de la preocupación y bondades de un hospital público que a pesar de las buenas intenciones e instalaciones con las que cuenta aclara la orfandad y densa burocracia de un sistema de salud atrofiado por tanto cordón umbilical privatizador que existe en esta patria matriarcalmente neoliberal.
Al final, estos chacoteros parteros, chiquillos y chiquillas de la medicina como dedal, se echan sus tres deditos, debidamente profilácticos, al día, unas cuantas cirugías prematuras y otras más ne-cesáreas en beneficio de un país demasiado acalorado gracias al deseo climatérico cachondo de parir y parir que el mundo se va a partir y terminar, precozmente. No es raro pensar que por lo mismo, este hospital calentón, lleva el nombre de Venados aludiendo, tal vez, al cornudo e impaciente esposo que espera las buenas nuevas de ¿sus? proletarias criaturas.
Después de la entrega urgente a los cuidados intensivos del servicio público, tanto de la madre y el futuro bebé, completé veinticuatro horas de espera impaciente tratando eso sí, por todos lo medios, de acomodar el cuerpo al descanso de las presas más reacias como también dosificar el ayuno nauseabundo e inapetente que esos momentos de tensión y espera deparan a la tripienta panza compungida por el vacío de noticias umbilicales. Y sí un día de espera provoca atrofia muscular, nueve meses de gestación serán un verdadero periplo de posturas cefálicas, pélvicas, transversas, de cabeza. Tantas posturas absurdas para este huérfano del petate, serán también imborrables a partir del esperado nacimiento que se nos viene prontito con su carga de leches, llantos, pañales y desperdicios.
Las noches en sanatorio, se tornan frías, demasiado lentas e insoportables cuando de allí, en forma normal, no emana ni siquiera un informe del tiempo y menos algún parte médico, medianamente claro, que dé señales del pariente aquejado. La relación médico-paciente y familia, calvario de por medio, es un aborto permanente que hasta la sagrada inquisición católica aceptaría sin espantos. Y es que los acompañantes de estas pacientes en esa noche embarazosa, cumplen la misión rutinaria de ver a toda una masa aburrida y cansada, pero que casi siempre, eso si, se consuela, tecnológicamente, por el infalible celular al cinto, en señal de autoridad, cual sherif de pueblo, y es que el teléfono móvil que lucen, orgullosamente, un importante número de hijos de esta tierra, se ha transformado en una suerte de cordón umbilical artificioso que no lo corta ni el más avezado de los cirujanos. Lo acarician, lo miman, le apapachan hasta el último zurco. En definitiva, se nota que lo quieren y lo sienten de verdad, como un hijo deseado y apretando la tecla oportuna constantemente, buscándole el sonido ideal, el volumen correcto, se transforman, sin título oficial de por medio, en ginecólogos expertos con su tacto exacto, para así, darle la vida necesaria, a este nuevo ser, hijo de la globalidad.
Este ejercicio celular, absorbe una buena cantidad de horas, baterías y, supongo yo, mucha plata de por medio. No importa mucho. Al parecer este hijo putativo, no está preocupado de ese espermático asunto minúsculo, a él le interesa su status y al parecer este celular con lucecitas variadas y con harto ruido raro, video incluido, se lo procura sin contrapesos. Aquí, todo mundo anda tocando su artefacto, obviamente en pos de procurarse en estas noches de hospital, la calidez de bajar sus tensiones y la aburrida espera de los múltiples y constantes nacimientos. Y es que esta fábrica de guaguas, funciona como el aterrizaje y despegue en el aeropuerto Benito Juárez de la Ciudad - un avión por minuto dicen las cifras – así mismo, a este nosocomio, entran al día doscientas futuras madres que ordenadamente vienen a cumplir con la tradición partera de un país que presume tener, nada más y nada menos que ciento veinte millones de habitantes y creciendo día a día.
Y como de habitantes se trata, otros personajes se apropian de este lugar que nos acoge. Son los menos tensos para la ocasión, son aquellos que vienen a visitar todos los días a las sillas de espera para dormir sus necesidades, cobijarse bajo este techo cual matriz procreadora, dormir la cruda caña y es que este edificio con su protector y cálido hábitat, reconforta a personajes tan comunes como el teporocho. Bautismal nombre que recibe por gustar de la leche materna que se extrae del maguey, específicamente denominado pulque y que desde muchos años atrás, se cambiaba por un té pestilentemente amargo. De allí entonces este nombre casi matemático de multiplicar tres por ocho, veinticuatro.
Mellizos y trillizos personajes, media docena de teporochines a la vez, duermen sin protesta a pesar de las incomodidades naturales del ruido, el ajetreo, los reclamos y lo hacen como verdaderos lirones recién paridos. Su ronquido o rugido, se transforma en una especie de coro insoportable arrullando esta noche, de insomnio hospitalario hasta la paciente más sedada y alejada del establecimiento.
Así, este coro nocturno provocado por el exceso etílico en sus guatas embarazadas de ágabe, trajo consigo un ronquido grave y eterno que nos permite, para la ocasión, darle título a esta crónica al mejor estilo náhuatl, por que tococ rugía y rugía de verdad.
Fin de la eterna espera, llegó el alta de la futura mamá aún aquejada de tanto toqueteo y que tendrá que volver, próximamente, para aliviarse, sanarse, mejorarse no sin antes firmar los papeles burocráticos correspondientes y en donde sorprendentemente se incluye firmar, seriamente, con la siguiente inscripción: RECIBÍ A MI ESPOSA VIVA.


LA RELIGION COMO AZOTE DE LOS PUEBLOSo cómo el cuerpo sujeta la fe
Taxco fue el lugar elegido para seguir la pista al asunto del azote peregrino de semana santa y de quienes participan del latigazo como práctica. Un buen número de fieles por cierto, entre penitencia y rito sadomasoquista, se sacan cresta y medio pellejo en pos de irse al cielo, o en el peor de los casos, resignarse y quedar lo más cerca posible al camino empedrado del merito paraíso.
Varios huérfanos de la palabra de dios viajamos con la intención guacha, mudamente atea y científica -qué menos- de analizar y entender a este homo sapien en éxtasis, por tanto extremismo fanático pegado como lapa en la neurona pensante, gracias a la intelectual ignorancia que semana santa les regala y en donde el respeto creyente se transforma, de un día para otro, en palabra de dios omnipotente.
Pobre de aquel que no enganche en el asunto o se atreva a dudar de la riqueza pecadora que llevan a cuestas. Las penas del infierno infectan de tal modo este ambiente santo -perfectamente escenográfico y de una teatralidad sin límites- que liza y llanamente es necesario poner la mejor cara de circunstancias ante el rumor de los ave marías que sin compasión, durante tres días de pasión, se pían interesadamente.
Cualquier incrédulo del camino de cristo podría ser presa del linchamiento colectivo, patotero o en bolita, que tanto se acostumbra en quienes hacen de este rito fanático la piedra angular de sus vidas. Basta recordar el caso del pueblo llamado Canoa, en la provincia de Puebla de los Ángeles, donde, y gracias a la “generosa ayuda” del cura de pueblo, que azuzó a sus fieles habitantes, varios estudiantes de antropología fueron vil e impunemente asesinados -palabra de dios de por medio- y otros gravemente heridos en nombre de cristo. Se trataba, según el cura bastardillo, de hijos del comunismo y agitadores del ateísmo infiel; pecadores.
A propósito de anticomunismos trasnochados, México es uno de los países privilegiados, con el amén vaticano, como bastión inmaculado -con hostia de la buena, de aquella que se aplica con el garrote heredado de la inquisición- de los temas de la religión y anexos. No en vano la iglesia con Woytila a la cabeza (versículo sin esfuerzulo), cual tubérculo bien regado, es parte del folclore nacional y maravilla con su divina presencia, mediatizada, al respetable público indefenso y temeroso de tanto culto inculto. ¡Faltaba más!. Cinco viajes conquistadores a este mercado interno tan bueno para el rezo, cargar espinas, arrastrar la cadena, el azote público, la penitencia y la crucifixión de sus hijos beatos -te lo juro por dios que me mira-, virgen de Guadalupe por medio, son la panacea ideal para la jerarquía rabiosamente fanática que se engendra, día a día, en la costra medieval artera de la religión católica, apostólica, romana y mexicana. ¡Como chingados no!.
Debimos resolver de un modo casi espiritual –no vaya a ser- cuál de los sacrificios era el más accesible de visitar, si aquél del Cerro de la Estrella, que acoge a cientos de miles de fieles, por un solo día, en la capital mexicana, demasiado conocido por sus actos crueles de tortura al cuerpo al igual que aquél otro que se desarrolla en Filipinas. O este de Taxco, el de la turística ciudad de la plata, pre Acapulco, en donde por lo menos la ventaja comparativa, era el menor número de fieles que asistiría, no así en cuanto al temita del dolor y el humor caliente, fresquito, que los cuerpos en sacrificio presentan en esta hora de dolores cristianos.
Cabe mencionar que todo esto sucede, pese a la sorpresa y temor que causa en el paseante afuerino, en su mayoría de los estadosunidos, que repleta las calles -hechas de adoquín colonial, de deveritas, traído esclavamente desde los puertos de La Veracruz- y que en algún momento de pánico, aprieta cachete raudo y veloz, seguramente, para no ser llamados a la confusión, no vaya a ser que estas ceremonias paganas y medievales, le resten méritos a su fanático y paranoico presidente borrachín, tan bueno para combatir el mal del mundo en pos del bien preciado de óleos que se acumulan, generosos, en el medio oriente.
Decidido entonces, optamos por este pueblito enclavado en la sierra de Guerrero, cuna de las guerrillas asesinadas en otro rito, el de la guerra sucia que suele azotar, frecuentemente, a este país desde tiempos de la conquista. Con su aspecto colonial, por el paso de la bandida tropa española, Taxco y sus fieles hermandades acogen siniestramente al visitante. Para estas fechas y, tradicionalmente, desde hace ya trescientos años, los lugareños, en luto perpetuo y silencio enfermizo, son parte de una escenografía mórbida ideal para quienes acostumbran y hacen de este oficio religioso el modo de vida perfecto para ganar adeptos.
Los desfiles de dolor se transforman en lo único importante en este pueblo santurrón, los que comienzan, puntualmente, con el primer numerito en donde cada penitente carga sesenta kilos de zarzamora -espinas incluidas-, en la ruta trazada previamente por años de culto y que cual maratón, convierte a los involucrados en lastimosas morongas crudas. A continuación, el mismo recorrido a cargo de las viudas de dios, que a paso de chimpancé, casi reptando, labran el camino empedrado con brutales y pesadas cadenas que cuelgan de sus tobillos, pseudo castos, en señal de ruego ante las faltas cometidas. Por último, los más atrevidos y al parecer con demasiados pecados en su paso por la tierra, deleitan al respetable allí presente, con treinta y tres azotes de látigo que incluye, de promoción, clavos de carnaza especiales para incrustarse en la santísima espalda por cada cien metros de recorrido.
El dolor se percibe grotesco en la humanidad de estos hijos de dios, pero a la vez se presenta contradictorio; en un afán pretencioso y ególatra que procuran, desinhibidos pero enmascarados, nos recuerdan aquellas estampas del san Sebastián martirizado, con cierto dejo de placer -la pícara- en su gesto previo a la muerte. Ansiosos de ser registrados por cuanto fotógrafo, camarógrafo o corresponsal de guerra santa -con flash áureo incluido- que se atraviesen en su pose de embustero de la fe, es la más bendita posibilidad de ser recordados, eternamente, por sus vecinos y también por la gracia divina.
Así fue este asunto de la festiva semana, en este santo pueblo de Taxco, enclavado en el santo país mexicano, en donde la religión y la iglesia, hicieron una vez más su agosto, en pleno abril, a costillas de machacar la conciencia con sus bendiciones y con el rito litúrgico más parecido a la carnicería de matadero de segunda. Velando así por el alma de sus fieles y obcecados reclutas, que podrían ser, sin querer queriendo, los futuros camicaces occidentales liberadores de todos los pecados del mundo, siempre de la mano de cuanta cruzada cristera entre el bien y el mal, que se ponga en su camino de fe. Urbi et orbi.



LA VIEJA CURIÁo cómo alburear a la divina cabrona cardenalicia
Ahí anda la vieja curiá, vestida de faldita blanca con angelicales encajes de seda, vuelitos y capa roja cardenalicia. Pretende patéticamente parecerse a la bella romana y nada ortodoxa Sofía, la Loren. Está vuelta loca la curiá con tanto luto televisivo y plan fiestero sin génesis ni juicio final, y es que, a la vieja le gusta causar la lástima necesaria ante la presencia mediática. Seguro algún director de cine italiano con demasiados dotes bíblicos, la asesoró en cómo debe ser su caminar posero y gesto facial para este vía crucis sin dolores y, totalmente, en vivo.
Astuta ella, otorga además del rezo cotidiano, bendiciones benditamente oportunas al ocioso y apoltronado fan que cada día repleta la plaza San Pedro o mira excitado por televisión, en directo, todas las simbólicas y medievales practicas de ésta santurrona, sin necesidad de una antena parabólica con señal divina.
No siempre se junta con tanta viuda del universo de dios, su todo poderoso terreno. Mucho menos darse la oportunidad de mostrar sus decaídas arrugas faciales e ideológicas que, afortunadamente sin solución, deja ver en su mal maquillado historial inquisidor y pedófilo.
A ella no le entran balas cuando de moral nos habla, ella se las mete, por que a pesar de todo sufre. Tan solo la corona de espinas nos muestra dolorosa cuando se le inquiere de su pasado gandaya y prepotente. Bendita ella se siente a pesar de freír en el aceite de la fe a todos quienes piensen distinto. ¡Vieja curiá!.
Ya lleva más de quince eternos y santos días batiendo el rompope aguachento en pos de ser merecida por todos sus hijos y, Edipo de por medio, se dedica de lleno al rezo fogoso, al crucifijo jesucristal y, por supuesto, a sus neo doctrinas de la fe, que tan macabro rédito le entrega de vez en vez, más cuando éstas, son el cáliz de cada día para sus súbditos y lagrimosos fieles y para aquellos otros que, obligadamente, sintonizan el canal de la plegaria embustera.
Hace unos días, fue capaz de mantener con el cristo a dos manos la gran penosa pena y a la deriva, a miles de abnegados admiradores que esperaron eternamente que apagara o encendiera las luces de la casa clínica -ya ni se sabía cuál era lo correcto- en señal de muerte de su príncipe de las polonias, y como gran conocedora de las debilidades terrenales, engañar al orbi con el jueguito de alargar las palabras, los rezos, los milagros y fortalezas de aquel ser en estado de coma que, seguramente, lo único que quería a esas alturas de dolor humano, suponemos, era un punto final, una eutanásica justa muerte asistida a pesar de la oposición de la vieja curiá.
También esta vieja curiá se ha dedicado a conclavarse de lo lindo por el orto-doxo encuentro con las otras damajuanas santas terrenales que la visitan en este rito dual del apenamiento y entierro masivo del cordero de dios. Ninguna de ellas además, hubiera despreciado este masivo y varonil entierro. Volaron raudas junto a sus fieles asistentes desde sus originarios y enclaustrados templos misioneros, para convivir y sentir de cerca la gracia omnímoda de la ocasión.
Esta vaticana vieja curiá, también se sintió democrática -faltaba más- al final, como gran hermana, tuvo a todo mundo en capilla sixtina y con el pecho palpitante y ruborizado de tanta divinidad viril de lo miguelangelmente renacentista del lugar, disfrutó de su propia teocracia uninominal en busca del unilateral ciervo, clon del padre e hijo mellizo del espíritu santo.Ser big mother con sus tiernas y delicadas visitas ya le está gustando. Se ocupará, personalmente, de designar al ganador de la casa en cualquier momento y para ello cuenta con el amén de las cámaras de televisión, a todo color, que occidente le ofrece gratuitamente. Su cotidiano suspiro y baño pueril con agua bendita, siempre en compañía de algún infantil sacristán con futuro cardenalicio, lleno de gracias, purezas y demasiadas espinillas, la mostrarán al mundo más turbada que ayer con tanto pecado original de estos amanerados hijos del espíritu santo.
Hasta para parafernalias se da el lujo la vieja cabrona. Humito con olor y color a muerte con el cual orgullosa se presenta en esta nueva era y avisar así al mundo, su orgásmico habemus papa. Así es ella, tubércula y sin ascos. Seguramente se recuerda nostálgica también, de aquellas humaredas en donde morían quienes se oponían a sus consabidas y autoritarias órdenes inquisidoras. Y gozosamente ahora, comparte con muchos miembros fláccidamente cardenalicios, los hornos y otros espectáculos de la matanza en la llama.
Se siente rica y admirada en estas horas de dolor y placer. Nos quiere mostrar a su nuevo rey, a ese al que le dará el sustento de príncipe consorte y que con suerte, le aportará más membresías a su escuálido changarro, para que efectivamente, no se le doble la campana ante tan poco recluta y que su destino, tal como dice la canción, no sea el de rodar y rodar.
Ya al final, completamente en éxtasis y entusiasmada, esta vieja curiá, hace público en voz de una de sus voces saliveras y medievales más reaccionarias, chilena por cierto, a su nuevo príncipe de la tinieblas. Corderillo prusiano que le entregará el placer necesario de todas las fantasías maculadas por tanta autorepresión y autocensura en pos de las doctrinas anticuadas que orgullosamente defiende.
Su alemán de turno, amante fiel, que tan lleno de ademanes de brazo en alto, en franco y mussolinni saludo hitleriano, será el encargado de seguir protegiendo la doctrina de las purezas de la raza humana con el condón elástico de la fe. Este bendito sanguijuela con chapa número XVI, que para su suerte vacuna, no llevará tatuada la mentada inscripción en su antebrazo nazi, ya le enseña a ella y al mundo de cómo debe ser el tranco de estos puros y castos seres en estas horas de contracción banquetera, rezo múltiple y designaciones.
Bendito será entre todos y todas las que aprendieron bien la monserga de la fe y hoy enseñan la gracia religiosa de los caminos cochambrosos a seguir, a pesar de que se diga lo contrario en el mundillo católico, apostólico y romano que gobierna autoritariamente, esta vieja re curiá.







CAFRES SIN LEYo cómo cruzar la barranca del muerto
La mató la vil locomoción colectiva. Engendro todopoderoso de taxis, colectivos y micros del volanteo, que sin control alguno aplastan con su alterado velocímetro todo cuanto esté a su paso. Gozador, además, de la impunidad y los privilegios que le regala, absurdamente, una sociedad que circula en sentido contrario, a ritmo de carburador destartalado, demasiado zangolotero y pésimamente balanceado en dirigir el buen funcionamiento del tráfico automovilístico.
Hacía su acostumbrado paseo dominical, fuga de la mecánica hogareña ajena, generosamente obsequiado por el maricón y compacto cariño de clase migajero que, maleante, otorga el patronaje, bólido experto en chupar el pulmón obrero y campeón en abollar sirvientas o nanas según el manual carroñero de manejo esclavista. Libro, incluso, cabecera en aquellos hogares de supuesto progresismo light y encargado de instruir el cómo agotar y degollar la neurona laboral a punta de tratados que permitan estacionar la mal criada realidad de adoloridos músculos del trabajo en cuanta mucama exista.
También, la mató el desgaste natural de sus oxidadas piezas, producto de los menesteres del aseo, que de por vida practicó con certeza y honradez. Seguramente este maltrato físico, cegó su mirada y nubló su tránsito aquella tarde de paseos en el elegante barrio de Polanco, prototipo arribista de la Ciudad de México, no permitiéndole reacción alguna para distinguir al cafre asesino que la embistió cobardemente y que, sin miramiento alguno y sin decir agua va, perforó todo su ser, sus sueños, su dignidad y su vida.
Así, un par de horas más de agónica existencia, nos trasladaron a lo dramático y cruel de la vida cuando no se tiene ninguna capacidad de respetar al otro, al indefenso trabajador peatonal, en este caso, que cual escoria pública se ve obligado mil veces a implementar cuestiones básicas para contrarrestar su mísero papel salvapellejo en las calles. Día a día, en un afán de sobrevivencia, debe aplicar casi como freno de manos neutralizagresiones, balancear el tímpano al impune bocinazo, ajustar la palanca de velocidades en pos de la meta de cruzar un eje para salvarse de terminar arrollado sin miramientos y arrepentimientos y vilmente asesinado.
Y es que son varias las estrategias a modo de tratar de preservar la vida en esta ciudad copada de autos y sus respectivos autómatas al mando. Las más avezadas giran, como rueda de carreta, en torno a una buena puteada y luego, si es que lo amerita, llenar a patadas la carrocería encerada del bólido agresor. El escupitajo limpia vidrios estampándose las más de las veces tan solo al viento, también se acostumbran. El piedrazo abollador al vehículo-guerrero o de frentón la buena mentada de madres al impune conductor, ciudadano del cártel de cafres y señores de la calle, quienes seguirán presumiendo (sin freno alguno) el desgaste de una sociedad y ciudad inmundas y catastróficas para los ciudadanos a pie.
A medio día –no vaya a ser que le donaran todo el domingo- despojada gustosa y entusiasta de toda careta impuesta de ropas y venias patronales tan a la usanza medioeva de señores feudales hediondos a mal gusto estético-ético, arribista-absurdo, en vestir a la servidumbre con el conjunto de aseo pulcro, oberoles y trajecitos azul cielo con vuelitos marineros de catálogo; encaminó rauda por el barrio de oropeles, no fuera a ser que una contra orden demandara otra vez sus excelentes servicios.
Llevaría a cabo su dudoso descanso casi obligado por una ley o contrato, extremadamente explotador, pero como sucede siempre cuando no se tiene nada, la resignación y aceptarlo se transforma en un mal menor. Y es que el rito de tener una puertas adentro, esclava por todas partes, bien humillada por otras da los réditos necesarios para quienes la ley es tan solo un tumbaburros de imponente acero para salvaguardar los intereses del más poderoso, ya acostumbrado a pasar la rueda del desprecio y el chasis si se puede por sobre quién se ponga en su camino. No así el indefenso, que siempre funciona por necesidad más que por gusto laboral sobre todo cuando el eterno dolor de huesos, el lumbago del aseo obligado, se transforman en símbolos de lucha en contra de la opulencia oportunista del estrato alto, quién gozará del bienestar necesario a costillas del pulmón y riñón del prójimo sirviente.
-¡Abrevie, abrevie!- es el grito utilizado por la policiaca transa´m del tránsito chilango. Con este absurdo llamado, indica a los cafres corredores que deben apurar su marcha triunfal (habemus impunidad) por los asfaltos de la ciudad, es decir, se les conmina a apurar el tranco atropellador en contra de lo que se pare enfrente, que casi siempre se traduce en peatón o civil a pie, verdadero estorbo para quienes, en su afán de dueños de la calle, carretean su formula One de atropellado vil egoísmo, con la sangre, lágrimas, huesos y quebrantos del más débil. Muchas veces se dice que matar al atropellado es más barato. Repasarlo sería la palabra exacta a dejarlo vivo. Sencillamente los gastos y asuntos legales que surgen del accidente son demasiado engorrosos y corruptos. En resumen, la misión es volarle hasta las plumas a quién se incruste en la carrocería y no dejar nada palpitando por debajo del ofendido todo terreno.
Salió de su natal sur chileno, en busca de la oportunidad laboral obligada. No hacerlo, significaría no tener nada, ¿tendrá algo acaso después de todo?. Seguramente sin esta oportunidad laboral sería parte de la estadística cesante de aquella patria negrera y del codazo, especialmente, egoísta de sus blancos amos. Tampoco su relación laboral, podría ser distinta y es que da lo mismo Mongolia o la flemática Inglaterra, la criada es la criada y vale lo mismo que un malcriado perro muerto en cualquier carretera del mundo. Al final, contar con estas crías, es parte de las políticas de control de las mismas y tenerlas bien contadas, permite además, tenerlas a raya y alejadas de las decisiones importantes de cualquier elite bien criada.
Buena entre lo soberbio, jovial hasta el tuétano, alegre a pesar del esclavismo absurdo, de sonrisa aguantadora de toda mueca laboral obligada, nos merece toda admiración. Pertenece ya a ese universo de ejemplo anónimo, que sin aspavientos y con mínimos gestos y poca paga, nos deslumbró por su capacidad de vivir honestamente y sin duda alguna, proyectarlo, además, en el atropellado espacio y tiempo que le toco vivir.
Pese al cansancio del ajetreo semanal, para ese domingo la rutina presentaba el panorama de las convicciones y mucha fe. Pasear y echarse su rezo en la basílica de Guadalupe, bastión de las huérfanas del hogar, y hogar dulce hogar para ella y sus amigas de igual condición laboral, seguramente, le permitieron el respiro necesario y el obvio, mínimo descanso, físico-mental del barrio despersonalizado en la millonada, soberbio de la mala paga y plasta laboral que siempre tendrán como única alternativa.
Porque, también así, es el barrio de Santa Fe, rincón edificado en la oportuna fe de la riqueza extrema, de los que creen y se la juegan por ella, cimentado muchas veces en el pulso de la columna corrupta de la honestidad o, más fácil, estructurado a la vista de lo políticamente correcto y para eso, cincuenta o más millones de pobres son su andamio.Seguro, también, el aburrimiento del encierro y las ganas de salir huyendo a un espacio más ajetreado, más social a pesar de tan solo tratarse de un centro comercial, relajó su cuerpo y los sentidos. Esta fue la ocasión lamentable para quien merecía otro rumbo en la vida y, tal vez, una armónica muerte. Descanse tranquila señora, si de algo vale, bien merecido lo tiene. En silencio y con mucho respeto, la recordaré vital, íntegra y alegre.

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